ESCUCHÉ QUE HABÍA REGRESADO, QUE EN REALIDAD REGRESÓ ANOCHE. Estaba un poco molesta porque no vino a verme o no me hizo ir a su habitación. Pero traté de no estarlo, supongo que su encuentro con el Emperador no salió bien y prefirió estar solo. Sé que se estresa cada vez que habla con él, así que solo puedo imaginar cómo se siente ahora después de verlo físicamente.
Me acerqué a la puerta de su oficina donde Piett me dijo que estaba actualmente. Iba a intentar hablar con él pero tampoco estaba de humor, le daría su espacio. Pero, por supuesto, quería al menos intentarlo.
Como de costumbre, antes de que pudiera tocar, se abrió para mí. Estaba sentado detrás de su escritorio, recostado en su silla con la capucha puesta y un vaso en la mano.
—Espero que hayas revisado eso antes de beberlo—. comenté mientras entraba y la puerta se cerraba detrás de mí.
Sin mirarme, tomó otro sorbo de su bebida, —Claro que sí, hice que el Capitán Landon lo probara primero—. Medio sonrió mientras continuaba bebiendo, aún sin mirarme. Dejé escapar una pequeña risa ante su comentario.
—¿Por qué no viniste a verme anoche cuando regresaste?— cuestioné suavemente mientras me acercaba, no estaba tratando de interrogarlo. Solo quería saber qué pasó. Me detuve abruptamente antes de llegar a su escritorio, algo se sentía diferente en él...
Él resopló, —Tengo cosas más importantes de las que ocuparme que tu libido, Aspen—. Golpeó el vaso sobre la mesa haciéndome saltar y finalmente levantó la vista para encontrarse con mis ojos. La intensidad del amarillo me sobresaltó, estaba acostumbrada a ver azul cuando estaba conmigo.
Di un paso atrás lejos de él, su comportamiento era como cuando lo conocí, —¿Qué te pasa?— pregunté con preocupación. El Emperador debe haberle hecho algo.
Dejó escapar una pequeña risita, —Nada. Nunca he estado mejor—, sonrió, pero no con la cálida habitual que siempre tenía conmigo, sino algo más... —La Estrella de la Muerte esta noche, ¿sabes en qué estás viviendo, correcto?— Inclinó la cabeza y esperó mi respuesta.
Para ser honesta, pensé que era solo una estación espacial. —No.— Negué con la cabeza.
Se levantó de la silla y caminó hacia mí, retrocedí unos pasos hasta que me encontré con la pared. Se detuvo cuando me vio alejarme de él y lo vi suspirar, —Destruye planetas enteros, Aspen—, me informó y me quedé boquiabierta, —Y esta noche, vamos a desintegrar Naboo.
