SOSTUVE UN TRAPO EN MI MANO MIENTRAS LENTAMENTE COMENZABA A LIMPIAR EL ALCOHOL DE SU ESCRITORIO. Las lágrimas brotaban de mis ojos al recordar los eventos que acababan de ocurrir. Verlo caer al suelo mientras tosía sangre me destruyó por completo. Me aferré a él y grité pidiendo ayuda hasta que finalmente Piett entró corriendo. Llamó al médico personal, entraron y me lo quitaron de los brazos. Eso fue hace treinta minutos y todavía estaba aquí, apenas saqué su sangre de su piso.
—Aspen, necesito que me digas todo lo que sabes—. Piett me habló en voz baja, podía ver lo angustiado que estaba.
Negué con la cabeza mientras continuaba limpiando su escritorio. Va a necesitar que lo limpien cuando regrese, porque va a regresar. No puede volver a dejarme, va a sobrevivir a esto, —Nada, Piett—, mi voz estaba ronca por el llanto constante, —No sé nada más que lo que ya te dije.
Éramos felices un segundo y él se estaba muriendo al siguiente... Joder, me dolía el corazón.
—Está bien, tomamos la botella para tratar de identificar el veneno para que podamos saber qué usar para salvarlo—. Suspiró y supe que había algo en sus palabras que no me estaba diciendo.
Lo miré fijamente, —¿Qué no estás diciendo?— Casi me rompí, no estaba de humor para que la gente me ocultara nada.
Lo vi tragar saliva visiblemente, casi como si me tuviera miedo, —Podría tomar horas identificarlo—, apartó la mirada de mí hacia el suelo, —Pero el personal cree que solo tiene menos de una hora—. Admitió a regañadientes y sentí que se me tensaba el pecho cuando golpeé el escritorio con el puño y lo hice saltar un poco.
—¿Van a intentarlo siquiera?— Le espeté con lágrimas en los ojos: —Él es Lord Vader después de todo, sin duda esperan que no lo logre—. Lloré mientras me llevaba las manos a la cabeza y me froté las sienes con frustración.
—Te prometo que están haciendo todo lo posible, por favor trata de mantener la calma.
—¿Calma? ¿Cómo puedo estar tranquila? Alguien le hizo esto, ¿quién diablos se metió aquí?— Entonces fue cuando un recuerdo que dejé de lado, finalmente resurgió. Levanté la cabeza para mirar a Piett, —Dime, ¿tenemos a alguien nuevo? ¿Un asistente del departamento de armas o algo así?— Le pregunté y frunció el ceño con confusión ante mi cambio aleatorio de tono.
Luego negó con la cabeza, —No sé mucho sobre nuevas contrataciones, así que no estoy seguro, pero lo que sí sé es que no tenemos asistentes para el departamento de armas—. Se encogió de hombros, —Ese no es un trabajo que ofrecemos.
