EXACTAMENTE COMO ESPERABA. LA BASE NO ESTABA LEJOS DEL lugar del accidente en absoluto. Salí de mi nave respirando pesadamente. Estaba haciendo todo lo posible para controlarme, pero por supuesto, no estaba funcionando.
Tenía mi sable de luz agarrado y encendido en mi mano, listo para usar en cualquier rebelde que tuviera la mala suerte de estar dentro de esa base.
El lugar del accidente, el lugar donde perdió la vida, fue agonizante de ver. No me atrevía a acercarme a él o incluso a mirarlo.
Estos rebeldes están a punto de arrepentirse de cada decisión que tomaron y que los llevó hasta este punto.
Me puse la capucha sobre la cabeza y comencé a caminar hacia la entrada de su base.
Había un hombre afuera con un abrigo pesado y gafas protectoras. Se frotaba las manos enguantadas para tratar de calentarse. Sin duda el hombre que se supone que debe estar al acecho.
Antes de que me viera, estiré mi mano y él gritó mientras volaba hacia mi agarre y hundí mi arma en su abdomen. Lo escuché gemir de dolor pero luego sentí que su fuerza vital abandonaba su cuerpo. Lo tiré al suelo y pasé por encima de él.
La puerta de metal para entrar tenía un teclado electrónico, no como si eso me detuviera. Levanté la mano y empujé con fuerza la puerta, lo que hizo que saliera volando de sus bisagras y entrara en la base. Escuché gritos y sonó una alarma tan pronto como entré.
Había entre diez y quince de ellos y no estoy seguro de si sabían quién era yo o no, pero estúpidamente intentaron contraatacar.
Uno de ellos me disparó un bláster que desvié hacia él y lo golpeó en la garganta.
Otro trató de acercarse por detrás de mí, pero escuché sus pensamientos. Me di la vuelta y agarré su garganta con tanta fuerza que su tráquea crujió bajo mi agarre.
Algunos más intentaron sus audaces intentos y fueron atendidos tan fácilmente como los demás.
Estaba alimentado por tanta rabia y dolor que todo pasaba volando en un borrón. Estas fueron las personas que le quitaron la vida.
