°|Capítulo 42|•

107 6 20
                                    


—Una buena mentira logra engañar hasta a quien la dice.

Anne:

Apenas bajamos los pisos del edificio me llevaron a un auto de policía.

Con pequeños empujoncitos de parte de Zach termine por entrar.

Tenía unas insistentes ganas de llorar pero no lo hice, no mostraría debilidad.

—Gracias, chicos.—agradeció Zach a sus dos compañeros policías los cuales se montaron en el auto de atrás y se fueron a toda velocidad.

El chico del cabello negro que creí conocer y me demostró que no le conocía ni un pelo entró y se sentó en el asiento del conductor, a mi lado.

¿Los criminales no iban atrás?

¿Por qué me dejaba a su lado?

En las pelis de acción los apresados siempre iban en el asiento trasero y el poli delante.

Sin decir palabra él se acerco a mí y me quito las esposas, luego volvió a centrarse en mirar al frente.

En pocos segundos y tras abrocharse el cinturón de seguridad él comenzó a conducir.

Así me alejaba de Aarón, Claire, Blacke, Woonder, en fin, de lo único que tenia.

La vista de Zach se mantuvo enfrente y sus manos apegadas al volante, note su mandíbula tensa como si quisiera hablar pero no le convenía.

Se veía tan diferente al Zach que conocía.

Su ropa negra característica se ausentaba y era sustituida por aquel uniforme azul que le quedaba tan justo.

Sus músculos se denotaban con aquel uniforme, le daba un toque más de chico bueno sexy.

Algunos mechones caían sobre su frente luciendo aun más atractivo y sin duda el hecho de su semblante frio era algo que le hacía verse como el personaje perfecto para Wattpad.

Quería hacerle taaantas preguntas.

Tantas preguntas procesando en mi mente y ninguna dejaban mis labios hasta que de pronto entre pensamiento y pensamiento sobre el chico a mi lado solo una frase salió:

—Mentiroso de los infiernos.

Su respuesta fue rápida, concisa, breve pero filosa como cuchillo directo al corazón. Respondió sin siquiera mirarme, sin siquiera pensárselo como si ya tuviese las respuestas a mis locuras en su mente hace tiempo:

—Mentirosa de los cielos.

¿Eso era un elogio o una ofensa?

Mentirosa era ofensa pero de los cielos le daba un toque diferente.

Nuevamente un silencio entre nosotros.

Mi mirada se desvió a sus labios finos que estaban cerrados y apetecían muchísimo. Eran como esa fruta prohibida por tus padres pero que resulta ser tu favorita.

Zach era una divina tentación.

Mientras más frio fuese, mientras más distante se viera más ganas tendrías de él.

Zach era un misterio del mar, hermoso y callado. Era la representación de lo poco común, era un belleza incomparable, una mente distinta y lo distinto a muchos les da miedo a otros nos atrae.

De pronto sus ojos profundos se encontraron con los míos. Las olas del mar se quedaban chicas en comparación con aquellos ojos. Era un azul tan peculiar que de momentos parecían cambiar de color cuando una ráfaga de luz los iluminaba. Cuando el sol decidía iluminarlo sus ojos parecían más azules, refrescantes a la vista, parecían brillar.

Tu Secreto En Mis Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora