Capítulo 40

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Entierro la cuchara en el cereal con leche, llevo media hora jugando con lo que debería ser mi desayuno pero no tengo apetito. Miro la hora en mi celular y son las 06:22hrs he estado despierta la mayoría de la noche, tengo ojeras, dolor de rodilla, sueño y el corazón resentido.

Salgo de casa con un gorro de lana, pequeñas gotas comienzan a caer anunciando el mal día que habrá, comienzo a conducir a una velocidad media porque las calles lucen poco a poco más humedas y no pretendo provocar un accidente, generalmente los conductores tienen una mala costumbre que consiste en adelantar a cada auto como si les quedaran solo minutos de vida, son imprudentes causando accidentes tan brutales que a veces nisiquiera mueren ellos si no que personas inocentes las cuales no se saltan las reglas de tránsito, bueno yo trato de andar a mi ritmo y no hacer mucho caso a los impacientes que tocan su puta bocina para que vaya más rápido, pero una regla de todo conductor debería ser que siempre respetemos la velocidad limite y no adelantar en curvas.

Luego de esa pequeña disertación de conductor responsable tomo el desvío que tiene un letrero gigante con letras en mayúsculas "AEROPUERTO" son 20 kilómetros y llegaré, la verdad es que mi casa está ubicada en el lado contrario al que los aviones se elevan para comenzar su vuelo, entonces creo que nunca he visto uno cerca de ahí o un helicóptero, nada de eso.

El aeropuerto tiene un estacionamiento al aire libre lo que significa que debo correr a la entrada para no mojarme, salgo de mi auto poniendo la alarma y corro como si vinieran zombies detrás de mí, siempre me funciona para tener mayor resistencia.

Miro buscando el vuelo hacia Canadá y aún no lo han abordado, camino rápido entre mucha gente y sus maletas, recuerdo que Raquel dijo que el destino era Alemania pero aún quiero creer en Dylan, por eso voy hasta donde están esperando las personas que van hacia Canadá, busco con la mirada y veo un chico de la misma contextura que Dylan, suspiro aliviada caminando hacia él.

—Amor — lo volteo del hombro asustandome

—¿Quién eres? — me repasa de pies a cabeza y hace una mueca, sí señores mi vestimenta no está muy cool el día de hoy

Un jeans rasgado con una sudadera gris  no es muy bien mirada en un aeropuerto que tiene personas vestidas casi para un desfile de moda.

— Mil disculpas, te confundí

¡Tragame tierra! Me equivoqué de persona, doy media vuelta caminando hasta el centro del aeropuerto donde  están las pantallas con todos los vuelos,  la hora indica que tengo poco tiempo para poder encontrarlo antes de que suba al avión, solo me queda revisar el vuelo hacia Alemania. Camino casi corriendo por algunos segundos, mi corazón bombea con tanta fuerza que se saldrá de mí caja torácica y además puedo presentir que esto no terminará bien.

Los presentimientos jamás mienten.

— Señorita, disculpe — me acerco a alguien que trabaja aquí —  el vuelo hacia Alemania de las 07:45hrs
¿Ya abordó?

Mira sus uñas color carmesí y de manera sumamente lenta busca en su computador la información que he pedido, siento que pasa más de mil años y no habla.

— ¿Encontró algo? — insisto

Rueda los ojos masticando chicle con olor a menta, su boca se abre exageradamente y por eso puedo olerlo.

— Están pronto a hacer la fila

No me detengo en dar las gracias porque es muy poco eficiente su trabajo o al menos ahora lo fue, no quiero correr pero camino con rapidez, debo subir una escalera mecánica hasta el segundo piso donde debería estar la sala de espera, para mi mala suerte hay tres y debo mirar rápidamente dos hasta dar con la que es sí o sí,  freno antes de entrar para arreglar un poco mi aspecto.

Sueños Rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora