Episode 32

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Quise bromear un poco, porque esa sensación extraña no se iba de mi pecho, pero lo cierto era que no sabía interpretar si se trataba de un posible infarto o solo era la felicidad que me tenía al borde de sucumbir al más allá.

-Cómo que me va a dar algo.

-¿Cómo así?

-Siento algo raro aquí - me toqué el pecho, sintiendo contra mi palma lo acelerado de mi corazón-. Me vas a matar. Ese es tu propósito en la vida, lo acabo de descubrir.

-Pero de amor, dulzura mía - enredó su mano en mi pelo y me besó, sellando apenas el inicio de un nosotros que quizá dure toda una vida.

Correspondí a su beso con la misma fuerza y con las emociones a flor de piel. No sabía si llorar, reír o saltar, más todo salió de manera extraña de lo más profundo de mi ser. Mientras me perdía en el sabor de sus besos y en el experto roce de su lengua, me permití llorar de felicidad entre sus brazos.

Con el corazón llenito de su presencia, entrelacé mis manos en sus cabellos, profundizando ese beso tan apasionado y húmedo que nos hizo aflojar varios gemidos al unísono. Sus manos viajaron a mi trasero al instante, apretando mis nalgas entre sus grandes y fuertes manos. Su creciente erección la percibí en mis muslos.

Me vi elevada por los aires entres sus brazos, así que aseguré mis piernas atrás de su espalda y mis brazos por arriba de su nuca. El beso se tornó más furioso y ansioso, contenía grandes deseos. Bajo la bruma del beso, me llevó hacía la parte más alta del yate. No sabía a dónde nos dirigimos, más quedé en silencio por lo hermosa y grande de la habitación.

Las escaleras daban justamente en el centro de la habitación. La misma contaba con todo lo necesario; una cama, mesitas de noche, un televisor y dos sillones individuales. Al ser en lo más alto del barco, las ventanas están diseñadas en modo de medio circulo. El techo también cuenta con un claro por el cual se puede observar parte del cielo y las estrellas. Es un barco muy bonito, pero la belleza y el lujo es lo que menos me interesa en este momento.

Deseo volver vibrar entre sus brazos, sentir la humedad y la calidez de sus labios mientras sus manos me recorren entera y con lentitud. Tenerlo aferrado y yo tener que aferrarme de él a un mismo tiempo. Esa única vez fue solo un pequeño pasaboca de lo que en realidad quiero dar y recibir. No hay noche que sus besos, sus caricias y esa forma en la que nos tomamos se borre de mente. He perdido la cuenta de todas aquellas veces en la que me he tocado pronunciado su nombre.

-La Srta. E corazón negro es hermosa - mencioné, deteniendo la mirada en la cama-. Lo tenías todo bien planeado, ¿no es así?

-Quiero que esta noche sea todo perfecto para los dos.

-Es perfecto - le aseguré, besando sus labios una vez más, pero con más calma y suavidad-. No sabía que tuvieras un lado tan tierno y hermoso.

-¿Por qué no demostrar lo que siento? - caminó conmigo hasta la cama y me depositó sobre los pétalos de rosas rojas-. Te mereces esto y mucho más, además, quiero compensar un poco aquella vez. Nos dejamos llevar y no siquiera tuvimos tiempo de hablar.

-Es difícil hablar cuando el Monte Everest está presionándome tan deliciosamente - lo halé del cuello de su camisa y lo acerqué a mis labios-. No hay necesidad de decirnos palabras cuando nuestros cuerpos lo hacen, bizcocho. Deja que tu cuerpo me diga todo lo que siente por mí.

Me apoderé de sus labios, apretándolo contra mí y acariciándolo por completo aún por encima de la ropa. Siento arder con solo un beso. Sus labios son una adicción en la cual sí estoy dispuesta a perder para siempre.

La poca luz, la tranquilidad que se siente a nuestro alrededor y esos besos que son los únicos que hacen eco en la habitación, lo hace todo el doble de perfecto y romántico. Incluso las rosas huelen delicioso, aunque también se percibe un aroma envolvente y relajante en el aire.

Cada que me besa la emoción no me permite ni siquiera pensar con claridad. Todo lo que venga de él me rebasa y me empuja contra el abismo de un sentimiento que está tomando forma y sabor al fin de tanto soñar e idealizar en mi cabeza.

-¿Y si tomamos una ducha juntos, bizcocho? - gemí, como un poco atolondrada con la fuerza y pasión de sus besos.

-Más rico aun, dulzura.

Me cargó en sus brazos tan de repente como si fuese un saco de papas. Esos brazos tan grandes y fuertes son capaces de cargar a tres Emma sin problema alguno. Y yo encantada de multiplicarme con tal de ser la única en esos brazos tan cómodos y grandotes.

Me dejó sobre el lavado del baño y me atacó la boca sin perder un solo segundo de nuestro tiempo. Descendió sus labios por mi barbilla hasta mi cuello, allí se entretuvo probando y mordiendo mi piel a su antojo y provocando un sinfín de temblores por todo mi ser. Sus manos traviesas no se quedaron quietas, ellas acapararon mis muslos, mis caderas y parte de mi espalda, parecía que tenía más de un par porque las sentía a lo largo y ancho de mi cuerpo a un mismo tiempo. Ni siquiera me di cuenta que poco a poco fue despojándome de mi ropa hasta dejarme en lencería y las medias veladas.

-Eres toda una delicia, dulzura mía - se separó un poco de mi cuerpo, viéndome de pies a cabeza y mordiendo sus labios muy seductoramente-. Es imposible no volverme adicto a ti.

Esa mirada y el hecho de verlo reaccionar tan duramente ante mí, me hacía sentir poderosa y la única en su mirar.

-Ven aquí - le sonreí coqueta, haciendo una seña con mi dedo índice-. No me has besado lo suficiente. Te he extrañado mucho, además de que será un largo mes sin probar esos ricos labios que son solo míos.

Se acercó quitando su chaqueta y sonriendo de lado. Esas imágenes cochinas que me hacía en la cabeza están tomando forma una vez más. Esta vez sí puedo pellizcar mis mejillas y darme cuenta que es muy real y no un simple espejismo.

Contemplé su rostro, sus ojos brillantes y cargados de deseo, sus labios entreabiertos y húmedos. Lo tomé de la corbata y lo acerqué más a mi cuerpo, estrellando mis labios con los suyos en un beso fogoso a medida que recorría su pecho y jugaba con lo botones de su camisa.

-¿Te haces alguna idea de lo mucho que me encantas? - susurré, arrastrando mis dientes por su labio inferior.

Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora