VADER ESTABA SIENDO SACADO DEL TANQUE DE BACTA, SU HERIDA era grave y necesitaba permanecer sumergido durante horas, casi doce para ser exactos.
Tan pronto como su cabeza se asomó por el líquido. Sus ojos llenos de fuego se abrieron. Estaba furioso, más que antes. No necesitaba que nadie le dijera que se la llevaron, ya lo sabía. Lo sintió cuando estaba sucediendo, la escuchó llamándolo, rogándole que la ayudara.
El personal lo ayudó a salir del tanque y lo envolvieron en una túnica mientras permanecía de pie allí con el líquido goteando en el suelo, —¿Cómo se siente, mi Señor?— Uno de ellos habló con voz temblorosa. No importa cuál sea su condición, todos siempre temían estar en su presencia.
No respondió a la pregunta, no creía que valiera la pena explicarles. Le dolía que ella estuviera en peligro por su culpa y estaba furioso porque fue Obi-Wan quien se la quitó. ¿No ha hecho lo suficiente? Pensó mientras el suelo debajo de él temblaba ligeramente. Apretó sus manos en puños, las máquinas a su alrededor comenzaron a ser aplastadas por la fuerza, y el tanque en el que se encontraba se hizo añicos, causando que el Bacta se derramara por el suelo cerca de sus pies descalzos. Todo el personal se alejó de él por miedo cuando sus ojos se pusieron más rojos que amarillos. Cerró los ojos, podía ver su rostro, ver su sonrisa, escucharla reír, escuchar su voz, nunca se perdonaría si le pasaba algo y la última interacción que tuvieron fue una pelea. Ese solo pensamiento le causó aún más dolor. Respiró hondo y abrió los ojos nuevamente, solo para ver que todos los que estaban en la habitación con él estaban muertos.
Pov Aspen
—Dije que no me toques—. Levanté mi pierna y pateé al hombre en el estómago, se dobló y gimió de dolor.
Algunos de los rebeldes en la sala se rieron, —Es una luchadora—. Uno habló.
—Es la novia de Darth Vader, ¿qué esperas?— Otro dijo mientras se inclinaban a mi lado y me miraban con curiosidad.
No tenía idea de dónde estaba. Todo lo que recuerdo es que me dispararon en el cuello con un dardo y todo se volvió negro. Actualmente estaba atada a una silla con las manos detrás de la espalda. Miré a mi izquierda para ver a Piett en las mismas condiciones que yo, aunque aún no se había despertado. Entiendo por qué estoy aquí, pero no entiendo por qué él está aquí, —Despierta—. Pateé mi pierna a mi izquierda lo mejor que pude para poder patearlo. Lo hice un total de cinco veces hasta que finalmente abrió los ojos, —Muy amable de su parte unirse a nosotros, Capitán, por cierto, está babeando—. Rodé los ojos.
