•|Capítulo 41|°

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—AQUÍ NADA ES LO QUE PARECE dijo una chica un día cuando comenzó a narrar su historia. Hoy nos damos cuenta que esa frase fue en lo único que ella no mintió.

Aarón:

Dicen que a veces es necesario dejar de sentir para recordar lo que merecemos.

Ese día deje de sentir o al menos lo intente.

Ese día me di cuenta de que era un gran idiota, de que probablemente no merecía ser feliz, de que los farsantes como yo nunca alcanzaban la felicidad aunque la tuviesen al lado, se debían conformar con verla de lejos, verla irse con otros y disfrutar con otros.

Anne Deiss se había convertido en mi felicidad mientras que yo solo era su boleto a una estancia de unas semanas más en Woonder.

Una vez Zach salió con Anne esposada me deje caer en el sillón mientras las lágrimas rondaban mi rostro.

—Nunca aprenderás, el que es malo en una materia no para hasta que la reprueba.—dijo la pedante voz detrás de mí.

—¡Cállate!

—¿Y ustedes?—preguntó refiriéndose a Claire y Blacke que permanecían en silencio, llorando y sin mover un musculo.—¡Vamos! A sus casas.

—Eres…—Claire se mordió el labio inferior con furia intentando aguantar el diluvio de ofensas.

—Dilo, quiero escuchar los insultos de la chica más odiada de Woonder.—Le dije.

—¡Desgraciado, estúpido, idiota!

A pesar de que eran ofensas menores una de sus palabras me tocó fibras sensibles.

¿Quién diría que una palabra podría recordar tantas cosas? La mente sin duda era un torbellino sin fin que cuando se juntaba con el corazón se tornaba el desastre más doloroso y hermoso que vive todo ser humano.

IDIOTA. IDIOTA. IDIOTA. IDIOTA. IDIOTA. IDIOTA. IDIOTA.

Esa había sido la palabra que más Anne me había dedicado, era la palabra de orden y que por algún motivo ahora quería tenerla frente a mí y oírla decirme idiota de ese modo tan peculiar de ella.

Su tono al decirme idiota no era como siempre, era una mezcla entre odio y deseo, una mezcla entre lo posible y lo imposible, lo divino y lo humano. La mezcla entre un farsante enamorado y una farsante que fingía.

Pero me había equivocado.

Nunca lo dijo con deseo sino con solo odio, yo lo quise entender con deseo porque eso quería, quería que así fuese.

Anne, te felicito que bien actúas.

Aarón, te felicito que fácil te enamoras.

Zach, te felicito que bien mientes.

Los tres éramos farsantes, unidos por algo: Un secreto.

Zach, tratando de averiguar el secreto por su oficio.

Anne, tratando de averiguar el secreto por chantaje.

Y yo… metido hasta el cuello en ese secreto.

—Aarón.—dijo Blacke llamando mi atención.—Ella no lo hizo bien, pero tú tampoco. Ella fingió, tú también, ¿o me dirás que desde el comienzo de todo estabas enamorado de ella?

—No lo estaba, solo estuve con ella para que no contara nada de lo que sabía hasta ese momento, pero luego me fui enamorando.—dije.

—¡¡Ella también!! Estuvo contigo para descubrir el secreto pero luego se fue enamorando.—expresó el de los cabellos negros con betas amarillas.

Tu Secreto En Mis Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora