—No la vas a perder, mi amor. No puedo ponerme en tu lugar, porque nunca he pasado por algo similar, pero entiendo que es sufrir esa ausencia de la persona que tanto amas. No hay que perder la fe ni la esperanza, esa chica que tan alegre, amable y de buen corazón es, pronto estará de nuevo por ahí haciéndonos reír con sus ocurrencias.
Sonreí con melancolía, extrañando en demasía la sensualidad de su voz y la malicia de sus palabras. Como extraño que me nombre, que me tiente con sus comentarios y me siga la corriente hasta perdernos en el otro por horas.
Harper me trajo ropa de cambio e implementos de aseo que pude usar en el baño de la habitación. El agua tibia me quitó gran parte del cansancio que sentía en el cuerpo, me motivó un poco para seguir estando en pie, aunque muy en el fondo no dejaba de pensar en todo lo malo que podía llegar a pasar. Aparté esos pensamientos negativos de mi cabeza, me vestí rápidamente y salí hacia la habitación donde mi reina se encontraba.
Antes de entrar me hicieron vestir con varios implementos de protección; como una bata azul y larga, un cubrebocas y un gorro del mismo color. La enfermera me guio hasta la puerta de la habitación de Emma en cuidados intensivos y me indicó que solo podía permanecer diez minutos con ella. En mi opinión era muy poco tiempo. ¿Cómo voy a decirle todo aquello que tengo atravesado en el pecho en tan solo unos cuantos minutos?
Mi corazón se descontroló a medida que iba adentrándome en el interior de la habitación. Lo primero que llegó a mis oídos fueron los pitidos de la máquina que monitorea y controla, tanto los latidos de su corazón como su respiración. Su pierna derecha estaba elevada al igual que uno de sus brazos. Era muy poca la piel que le podía apreciar desde donde me encontraba parado y no sabía que me había detenido porque verla en ese estado fue más duro de lo que había imaginado. Su rostro estaba cubierto con una máscara que la mantiene respirando y su cabeza estaba envuelta en una venda blanca. Su cuello se encontraba protegido con un cuello ortopédico.
—Dios mío, tantas lesiones...
Cerré los ojos por un segundo, tomando fuerza y valentía antes de desmoronarme por completo frente a ella. Me acerqué a paso lento a su lado y me quedé contemplando sus largas y negras pestañas descansar sobre sus pómulos, teniendo quizá la esperanza de verla despertar y que me dijera con una mirada que todo estaba bien.
—Dulzura mía — susurré, tratando de tomar su mano con cierto temor y cuidado—. Aquí estoy contigo, mi amor. No me voy a separar de ti ni un solo instante.
Sus dedos se sentían fríos al tacto, también su piel, a pesar de ser de un tono acaramelado, se podía apreciar la palidez en ella. Todos esos mágicos colores que ella me mostró algún día no están a su alrededor y eso no me agrada; todo lo contrario, me asusta y me rompe en miles de pedazos.
—Perdóname por no haber venido antes, pero ya sabes, estaba jugando a la bella durmiente — acaricié el dorso de su mano, fijando mi mirada en su plano vientre—. Pero no podías ir por mí porque eres tú la que ahora necesita ser salvada —besé su mejilla, era lo único que tenía a mi alcance y no había nada allí conectado—. Nuestro pequeñito debe estar en un mejor lugar. Supongo que no sabías que estabas embarazada. Y nosotros pensando que tu falta de energía se debía al exceso de trabajo. Siempre el chupasangre de ti jefe no era el culpable, sino yo, por esa semillita bella que sembré en tu ser —tragué el nudo que se había formado en mi garganta—. Ahora que lo pienso un poco mejor y, aunque me duela la manera en la que jugó el destino con nosotros, quizás no era el momento indicado de ser padres. Tenemos toda una vida para formar un equipo completo de fútbol, mi amor, pero para ello te necesito fuerte, entera y a mi lado; sobre todo, a mi lado.
Me quedé en silencio sin saber qué más decir. Que no me hable es una gran tortura. Esa voz tan melodiosa y dulce me hace mucha falta escuchar. Necesito de esa colombiana alegre y sincera para que me siga envolviendo en esa red de miel que brota de su ser. Moría por besar sus labios, darle mi aliento si es lo que le hace falta para volver a respirar por sí sola. Incluso soy capaz de dar mi vida por verla a ella bien. Lo daría todo por evitar este cruel sufrimiento que ninguno de nosotros merecemos y estamos viviendo.
No sé cuánto tiempo estuve contemplando su rostro sin pestañear y sin dejar de soltar esas lágrimas que no dejaban de caer de mis ojos. Regresé en mí cuando la enfermera me avisó que el tiempo ya se había agotado y la madre de la paciente era la siguiente en ingresar a verla. Esos diez minutos pasaron muy rápidos, no tuve tiempo de decirle todo lo que tenía guardado, pero a la vez no fui capaz de decir, porque todo lo que tengo retenido entre los dientes quiero que sea escuchado y entendido a la perfección por ella.
Al salir de la habitación, me estrellé con la madre de Emma. Me abrazó fuerte y lloró en mis brazos por unos cuantos segundos.
—No pensé que nos volveríamos a ver en estas condiciones — logró decir entre el medio del llanto—. No puedo creer que mi niña esté sufriendo de esta manera tan horrible. No pensé que ese último abrazo que me dio fuese a doler tanto ahora...
—No hay que perder la esperanza. Pronto volverá a nuestros brazos y no la vamos a soltar por mucho tiempo.
—Dios te escuche, papito — susurró—. Siento mucho la perdida del bebé, sé lo mucho que duele perder un hijo, aunque aún no hubiese llegado al mundo. Es un dolor que siempre llevaremos marcado en el alma.
—Muchas gracias...
—Apenas Amelia me llamó para avisarme, me subí en el primer avión y me vine. Mi hija me necesita ahora más que nunca... Esto duele mucho. Mi niña no merece pasar por nada de esto.
—Tienes una hija muy fuerte aferrada al vivir. Esto quedará en el olvido muy pronto, cuando ella esté con nosotros sana y salva. Entra con ella, te necesita ahora más que nunca — fue lo único que pude decir, pues sentía que la garganta se me cerraba con cada palabra que salía de mí boca.
Me recosté contra la pared del pasillo según la madre de Emma entró a la habitación. Limpié mis lágrimas y suspiré hondo. Las manos no me han dejado de temblar y el corazón aún se encuentra muy resentido, adolorido y destruido. Esa fotografía de mi dulzura no la puedo sacar de mi mente. Es sorprendente ese cambio que ha tenido. Se ve más frágil y vulnerable estando así. No queda nada de esa mujer fuerte y llena de seguridad y poder.
—Tengo la información del hombre que atropelló a Emma y se escapó antes que pudieran atraparlo — soltó Harper llegando a mi lado, sacándome de un solo tirón de mis pensamientos—. Y no fue precisamente por miedo que escapó. Créeme, este accidente no fue para nada accidental.
—¿Qué estás queriendo decir?
—Quien sea que esté detrás de esto solo buscaba matar a Amelia, ya no me cabe ninguna duda.
—¿Por qué estás tan seguro de ello?
—Porque vi los vídeos, y en ellos la intención de pasarle por encima a Amelia estaba muy clara. Pero Emma intervino, fue ella la que salvó la vida de mi esposa y de mi hijo a costa de la suya y de su propio hijo. Le debo todo en esta vida a esa mujer que tanto amas. Te prometo que esto no se va a quedar así. Voy a encontrar al que causó tanto y daño y le haré pagar así sea lo último que haga en mi vida. Te lo juro, hermanito.
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Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]
RomanceColin llevaba una vida plena y feliz junto a su novia Lili, pero su amor por ella se ve fracturado cuando se entera de la verdadera intención por la que ella estuvo tantos años a su lado, rompiendo así toda ilusión que guardaba en su corazón. Ha vi...