Episode 43

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Desperté desorientado, perdido y sin saber muy bien en qué lugar me encontraba. Ante mis ojos se desplegaba una habitación muy blanca y fría. Lo único que cortaba el silencio eran algunos ruidos que no logré identificar del todo. Me sentía ligero, como si nada me doliera, pero con un vacío por dentro que no podía describir con exactitud.

—Despertaste — esa voz suave e inconfundible era la de mi madre, tenía sus ojitos grises rojos y llenos de lágrimas aún así, me dedicó una linda sonrisa—. ¿Cómo te sientes, cariño?

Traté de conectar mis recuerdos, pero nada venía a mi mente. Todo estaba muy difuso y revuelto en mi cabeza.

—¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?

Incluso mi voz salió extraña, como perezosa y cansada.

—Estamos en la clínica. Has dormido por dos días enteros.

¿Cómo es posible que haya dormido durante dos días completos? ¿Qué estoy haciendo aquí?

—¿Y Emma dónde está? — levanté la cabeza, sintiendo poca fuerza en el cuerpo.

—No puedes levantarte, mi amor — varias lágrimas salieron de sus ojos, aunque luciera tranquila, se rompía en completo silencio.

—¿Por qué estás llorando, mamá?

Guardó silencio, secando sus lágrimas y sacudiendo la cabeza de un lado al otro. Por dentro de mi pecho sentía alguna preocupación y dolor, pero mis sentidos parecían estar adormecidos aún.

Miré a mi alrededor pero en la habitación no había nadie más que nosotros dos. Fruncí el ceño y puse a trabajar mis memorias. No recuerdo cómo terminé en la clínica. ¿Acaso me enfermé y no me di cuenta? Todo en mi mente seguía muy confuso.

—Voy a llamar al doctor para que te revise. Quédate aquí y trata de no levantarte de la cama. Ya regreso.

Nunca había visto a mi madre tan afectada como ahora. ¿Será que algo malo me está pasando? No le encuentro explicación o lógica a todo esto.

Me quedé mirando el techo de la habitación por largos segundos, pensando en Emma y el porqué no se encuentra por aquí. Algunas imágenes de ella y su sonrisa me calaron y me hicieron sentir seguro y con ansiedad de verla, pero así mismo como llegó el aroma de su dulzura a mi ser, la realidad me embistió sin piedad alguna.

Empecé a recordarlo todo; la llamada de Amelia, el accidente, las largas horas de espera, la muerte de mi bebé... y la de la mujer que tanto amo. Mi pulso se aceleró, lo supe por el ruido de las máquinas que permanecían conectadas a mi cuerpo. Un dolor agudo y punzante se instaló en mi pecho. De nuevo esa asfixia volvía a aparecer, era horrible sentir morir mientras aún se cuenta con vida.

Estoy soñando.

Esto solo se trata de un horrible sueño.

Busqué la forma de desconectar todos esos cables de mi pecho, pero mi cuerpo no reaccionaba a nada. Quería salir corriendo, irme lejos y buscar consuelo en sus brazos y hacerme a la idea de que todo era una mentira y un mal sueño. Ella aún está viva, esto se debe a una broma de muy mal gusto de la maldita irrealidad.

—¡Colin, por favor detente, puedes llegar a lastimarte! — gritó mi madre llegando a mi lado y tomando mis manos entre las suyas.

—¿Dónde está Emma? Traigala aquí, doctor. Dígame que no ha muerto, que solo fue un maldito sueño el que tuve. Que ella y mi hijo están sanos y a salvo.

—Usted me dirá si lo cedamos de nuevo, doctor— comentó una de las enfermeras.

—No, no es necesario — el hombre se hizo al otro lado de la camilla, dándome una sonrisa amable y genuina—. Recuerdas la condición de tu novia, ¿no es así?

—No me mienta, doctor. Dígame la verdad. No hay necesidad de decirme lo que ya sé... — hice el deber de no quebrarme.

Mi madre me tomó de la mano y me dio toda su fuerza, esa que solo ella me puede brindar en este momento donde he caído y no encuentro de qué sostenerme a mi alrededor para poder levantarme una vez más.

—Afortunadamente logramos estabilizarla hace dos días y no ha vuelto a presentar ninguna complicación severa, pero tampoco hay noticias alentadoras. Su estado sigue siendo crítico.

Estallé en llanto, dejándome engullir entre los brazos de mi madre. Lo sabía, lo sentía dentro de mí que ella no se había ido, que no podía haberme dejado solo porque ella me prometió permanecer tomada de mi mano siempre.

—¿Puedo verla? Quiero verla ahora mismo — traté de incorporarme, pero la mano del doctor sobre mi hombro me detuvo.

—Hay algo más — añadió—. En vista de la reciente reacción que tuvo después de la cirugía, la hemos inducido a coma.

—¿Por cuánto tiempo? — indagué curioso y con algo de miedo.

—Todo depende de la evolución que vaya presentando con el pasar del tiempo. Pueden ser días, semanas e incluso meses — dejó un apretón en mi hombro—. Ahora se le están haciendo más estudios para determinar cuan grande son las lesiones después de la cirugía.

—Haga todo lo que esté en sus manos para devolverme a la mujer que amo, doctor — le rogué—. Por favor.

—Ella está en buenas manos. Haré todo lo que esté en mi alcance para ayudarla.

—Gracias...

—Te daré el alta ahora mismo para que puedas entrar a verla. Entre más contacto tenga con las personas cercanas y su familia, mucho mejor. No será nada fácil este proceso largo y un poco abrumador, pero trabajando todos en conjunto los resultados serán favorables.

Me quedé recostado sobre el pecho de mi madre mientras ella me acariciaba el cabello y me apretaba contra sí. Una parte de mí se siente feliz, pudo haber sido peor a pesar de nuestra perdida, pero no puedo dejar de sentirme vacío y desecho por todo lo que perdimos en tan poco tiempo.

Aceptar el destino, lo que no fue y lo que viene de ahora en adelante es el único camino que me queda por afrontar cómo me encuentre. Debo hacer de tripas corazón y seguir adelante, tomando la mano de mi dulzura hasta sacarla de esa oscuridad en la que se encuentra sumida.

—Es una chica muy fuerte. Verás que pronto estará de vuelta con todos nosotros.

—La extraño, mamá. Esto que siento al no tenerla aquí conmigo no se lo deseo a nadie — toqué mi pecho—. Sentir esta incertidumbre aquí adentro duele mucho. Me mata el hecho de pensar que la voy a perder en cualquier momento.

Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora