Colin
—Espero que, eso que tienes para decirme, sí sea verdaderamente importante — gruñí una vez pegué la bocina a mi oreja.
—Hola, capullito. ¿Cómo estás? ¿Me has extrañado?
Fruncí el ceño, cerrando los ojos y suspirando hondo para no responder como Harper se lo merece, sobre todo cuando usa ese sarcasmo que desconocía por completo de él.
—¿Qué es lo que tienes que decirme? Estaba muy ocupado durmiendo.
—Me imagino cuán ocupado debías estar — escuché la voz de Amelia de fondo, así que solo me limité a presionar los labios mientras trataba de tranquilizar el fuego que aún se extendía por toda mi piel—. Yo sí te he extrañado, no es lo mismo esta vida sin ti.
—Apenas me fui un par de días.
—Pero no llamaste ni uno solo.
—Bueno, ya no tengo porqué hacerlo. Ahora tienes una familia que le debes tiempo y amor — suspiré—. ¿A qué has llamado? ¿Ocurrió algo?
—Serena está dormida, Amelia un poco enferma y yo estoy aburrido y solo quería hablar un poco con mi hermanito menor. Claro, a menos que la morena sea mejor compañera de charlas que mi persona.
—Ah, es eso — fue imposible no reír—. Solo llamas para asegurarte que nada esté pasando entre la morena y yo, ¿no es así?
—Como osas a mentir — escuché la carcajada de Amelia—. ¿O sí ha pasado algo y no quieres contarme?
—No ha pasado nada. ¿Qué debería estar pasando entre los dos? Ya no puedo tener una amiga porque lo confunden todo — mostré falsa indignación—. Si no tienes nada más que decir, hablamos después. Ahora debo seguir en lo que estaba.
—¿En qué estabas?
—Florecita, de por Dios — suspiré—. El matrimonio te ha cambiado y eso que solo llevas un par de días casado. No quiero ni imaginar cuando Serena sea mayor y te toque lidiar con sus novios.
—No me cambies de tema, además, Serena nunca va a tener de esas cosas — resopló—. Cuéntame... habla conmigo, sabes que siempre estaré aquí para ti.
—¿Qué quieres que te cuente? No hay nada para decir.
—¿Qué tal el viaje?
—¿Realmente me estás preguntando esto cuando estoy a pocas horas de llegar? Cuando esté frente a ti te cuento qué tal el viaje.
—Sabes a lo que me refiero...
—Pregúntale directamente, Harper — susurró Amelia tan alto y fuerte que ella creyó que nadie la escuchó.
—¿Entre tú y Emma...? Ya sabes, ¿han pasado cosas?
—¿Qué cosas? — miré mi pantalón y me quejé al darme cuenta que la excitación poco a poco se iba de mí—. Dijiste que era importante. Interrumpí mi sueño por atenderte, pero lo único que quieres saber, es si entre la colombiana y yo ha pasado algo en el viaje.
—Capullito, recuerda que no estás listo para enredarte más la cabeza. Estás terminando de asimilar lo de...
—Por primera en mucho tiempo me siento y estoy bien. Ya no me duele, ya no me hiere, ya no me importa si es lo que te preocupa. Ese sentimiento se murió y es mejor dejarlo enterrado bajo tierra — sonreí—. Y sí, sí han pasado muchas cosas con la morena; cosas que me hacen sentir extraño, pero tan vivo.
El silencio se formó entre los dos, pero fue Amelia que, con su grito, me hizo reír y cortó con ese extraño silencio que se había establecido.
—Me gusta y quiero que me siga gustando no sé por cuánto tiempo más — confesé—. Trata de no escupir el pulmón con mi declaración. Ahora si me lo permites, seguiré durmiendo.
—¡Descansa, capullito! — gritó Amelia con evidente emoción en su voz—. Saluda a Em de mi parte.
—Haré pasar tu saludo. Haznos un favor, cuñis, amarra a tu marido a la cama para que no interrumpa mis sagrados sueños.
—¡Así lo haré, cuñis!
Puse la bocina en su lugar y a paso rápido me acerqué a la habitación. Emma ya se había dormido, pero no me molestó en lo absoluto que estuviera rendida en medio de mi cama; todo lo contrario, parecía la criatura más dulce y hermosa que hayan visto mis ojos alguna vez.
Me acerqué a ella con sigilo, me senté a un lado de la cama y cubrí sus piernas con la manta antes que mis pensamientos se desviaran a otros sabores y otros lugares que me dejaron con ganas de más. Estaba abrazando mi camisa contra su pecho y más dulce y tierna se me hizo. Quise acariciar su rostro, pero me detuve a tan solo centímetros de tocarla, lo que menos quiero es despertarla.
Saboreé el momento, sintiéndome extremadamente bien a su lado. Fueron pocos los días que estuvimos de vacaciones, pero fueron los suficientes para que esto que estaba sintiendo por dentro floreciera en mí con gran fuerza.
Y siendo honesto conmigo mismo, no quiero detener esto que siento y me hace vivir como hace mucho no lo hacía absolutamente nada ni nadie. Ni siquiera Lili me había hecho sentir tanta complicidad y tantos deseos en uno solo.
Me acosté a su lado y dudé en si abrazarla o no. Una parte de mí me impulsaba a hacerlo, pero la otra me detenía. No sabía si darle la espalda o quedarme viendo al techo u otro punto de la habitación. La sentí removerse a mi lado, así que me giré hacia ella y contemplé sus largas y negras pestañas, luego descendí la mirada a sus labios y deseé volver a probarlos, pero contuve ese deseo al recorrer su cuello y su escote. Aún percibo en mi paladar la suavidad y el sabor dulce de su piel. Si sigo trayendo en colación esos pensamientos voy a terminar más duro de lo que hace un rato me encontraba.
Sacudí la cabeza y solté el aire con lentitud, creyendo que con ese hecho podía borrar sus gemidos, su sabor y su textura de mi boca, pero no me ayudaba en lo absoluto tenerla tan cerca y no poder recorrerla entera y sin interrupciones.
¿Qué me está pasando últimamente? ¿Por qué está tan metida en mis pensamientos? Desde que me atreví a besarla, no hay segundo que no la piense y la quiera volver a besar.
Lili había sido la única mujer que robó toda mi atención desde el primer instante que la vi, pero con ella no me sucedió nada de esto que con Emma sí me está sucediendo. Con ella no sentí esa necesidad loca de estrecharla entre mis brazos y fundirme en su boca como si mi vida dependiera de sus labios. Puede que me haya sentido en la gloria porque el amor que sentía por Lili no me dejaba ver más allá en ese momento donde solo era ella mi mundo, pero Emma sí me hace sentir que la conexión, el gusto y la atracción es mutua y verdadera. En cambio con Lili era todo más complicado, hasta el punto de que, ahora que lo pienso bien, siempre fui yo quien lo entregó todo mientras ella se conformaba en tener que estar conmigo cuando amaba a otro.
Dejé esos pensamientos de lado y me atreví a abrazarla. Sus brazos estaban un poco fríos, así que nos abrigué muy bien a los dos y me pegué más a ella para brindarle todo mi calor. Al sentirme, se acurrucó más entre mis brazos, casi haciéndose una bolita entre ellos. Se ve tan pequeña y tierna entre mis brazos, que lo único que deseo ahora y siempre es protegerla de todo aquel que quiera hacerle daño.
El único problema era que estaba muy cerca y era inevitable que nuestros cuerpos no se rozaran. Y tenerla de ese modo volvió a despertar el fuego en mi interior. Aunque traté de estar lo más separado posible de su trasero, la verdad era que no quería dejar de sentirlo; todo lo contrario, moría de ganas por volver a apretarlo entre mis manos y aferrarme de el mientras la devoraba poco a poco.
—Piensa en Harper y no en la tentación, Colin — susurré, cerrando los ojos y percibiendo cada vez más la tensión de mi pantalón —. Ya no eres un adolescente, controla esas hormonas —abrí los ojos y miré ese trasero que bien se ajusta a mi cuerpo y me tiene en apuros—. Qué difícil misión, soldado.
La apreté de la cintura, pegándola más a mi cuerpo y respirando mejor de su cuello. Su olor se regó por todo mi ser, haciéndome sentir que flotaba en una nube. Teniéndola así de cerca, sintiendo su aroma, la suavidad de su piel y la calidez que toda ella le brinda a mi corazón, me quedé dormido abrazado a un nuevo sueño que parece haber llegado para arrasar con su mera presencia.
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Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]
RomanceColin llevaba una vida plena y feliz junto a su novia Lili, pero su amor por ella se ve fracturado cuando se entera de la verdadera intención por la que ella estuvo tantos años a su lado, rompiendo así toda ilusión que guardaba en su corazón. Ha vi...