Episode 51

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—Bienvenida a casa, mi amor. 

Colin abrió la puerta de su apartamento para mí, regresó conmigo y empujó la silla de ruedas hasta al interior de este. Todo se veía tal cual en mis pocos recuerdos; el mismo olor, los mismos colores y esa misma sensación de aquí es donde pertenezco realmente. 

Me sentía cada vez encajando en el mundo y con todos a mi alrededor, sobre todo, con el hombre de mi vida. Es que incluso si hubiera perdido la memoria por completo, estoy segura que él hubiese hecho hasta lo indecible para que lo llegara amar.  No amarlo está de para arriba, porque este hombre es perfección interna y externa en cada cosa que me dice o hace. 

—¿Te gustaría descansar un poco o tienes hambre? Eso sí, no cocino tan perfecto y rico como tú, pero algo he de haber aprendido de mi hermosa novia. 

—No estaría mal comer algo después de la ducha, menos si viene de esas manos. 

No sabía cómo decirle que me llevara al baño, pero él pareció entenderlo y soltó una risita traviesa, divertida, quizás de añoranza y de que muchas veces se imaginó todo esto. 

—Pídeme lo que quieras, mi amor. No tienes que sentir vergüenza. Sabes bien que te he visto desnuda muchas veces. 

—Es que no es eso, papi. Las enfermeras eran las que me daban una limpiada en la cama y eso era horrible — puse cara de asco—. Me siento tan sucia.

—Ya vas a poder darte una buena ducha con agua tibia y en el jacuzzi. 

—Eso sí me gusta — asentí—. ¿Podrías ayudarme? 

—La pregunta ofende. 

Me tomó en sus brazos y me llevó a su habitación. Recuerdos de las noches en as que nos amamos llegaron a mi mente. Recordé esas veces en las que me tomaba en cada rincón del apartamento, en cada pasillo, contra pared. Esas veces que cocinábamos juntos y terminábamos desnudos sobre la encimera. El calor se apoderó de mi cuerpo, de mi rostro y de todos mis sentidos.

—Voy llenando el jacuzzi mientras tratas de quitarte la ropa. Si no puedes, no hagas ningún esfuerzo, ¿está bien?

—No te preocupes, papacito.

Desapareció por un de las puertas de su amplia habitación, dejándome con el suspiro a punto de salir de mis labios. Moví la silla hacia la ventana y me quedé contemplando la maravillosa vista de Londres. 

—Mi sueño se hizo realidad — recordé las tantas veces que le dije a mis padres que mi vida estaba hecha en otro continente del mundo y no en el que nací—. Y sigo cumpliendo mis sueños...

En vista de que mi teléfono quedó destruido en el accidente, Colin me brindó uno nuevo que ni siquiera había tenido tiempo para configurar estando en la clínica. Lo encendí, pero no recordaba ninguna de mis cuentas, así que creé una nueva. A fin de cuentas, esto es como volver a nacer y empezar de cero. como si apenas estuviera llegando al mundo.

Tiré el teléfono en la cama cuando una punzada en la cabeza me advirtió que no debía forzarme a nada. El doctor dijo que era normal presentar migrañas constantes. Agarré la bolsa y miré un sinfín de medicamentos en ella. La mayor parte del tiempo la paso durmiendo por todo esto que tomo para el dolor y mi recuperación, pero no sé en sí para qué son cada uno. 

—¿Te ayudo? — su voz me sacó de mis pensamientos. 

—Sí, pero tengo un poco de dolor de cabeza. ¿Sabes cuál es el medicamento que debo tomar? 

—Ven, déjame ayudarte — tomó la bolsa y rebuscó entre ella, salió de la habitación y regresó con un vaso de agua—. Tómalo — me pasó el vaso de agua y dos pastillas—. Es mejor que descanses. Mañana puedes tomar la ducha. 

Colin (Bilogía King II)(En Físico)[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora