—LLAVE, POR FAVOR—, EXTENDÍ LA MANO Y ME GIRÉ PARA MIRAR A mi esposo, que estaba sentado en el piso del hangar, jugando con un extraño cubo que le dio Piett. El concepto es hacer que todos los lados sean del mismo color, y Anakin juró que podría hacerlo en cinco minutos después de ver a Piett intentarlo; ahora han pasado dos días y todavía está jugando con eso.
—Cualquier cosa por usted, milady—, dijo sin mirarme, pero la llave inglesa flotó desde la caja de herramientas junto a él y llegó a mi palma segundos después.
—Gracias—, me di la vuelta para volver a arreglar una nave que resultó dañada durante una batalla con los rebeldes. Se perdieron muchas naves y clones y esta fue la única salvable que regresó, y llevaba a mi esposo.
Después de apretar algunos tornillos, sentí que un brazo se hundió alrededor de mi cintura y me atrajo hacia su pecho mientras besaba suavemente mi cuello que tenía gotas de sudor. Lo cual suena asqueroso, pero no es como si no hubiera besado mi cuerpo sudoroso antes.
—Cariño, sabes que puedo arreglar esto por ti—, ofreció, abrazándome con fuerza y yo le devolví el abrazo sosteniendo sus brazos que estaban a mi alrededor, —O puedo dejarle la tarea a otra persona para que podamos ir a la cama.— Volvió a besar mi cuello, esta vez sus labios se demoraron y se arrastró hasta mi mandíbula junto a mi oreja, notificándome sus intenciones.
Sonreí y me solté de su agarre para poder enfrentarlo. Luego envolví mis brazos alrededor de su cuello y él colocó sus manos en mi cintura, —Ani, siento que olvidas que elegí esta profesión porque me gusta—, le recordé, —Disfruto arreglando cosas.
Su sonrisa se amplió mientras arrastraba sus manos por mi cuerpo, —Eso lo entiendo, ¿puedo al menos ayudarte entonces? Para acelerar el proceso—. Agregó inocentemente.
Pero ambos sabemos que él quiere que esto se haga más rápido para que podamos volver a la habitación y tener sexo. Como si no hubiéramos tenido sexo hoy, dos veces, una en la mañana cuando nos despertamos y otra vez a la hora del almuerzo en su oficina. Lo cual ya es mucho, pero últimamente ha sido muy cariñoso. Sin embargo, no es que tenga ninguna queja, no veo ninguna razón para negarle a mi esposo los gloriosos beneficios de tener una esposa que lo ame.
—Te amo por ofrecerte—, me puse de puntillas y besé la punta de su nariz, —Pero no.
Pareció atónito por mi respuesta, y francamente ofendido, —¿Qué?— Pronunció con incredulidad.
