Colin
Emma es una chica muy divertida y ligera, casual y sin restricciones en la lengua. Quizás un poco descarada cuando me coquetea sin filtro ni vergüenza, pero una persona de gran corazón. Lo poco que llevo conociéndola en estos últimos cuatro días, hemos iniciado una amistad que espero prevalezca por mucho tiempo. Me gusta que sea tan natural y especifica en todo lo que hace. Además de que su comida me tiene delirando y suspirando.
El cuidado de Serena lo hemos sabido llevar sin mayor problema. Ella se encarga de asearla y vestirla, y yo me encargo de darle de comer y dormirla. Si pudiera quedarme pequeño toda la vida, devolvería el tiempo y lo haría, con ello no tendría todas estas preocupaciones que no me permiten tener paz conmigo mismo.
No he pensado en la situación que me encuentro con Lili, la verdad Emma y Serena me ha hecho olvidar de esa mujer que no merece ni que la tenga en el pensamiento. Gracias a la compañía de ellas, es que no he caído en esos pozos donde antes me sumergía de lleno y no me permitían salir, porque siempre había algo tirando de mi pie y me mantenía en lo más profundo y solitario de mi pena.
Ahora que Lili se ha salido de mi corazón, siento que esa atadura por fin se ha quebrado de todo mi cuerpo en sí. Era todo lo que visualicé y seguía queriendo que no podía salir a flote.
—Creo que alguien volvió a hacerse encima — comentó Emma, dejando su teléfono de lado para ahuecar la mejilla de Serena en su mano—. ¿No es así, m amor?
—Lávate bien las manos cuando termines.
—¡Siempre lo hago! — me tiró uno de los almohadones, tomando a Serena en sus brazos—. No le hagas caso a la cosa fea de tu tío, no sabe lo que dice.
Me quedé viendo su caminar hasta que desapareció de mi vista, aceptando que, incluso en sudadera, se ve muy bien. Su trasero sigue estando ahí; firme y bien moldeado. Borré la sonrisa de mis labios tan pronto me di cuenta del giro que tomaron mis pensamientos. ¿Por qué sigo pensando en su trasero? ¿Y por qué tengo que sonreír de esa manera tan estúpida?
Le confirmé a mi madre la asistencia para la cena de Navidad y subí a informarle a Emma para que se cambiara de ropa. Me quedé bajo el marco de la puerta de la habitación de Serena, viendo como le habla y juega con ella mientras le cambia el pañal. Emma tiene un acento que enreda con facilidad, aunque también tiene malicia en cada palabra que sale de su boca, su voz es demasiado excitante.
—¿Vas a seguir espiándonos?
—Mi madre nos espera en casa para la cena de Navidad. No te consulté antes, pero supuse que vendrías.
—Supones bien, aparte de que será nuestra primera Navidad... obvio con esta cosita preciosa, no tengo a dónde más ir.
—¿No viajas para estar con tu familia? — quise saber.
—Tengo muy pocas oportunidades de viajar a Colombia para estar con mi mamá. Cada que tengo vacaciones voy a Canterbury con mi padre; él vive allí con su nueva esposa.
—¿Tu padre es inglés?
—No, él también es colombiano, solo que la relación entre mis padres no funcionó más y lo dejaron hace muchos años. Él vino a trabajar aquí y mi mamá se quedó en Medellín. Ahora cada uno está casado y feliz por su lado.
—Oh, vaya. ¿Y tú viniste con tu papá?
—Así es, le seguí los pasos a mi padre sin pensarlo dos veces. Me gusta aventurarme, y hasta el día de hoy, no me arrepiento de haber decidido vivir aquí. Aunque no te voy a mentir, extraño mucho a mamá — me entregó a Serena—. Dale de comer, me voy a cambiar. Y asegúrate de sacarle bien los gases.
—Como ordenes, Srta. E.
Se alejó por el pasillo con un vaivén de caderas muy sensual. Miré a Serena y le sonreí, sacando de mi mente el balanceo natural de sus nalgas.
—Es culpa de esa mujer por ser tan bonita y caminar de esa forma tan provocativa. Te juro que no es mi culpa — confesé a mi sobrina de tres meses, sorprendiéndome a mí mismo por lo que acababa de decir—. No le digas a nadie, princesa.
Con esos ojos tan grises y bonitos como los de Harper, me miró por breves segundos antes de estallar en llanto, señal suficiente para dejarme en claro que tiene hambre. Le preparé su leche y me senté a darle de comer en el enorme sillón que Amelia tiene en medio de la sala. Aparte de cómodo, está ajustado para cuando ella la amamanta.
Me estaba durmiendo con el biberón en la mano cuando Emma hizo resonar el sonido de sus tocones por toda la casa. La niña no fue la única que se asustó ante el ruido, me pegué un susto de muerte al verla bajar enfundada en un vestido rojo y corto, con un escote profundo que dejaba ver un pequeño tatuaje en el final y el medio de sus turgentes senos. Su larga cabellera negra se ondeaba con cada paso a cada lado de sus caderas. No tenía un maquillaje extravagante; todo lo contrario, lo único que hacía juego con el vestido eran sus labios, el resto de su rostro se veía limpio de cosméticos.
A esa mujer todo le queda a la perfección, a tal vez es porque su piel morena y sus pronunciados atributos la hacen ver el doble de llamativa. Debe tener una fila larga y sin fin de pretendientes.
—Cuando quieras nos vamos, yo ya estoy lista.
—Eso veo — carraspeé, incomodo por sentir un cosquilleo prohibido en el cuerpo—. ¿Vas a salir así?
—¿Me veo mal? Me miré en el espejo un montón de veces y me aseguré de que todo estuviera en su lugar.
—No, de hecho, te ves preciosa — no aparté la mirada de su bonita expresión avergonzada—. Esa no era a pregunta, lo que yo quería decir es que está haciendo frío allá fuera.
—Solo son unos pasos de la puerta de la casa a la del auto, nada que un abrigo y un par de guantes no puedan arreglar — estiró los brazos para recibir a Serena—. Ve por sus cosas y nos vamos antes que el clima se ponga peor.
Obedecí atontado por su dulce perfume y esa sonrisa ladeada que me gusta mucho, siendo honesto conmigo, en demasía. Al traer todo lo necesario, salimos hacia la casa de mis padres. Durante el corto recorrido, mis ojos se desviaron más de una vez a sus muslos. Era como si su piel tuviese un imán y el contrario a este fuesen mis ojos.
Al llegar a casa de mis padres, Emma se apresuró en entrar primero con Serena. El frío la puede llegar a enfermar, por eso nos aseguramos de abrigarla muy bien antes de salir con ella. Me encontraba bajando las maletas del auto, cuando la bocina de un auto me sacó de mi labor. Sentí desagradable al ver a Lili legar como si nada a la casa de mis padres, luego de haberle dejado en claro que cuando fuese el momento lo hablaríamos. Por ahora no hay que hablar entre los dos.
Se bajó de su auto y se acercó con un sobre en la mano.
—Sé que no quieres verme, pero hoy me realizaron un ultrasonido... pensé que te gustaría verlo.
Recibí el sobre sin ánimo de discutir con ella, pero en vista de que no se iba, no tuve más opción que hablarle.
—¿Algo más?
—No... pero podemos hablar ahora y llegar a un acuerdo, ¿no?
—¡Mi amor, te estamos esperando! — el abrazo que me dio por la espalda, por poco me hace caer—. Oh, una no invitada.
—Lili ya se iba, ¿no es así?
—Necesitamos hablar de nuestro hijo — lo dijo con el fin de ofender a Emma, estoy seguro por el tono que usó.
—¡Oigan a esta! — Emma se carcajeó, apretándose contra mi cuerpo y haciéndome sentir ese perfume tan dulce y rico que desprende todo su ser—. No tienes nada de qué hablar con esta bicha, bizcocho —la miró con la misma soberbia que Lili la estaba mirando a ella—. Cuando nazca la pobre criatura, entonces hablamos de paternidad. Ahora si nos permites, la familia nos está esperando. ¡Feliz navidad, agonía!
Fue inevitable no soltar esa potente carcajada tras saber a lo que se estaba refiriendo, porque hace días atrás y en medio de bromas, me dio el significado de su tan usada palabra: «Agonía». ¿Cómo no olvidar al resto del mundo cuando hay una mujer tan única y maravillosa en su clase como ella?
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Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]
RomanceColin llevaba una vida plena y feliz junto a su novia Lili, pero su amor por ella se ve fracturado cuando se entera de la verdadera intención por la que ella estuvo tantos años a su lado, rompiendo así toda ilusión que guardaba en su corazón. Ha vi...