°|Capítulo 2|•

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"Aarón también tiene secretos solo falta saber que tan peligrosos son"

Aarón:

El sol se había ocultado hasta solo quedar oscuridad pura en los pasillos inmensos de Woonder. Ya los profesores se habían ido y los guardias estaban afuera así que nadie me interrumpiría mi charla con la pequeña farsante.

Ella estaba casi llorando pero me miraba con rabia y coraje, la tenia contra la pared y eso me daba algunas ideas en las cuales no debería pensar. No sé porque pero esta chica me calentaba por segundo.

—¿Qué quiero?-Puse mi mano en mi mentón y fingí que lo pensaba.

-Sí que quieres. ¿Sexo gratis? ¿Caridad? Que bajo a caído el gran Aarón.-Dijo sarcástica.

Allí estaba provocándome de nuevo, pase mi mano por su rostro y no pude evitar bajar hasta su suave cuello entonces note que algunos botones de su blusa escolar estaban abiertos, su sostén se dejaba ver.

¡MALDICIÓN!

Ya me estaba entreteniendo y que hablar de la erección que tenía.

-No necesito sexo gratis, mocosa. A mí las vírgenes como tú me ruegan porque las posea y quien sabe tal vez un día tu estés entre las que me ruegan.

-Ni sueñes, ni aunque fueras el último hombre en la tierra. Te detesto tanto que nunca sería capaz de rogarte. -Respondió tajante.

-Nunca digas nunca. El odio es conductor del deseo y de la pasión. Tal vez tu corazón me odia porque otras partes de tu cuerpo me desean.

Ella aparto la mirada y me di cuenta.

¿Qué estaba haciendo?

¿Por qué coqueteaba con ella?

Estaba pensando con mi erección y no con mi mente.

-Vayamos al punto.-Dije seriamente.-Quiero... que me pidas perdón frente a toda la universidad por el espectáculo de esta mañana.

-¿¡Qué?! Eso nunca.

-Prefieres que le cuente a los dirigentes de la escuela que te haces pasar por Ashley Afflets cuando no eres ella. O mejor... ¿Sabes como descubrí que no eras Ashley?

-Sus padres... Me puse a chatear con sus padres y me mandaron fotos de su hija que obviamente no eres tú. Luego chatee con Ashley, encontré una cuenta a su nombre, la presione y termino por contarlo todo. Con mandar a buscar a sus padres y que vean que la chica que tienen registrada como su hija no lo es, sería suficiente para que te expulsaran.

-Eres un maldito...

El desprecio en sus ojos era tan hermoso, no, no soy un psicópata, solo que sabía que detrás de ese deprecio existía lo mismo que en todas las chicas, amor, deseo.

-Escucha...

Ella bajo la cabeza y dejo salir unas cuantas lágrimas.

Ya era mía. Iba a hacer lo que quería, esas lágrimas, eran impotencia.

Pero... Me equivocaba...

-¡Eres un puto desgraciado! Entiende que no soy como las demás chicas. ¡NUNCA caeré en tu maldito chantaje!

La sorpresa invadió mi cuerpo. Eso no me lo esperaba en lo absoluto. Siempre había sido un gran manipulador, seductor y de ella solo quería una disculpa pública para fortalecer mi imagen y obvio debilitar la de ella pero no había cedido.

Definitivamente no era como las demás.

Me empujo con tanta fuerza que logro apartarme, la vi alejarse hasta salir de la escuela.

Tu Secreto En Mis Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora