Tu Secreto En Mis Manos ©

°|Capítulo 31|•

—Enemigo es enemigo aunque nos salve la vida…

Anne:

—Buuuuuu...

Pegué un grito sonoro al escuchar la misteriosa voz, realmente pretendía gritar mas pero una mano me tapó la boca opacando mi histérico grito.

—Shhhhhh.—expresó alguien detrás de mí.

Tenía miedo, mucho miedo.

¿Me habían descubierto?

¿Me matarían y colgarían mi cabeza en la entrada de Woonder para que todos vieran que no debían meter sus narices allí?

Un perfume femenino invadió mis fosas nasales.

La persona que me tapaba la boca se había bañado con el perfume.

Al notar que nadie me había escuchado la persona me soltó.

—¿Estás loca? Pudieron escucharte.—dijo la voz que me pareció conocida.

Observe a quien me había asustado y tapado la boca con un desanimo único, literalmente era quien menos tenía ganas de ver y quien menos me convenía que me viera.

—No puede ser.—solté con molestia.—¿Tú?

—La misma. ¿A quién esperabas? ¿A Ava Max? ¿A Adele? ¿A…—ella iba a continuar pero la detuve antes de que se agotara el uno por ciento que me quedaba de paciencia.

—Sí, sí. Esperaba a todas ellas menos a ti. Claire Sainz.—respondí con desanimo.

Por si no recuerdan:

Claire es  la chica de los chismes de la escuela, la hija del director que descubre  los secretos de todos y los revela frente a todos  en las mañanas, en su programita escolar de chismes.

—Tal vez el destino me puso aquí para que te viera incumpliendo las reglas, metida en los pasillos prohibidos con una linterna.—dijo con ese toque de maldita muy de ella.

—Tú no estás muy diferente. También estas incumpliendo las reglas.

—Pero yo soy la hija del director, tú NO.—respondió con simpleza.

Punto para Claire.

—Bien, si quieres delatarme y exponerme en tu programita de chismes matutinos, adelante.—Le dije sin ánimos de resistirme.

—Si quisiera delatarte ya te hubiese tomado una foto como prueba de que estabas aquí.—termino por decir.

—Entonces, ¿Qué quieres?

—Ayudarte.—contestó dando un paso hacia adelante y extendiendo una mano con dramatismo como si aquella fuese una escena donde dos villanas legendarias de DC se unían para derrotar a Superman.

—¿Ayudarme?—repetí enarcando una ceja.

—Yo soy de las chicas que tiene muchos enemigos y si hay algo que se es que:
Si un enemigo es más fuerte que tú, solo hay dos opciones:
O acabas con él.
O te unes a él hasta que uno de los dos caiga en las trampas del otro.

—¿Y quieres unirte a mi?

—Sí.

—¿Hasta que una de las dos caiga en las trampas de la otra?

—Sí.

—Pero para realizar una unión de negocio, amistad o amor debe haber un objetivo, un sentimiento o algo en común y tú y yo, nada que ver.—Le dije solo queriendo alejarme de ella.