•|Capítulo 24|°

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La persona que crees que usa a todos es en verdad el que todos usan...

Aarón:

Antes de lo que pensé me vi haciendo el amor con la mentira, tocándola, besándola, creyendo que la hacía mía cuando ella me hacia suyo…

Tal vez nunca debí confiar en Anne.

Tal vez ella nunca debió confiar en mí.

¿Por qué?

No lo sé, son puras suposiciones que solo el destino esclarecerá.

La noche anterior había sido épica.

¿Quién imaginaria que la gran Anne seria virgen aun? Debo reconocer que me gustó, fue más placentero aun saber que fui yo, que fui yo quien la hizo sentir los placeres de la vida por primera vez.

Desde ayer no había parado de pensar en ella, todos mis pensamientos, imágenes e ideas se reducían a un nombre:

Anne.

Me había quedado dormido luego de nuestra diversión, allí a su lado, sin ropa, con Chad y Blacke abajo.

Cuando desperté en la mañana no había ni rastro de Anne, la busque por toda la mansión pero fue en vano.

Solo encontré a Chad, dormido en una de las habitaciones.

Ahora me encuentro preparando un desayuno junto a mi mejor amigo.

Hemos preparado unos sándwiches estupendos.

—Y… ¿Viste cuando se fue?—pregunto a Chad quien se encuentra a mi lado en la cocina echando jugo a dos vasos.

—Si.—responde él entendiendo que solo puedo referirme a Anne, sí que me conoce.—Ella salió de tu habitación unas dos horas después de haber entrado, le dijo a Blacke que tenían que llevarse a Zach que estaba dormido de borrachera en una habitación, lo buscaron y se fueron.

—Entonces se fue con esos idiotas.—pronuncio apretando los dientes.

—Solo son sus amigos.—Me asegura Chad.

—Se que ella no quiere nada con Zach, pero veo en su mirada que él sí. Además no confió en Blacke, no me gusta que este cerca de ella.—Le digo molesto.

—Aarón…—mi amigo hace una pausa luego de mencionar mi nombre, le miro atento.—Sabes que ella no es Betty, ¿cierto?

Mi mirada antes fija en mi amigo y confidente pasa al suelo, él es el único que puedo mirar sin avergonzarme o sin que me dé un ataque de ira.

—¿Ar?—Él siempre me dice así cuando estamos en momentos de solo nosotros. Muchas veces no se qué haría sin él.

—Se que no es Betty pero si me entusiasmo de mas puede llegar a serlo, se puede repetir la misma maldita historia y… ¡NO! ¡No estoy dispuesto a pasar por todo de nuevo!—grito apretando el vaso de agua que en algún momento que no recuerdo he tomado en mis manos.

La fuerza ejercida sobre el delgado cristal es suficiente para que se rompa en mi mano, algunos cristales me cortan, otros perforan mi palma y la sangre brota.

Chad preocupado se acerca y me hace abrir la mano.

—Mierda, Ar.—suelta mientras acerca mi mano al lavadero y abre el grifo.

Duele. Duele. Duele como ya una vez dolió, duele como no quiero que vuelva a doler jamás, duele a desamor, duele a traición pero fundamentalmente duele a amor, un amor que ya no estoy pudiendo controlar.

Tu Secreto En Mis Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora