•Episode 2•

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Lo que tenía pensado como un par de días, quizás unas cuantas semanas, se transformaron en meses. Pasé no sé cuántos meses lejos de todo, tratando de salir de un desamor, pero la verdad es que cada día la recordaba y la extrañaba más. Por más lejos que esté de ella, no dejo de pensarla ni un segundo. Incluso me he propuesto buscarla y proponerle una oportunidad para amarla sin que haya mentiras de por medio. La esperanza de que ella me ame no ha muerto en mi pecho ni un solo día.

Sin embargo, hubo un angelito precioso que me llenó todos los vacíos con solo mirarla a los ojos y sentir la calidez de su alma e inocencia. Desde que Serena llegó al mundo, tomé la valentía y decidí dar el paso y luchar por lo que tanto he querido y soñado. Mi vida gira entorno a Lili, ella siempre será con la única que me cree un mundo en todas las vidas. Ella es la única que merece el título de mi esposa y madre de todas mis criaturas.

Teniendo a mi sobrina en brazos, Amelia y Harper llegaron a la sala de estar tomados de las manos y sonriendo.

—¿Vas a quedarte a cenar? Emma, la amiga de Amelia, traerá comida suficiente para todos.

—¿La colombiana?

—Esa misma. Viene a conocer a Serena — explicó Amelia—. Quédate un poco más con nosotros, si quieres.

—Es tentadora la oferta, pero tengo que hacer unas cosas primero.

—¿Qué cosas? — inquirió Harper.

—Tengo algunos pendientes en la oficina. Ya sabes, estuve desentendido de todo por largo tiempo, así que voy a aprovechar estos días para terminar de ponerme al día — le mentí por primer vez a mí hermano y mejor amigo—. Te veo pronto, princesa —dejé un beso en la frente de Serena antes de entregarla a su madre—. Si salgo antes de la oficina, vendré.

—Te esperamos — Amelia sonrió.

Me resulta tierna mi cuñada, mas cuando quiere hacerme subir el ánimo a como dé lugar, pero esto que siento por dentro, es algo que solo Lili puede arreglar...

O en su defecto, terminar de destruir.

Salí de la casa de ellos en dirección a una floristería y luego al apartamento de Lili. Hace días tenía pensado venir a hacerle una visita, pero no había tenido el valor de hacerlo por miedo al rechazo. Lo ha hecho tantas veces, que ya no quiero seguir haciéndome más daño a mí mismo. No obstante, el corazón cuando está enamorado no razona ni entiende de rechazos.

Entré al edificio con el corazón latiendo a mil por segundo y las manos temblando sin control. La última vez que estuve aquí me dejó en claro lo mucho que se arrepentía de haber perdido su tiempo con alguien que no amaba. Me dijo tantas cosas que me hirieron y me hicieron tomar la decisión de irme, pero negado a dejar de sentir amor por ella.

Mientras subía por el ascensor, contemplé las Gerberas azules y blancas entre mi mano. Siempre fueron sus flores favoritas, y le gustaba mucho cada que llegaba con un ramo y una caja de sus golosinas favoritas, porque no es de comer ningún tipo de chocolate. Me permití saborear en mi mente los recuerdos, creer que es una visita más y un día más en el que me va a recibir con los brazos abiertos y un dulce beso apasionado en el medio del pasillo.

Si todo fue mentira para ella, ¿por que hizo verlo tan real con el pasar del tiempo?

¿Por qué mentirme por tantos años?

¿Por qué quedarse a mi lado solo por estar cerca de su verdadero amor?

Las preguntas y las dudas me atacaron de repente, torturando no solo mi mente, sino mi corazón que se niega a dejarla ir de la noche a la mañana o con el pasar del tiempo.

Ella era mi todo, y ha sido difícil aceptar no tenerla a mi lado; calentando mi corazón y mi alma con sus besos traicioneros, pero que me dejaban colgando de sus manos.

Respiré profundamente antes de soltar toda frustración por la boca y pensando en positivo; en que esta vez no se negaría a mí. El corazón por poco me sale del pecho en el preciso instante en el que toqué el timbre y no pasaron ni dos minutos cuando abrió con una expresión que me partió el alma en pedazos. 

Hace meses no la veo, pero sigue tan bonita como la recuerdo. Lo único que no me gusta es verla con el rastro fresco de las lágrimas por sus suaves mejillas. Sus lindos ojos azules no merecen tener ningún indicio de dolor, pero se nota a simple vista que algo anda mal.

—¿Qué haces aquí? Por favor vete, sabes bien que no te quiero ver más.

—¿Por qué es tan difícil que me des una explicación? — luché para no quebrarme ante ella—. O una oportunidad para saber qué tengo que hacer para que me ames.

—No puedes amar a la fuerza, Colin. Yo te quise... te quiero y te aprecio por lo que vivimos y por lo que un día creí sentir por ti, pero no te pude amar; nunca pude conectar mi corazón con el tuyo — sus lágrimas me debilitaron al tiempo que sus palabras me golpeaban fuerte y directo en el corazón—. No me sigas buscando más. Déjame vivir y vive tu vida con la mujer que quieras. Ya te he pedido perdón más de una vez...

—Si te digo que te sigo amando con la misma intensidad de siempre e incluso más, ¿no te es suficiente? — tragué mi orgullo y me hinqué frente a ella—. Permíteme enamorarte, sé que puedo lograr capturar tu corazón. Seré paciente, sabré esperar por ti y tu corazón, pero sabes bien que no puedo vivir sin ti. Eres todo para mí, mi amor. No me sigas torturando con tu ausencia. Han pasado meses, y sigo con los sentimientos intactos en mi pecho.

—No hay nada qué pensar, Colin — se arrodilló frente a mí y me acarició la mejilla, dejando salir sus lágrimas—. Eres un buen hombre, mereces que te amen de esa misma forma apasionada en la que tú amas, más yo no soy esa mujer que pueda dártelo todo.

—Sí lo eres, cosita preciosa — vi un rayo de esperanza, así que, sin perder tiempo, tomé su rostro entre mis manos y acerqué nuestras bocas, fascinado con la cercanía que me está permitiendo—. Déjame demostrarte con hechos que sí puedes amarme como yo lo hago —rocé nuestros labios con gran suavidad—. Déjame amarte hoy y siempre, mi reina.

Me apoderé de su boca, deleitado con el sabor de sus besos y la felicidad que, al corresponder con la misma intensidad, me provocó.

Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora