•|Capítulo 22|°

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El sexo es masoquista mientras más malos y rudos sean, mejor…

Anne:

Pues ya podéis imaginar lo que estaba haciendo con mi mano dentro del bóxer de Aarón.

Espero no tener que explicar que la acción que estaba realizando se llama:

Masturbación.

Podía sentir el grosor del miembro erecto en mis manos.

No lo negare estaba llena de miedo.

Había escuchado taaantas teorías.

Algunas decían que dolía como mil demonios, otras que era lo mejor de lo mejor.

Algunos chicos que si era aburrido, otros que no era satisfactorio, otros que era súper.

En fin, ¿en quién creer?

Pues supongo que cada cual tenía su versión de su experiencia y estas cosas eran distintas en cada cual.

Así que yo debía tener mi propia experiencia.

Observe fijamente a Aarón mientras realizaba los movimientos comunes con su miembro en mi mano.

Era un chico totalmente diferente, su expresión no era de arrogancia sino de sumisión total, de placer absoluto.

Su piel estaba rojiza, algunos mechones negros le caían en la frente mojados por sudor.

Si, había calorcito o… ¿era la situación?

Él me observaba mientras su cuerpo entero reaccionaba ante mi estimulo, sus ojos fijamente hacia los míos como si necesitara asegurarse de que era yo realmente, como si mi simple imagen ya lo pusiera más caliente aun, como si el hecho de que yo lo tocara hiciera todo más placentero.

Detuve mis movimientos cuando lo vi retorcerse un poco.

Ja, no te dejare terminar tan rápido.

¿A dónde ibas que ya no vas?

Él me observo confuso.

—¿Qué ocurre?—pregunto.

Le dedique mi mayor y más lujuriosa sonrisa.

—RUEGA.—Le ordene.—Ruega para que continúe, no soy tu esclava merezco algo a cambio.

—Pequeña farsante… ¿Pretendes acabar con toda mi reputación? ¿Me estas grabando para que todos vean como rogué a la gran Anne que se hace pasar por Ashley?

—SI. Te estoy grabando en mi mente, este Aarón con las mejillas rojas, con su rostro conmocionado de placer.—respondí sonriente.

—No te rogare.—soltó decidido.—Soy un hombre.

Solté una risa irónica.

—Pues búscate quien te la jale. Soy una mujer.—Le dije.

Me levante de la cama y lo aleje de mí.

No estaba furiosa, no esta vez porque esta vez sabía lo que iba a pasar a continuación, esta vez yo no me llegaría a ir porque él no me dejaría.

Me tomo del brazo y me lanzo nuevamente a la cama con fuerza y ferocidad.

—Bien. Yo rogare ahora pero tú gritaras luego.—Me informo formando una diabólica sonrisa.

—Te escucho.

Él se acerco a mi rostro y apoyo su frente contra mía.

Su mano recorrió mis senos y de un jalón violento rompió la ropa déjame en ropa interior.

Tu Secreto En Mis Manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora