not ur friend [ jj.m ]

i. 2. nuevos comienzos

" nunca te sientas culpable
por empezar de nuevo "

Mayven se dio cuenta de las muchas veces que decía que la vida era una mierda. De lo mucho que se quejaba por todo lo que le había tocado, de la familia en la que le había tocado vivir, de la única casa que Bianca y ella se habían podido permitir. Se quejaba de la vida, como todo adolescente deseando parar de crecer.

Pero cuando pierdes a una persona tan importante... Mayven no sabía si valorar más la vida, las personas que seguía teniendo a su lado, o hundirse y pensar que realmente la vida era una completa basura, junto a la muerte.

No paraba de pensar en lo mucho que a John B le había quedado por vivir, todo lo que soñaba para el futuro. Pensaba en todos los planes que habían hecho para los siguientes años, en cómo iban a irse a vivir juntos y volverse ricos... Mucho antes de haberse puesto en marcha y buscar el maldito tesoro.

También pensaba en Sarah. En la mala suerte que había tenido, en la mierda en la que le habían metido, en la familia que le había tocado. En lo mucho que les había ayudado y lo inútil que se había sentido Mayven al no poder hacer lo mismo.

No paraba de pensar en ello mientras los Pogues trazaban un corazón en el tronco del árbol de la casa de John B, esa que había sido su guarida desde que se conocieron. En el interior se leía: "2003-2020, John B Routledge, P4L". Pogue 4 Life. Pogue Para Siempre.

Mayven ordió su labio inferior sintiendo el nudo que le contraía la garganta hacerse más y más grande. JJ a su lado levantó una petaca de metal y con la voz apagada murmuró:

—Por John B.

—Y por Sarah. —la voz de Ki se rompió, sus ojos cristalizándose.

Mayven abrazó a la morena por la cintura, esta sosteniendo una pulsera de cuero dentro de una caja llena de cosas de su mejor amigo. Se le rompió el corazón al ver la bandana roja que siempre llevaba atada al cuello, y mientras Pope y JJ daban un trago de sus bebidas en memoria suya, a Mayven se le escapó una lágrima.

El grupo enterró la caja a los pies del árbol en silencio, poco a poco asimilando que dos personas se habían ido de sus vidas y que nunca volverían a verlas.

Nunca.

O eso creían.

Bianca tenía todo empacado y metido en una furgoneta tras el funeral de Peterkin. No sabía si era ella, pero el peso de las últimas cajas era mayor. El peso de esos recuerdos. Tampoco sabía si había hecho bien en rechazar la oferta de Kiara para quedarse en su casa mientras Bianca se mudaba para obtener por fin un mejor trabajo y una mejor vida.

Los acontecimientos habían cambiado totalmente sus planes. Al principio estaba emocionada por quedarse con su mejor amiga, disfrutar más momentos con JJ, seguir manteniendo esas largas conversaciones con Pope, conducir al lado de John B como siempre... Pero John B ya no estaba y todo había cambiado.

Bianca creyó que alejarse de Outer Banks le haría bien. No quería separarla de sus amigos, pero solo veía por el bien de su hermana pequeña. Y Mayven colaboró, pensando que no debería hacer las cosas más difíciles para Bianca, a quien ya había atormentado suficiente durante el verano.

Ki, Pope, JJ y Mayven se quedaron mirando la casa con un mal sabor de boca. Bianca estaba terminando de ordenar la furgoneta a altas horas de la mañana, el sol lentamente apareciendo por el Este.

—Todavía estás a tiempo.— murmuró Ki frunciendo los labios. —Tú estando en mi casa hará que mis padres se olviden de regañarme por unos días.