Episode 37

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Emma

Esos siete días de vacaciones fueron los que nos unieron más. Si antes lo amaba con locura desmedida, siento que ahora mi amor por él ya no tiene ningún fin o límite que pueda superarnos. Siento temor, pero trato de no pensar en ello y no dejarme llevar por lo que realmente tengo en el pensamiento. Sé que Lili ya no hace parte de su vida, más es una tortura constante saber que sigue ahí como el bicho fastidioso y exasperante que es. Es molesta, aunque trato de tener la paciencia suficiente, ella no coopera y lo único que ansío es golpearla como aquella vez en casa de los padres de Colin, cuando esa olla con el quemado se destapó.

Con el pasar de los meses, nos hemos afincado más. Somos inseparables, casi como dos imanes que buscan desesperadamente hacer esa única conexión magnética. Ahora sí lo siento mío, aunque no me haya dicho que me ama con palabras, no deja de demostrarme cuan grande es su cariño y su amor por mí cada día. Y para mí es suficiente, porque no hay nada más lindo que los hechos valgan más que mil palabras.

A lo largo de estos meses no hemos sabido nada de Lili. Haciendo cuentas y debido al tiempo que ha transcurrido, debe estar próxima a dar a luz, pero no se ha manifestado y eso nos mantiene alertas y a la expectativa. Una parte de mí anhela no tener que volver a verla, pero sé que volverá a joder a mi bizcocho cuando menos nos lo esperemos. Por ese último enfrentamiento que tuvo aquel día en casa de mis suegros y me perdí, algo me dice que no se va a quedar de brazos cruzados. Esa mujer no tolera la humillación o tan solo perder un poco; y al verse perdida, no tuvo otra opción que aceptar las condiciones de la Sra. King.

Y a mi punto de vista, ella quiere a los dos hermanos en sus manos; uno para adorar y el otro para pisotear a su antojo.

Llegué a la cafetería que Amelia me había citado con urgencia, me acerqué rápidamente a ella. Me preocupé mucho cuando llamó tan alterada.

—Aquí estoy, ya llegué. ¿Cuál es la urgencia? — saludé a Amelia de beso en la mejilla y tomé a Serena en mis brazos—. Cada día estás más grande y hermosa, princesa de la tía.

—Tengo un problema.

—¿Qué tipo de problema? — hundí las cejas, confundida y un poco preocupada—. ¿Ocurre algo? ¿Se trata de tu madre otra vez o de ese imbécil de tu ex? ¿Tienes algún problema con Harper?

—No, nada de eso — negó con la cabeza varias veces seguidas—. Mira con tus propios ojos.

Algo avergonzada y compugnida, extendió un pañuelo blanco sobre la mesa. Con algo de temor, duda y más vergüenza, lo abrió y dejó a la vista más de diez pruebas caseras de embarazo.

—No entiendo — me acerqué un poco más para observarlas mejor—. Dame contexto que de verdad no comprendo.

—Todas dieron positivas — murmuró en un hilo de voz.

—¡Pero si llevan meses buscando el hermanito para Serena! ¿Por qué estás actuando ahora así? ¿No querías otro hijo?

—Sí, sí lo queremos, lo que no quiero es hacerme ilusiones de nuevo. Las últimas cinco veces sucedió algo similar y ya conoces el resultado. Harper es muy sensible.

—Ay, cosita — apreté a Serena contra mi pecho sin saber qué decirle a mi amiga por primera vez—. Hay que salir de la duda. No es normal que diez pruebas de embarazo salgan todas positivas.

—¿Y si el resultado es una vez más negativo?

—Pues sigues intentando hasta que te ganes la lotería — bromeé un poco, lo que ayudó porque soltó una risita—. Llama a tu marido y que se haga cargo de Serena. Nosotras iremos a hacernos la prueba juntas. Sabes bien que nunca te voy a dejar sola.

—Gracias por siempre estar aquí conmigo.

—Para eso estamos las amigas, aquí dando la mano y el hombro siempre que lo necesiten.

Mientras Amelia llamaba a Harper, me tomé una selfie con Serena aprovechando que sonrió de esa manera en la que nos derrite a todos y se la envié a Colin. Su respuesta no tardó en llegar:

«Te ves tan linda con un bebé. ¿Sabías que te luce mejor a ti Serena que a Amelia?».

¿Acaso me está tirando una indirecta muy directa? Porque de ser así, ¿a dónde le firmo para que se haga realidad sin pensarlo dos veces? De cabeza y sin paracaídas.

«¿Qué me estás queriendo decir, bizcocho mío?».

«Ya sabes, mi amor, que serías una buena y hermosa madre, por no decir que serás la mejor».

Mi corazón se saltó un latido ante su contundente respuesta. Es muy pronto para pensar en hijos, apenas llevas unos cuantos meses saliendo, pero si se nos diera la oportunidad, estaría muy dispuesta a darle todo lo que el merece y desea. Después de todo, él es con el único hombre que veo mi vida y cada aspecto de ella. Sería la mujer más feliz del mundo al vernos realizados a los dos, pero quiero que nuestro amor se construya paso a paso como lo hemos venido haciendo hasta ahora. No quiero presionarlo, porque sé que aún tiene líos que resolver con esa bicha mal hecha que tanto detesto.

«Estamos tirando indirectas, ¿eh? ¿No será que quieres un hijo?».

«Contigo lo quiero todo, dulzura mía». Agregó un corazón negro a su declaración, dejando el mío en completa muerte.

«Recuerda que todo queda registrado por si dices negarlo todo. Ya no puedes echarte para atrás en nada».

«No quiero echarme para atrás. ¿Estás ocupada? Necesito verte y tenerte en mis brazos ahora mismo. De paso vamos practicando, quizás en una nos sale una niña tan hermosa como tú».

Ay, pero ¿qué clase de calefacción es la que hay en esta cafetería? Ese café viene adulterado y el doble de hormonado. Aguanté las ganas de soltar ese suspiro y controlé ese fuego que se expandió por mi piel en una mínima fracción de segundo. Ese bizcochito divino no tiene llenura, es demasiado goloso y yo soy demasiado complaciente con él.

Pero soy tan fácil cuando se trata de ese bizcocho delicioso y tierno.

«Estoy con Amelia y Serena de día de chicas. Cuando las deje en casa, voy a la tuya. Ahora debemos hacer unas cuantas compras. Aguanta las ganas para cuando vuelvas a tenerme en tus brazos. Nos vemos luego, bizcocho mío».

«Cuento los segundos para verte, dulzura mía».

Hasta podía imaginar esa sonrisa moja cuco que siempre me dedica y hace que que mi corazón experimente un pálpito extraño y que se ha vuelto frecuente. Tendré que hacerme revisar, no es normal que, siendo tan joven, presente esas terribles y descontroladas taquicardias.

—Harper ya viene por la niña. Él no tiene idea a dónde vamos, así que te pido prudencia.

—Doña Prudencia me llaman — bromeé y soltó una risa nerviosa—. Relaja la pompi, belleza. Estando tan nerviosa se va a dar cuenta con facilidad. A diferencia de Colin, Harper se las pilla todas y cada una.

—Estoy tranquila — mintió.

—Que se note.

Unos cuantos minutos más, Harper llegaba en su camioneta para llevarse a Serena. Como ya lo había visto venir, él notó cierto nerviosismo en Amelia, aunque gracias a mí es que no pasó todo un interrogatorio. Ese hombre cuando se lo propone, es un tanto insistente y logra hacer cantar hasta a un mudo.

—Deberíamos escaparnos muy lejos solo tú y yo. Que esos hombres se queden viudos y desesperados criando a Serena por sí solos.

—¡No estoy para bromas, Emma! Por poco sufro un colapso con esa mirada inquisitiva de Harper.

—Siempre tiene la misma mirada, solo que a ti te da la con amor y deseos sucios ricos.

—¡Emma!

—Ya me callo — froté sus brazos, en busca de darle calma—. Todo va a estar bien.

—Todo estará bien — repitió, inhalando y exhalando profundamente por la boca—. Todo estará bien.

—No perdamos tiempo, Mimi. Vayamos a comprobar si me harás tía de nuevo.

Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora