Bruno apartó de forma rápida y algo brusca a Camilo de él al oír la voz de su hermana, esta los miraba con una ceja levantada y en lo alto de su cabeza se divisaba una nube.
—Pe-Pepita...esto...bueno... —Bruno estaba bloqueado, no sabía que decir, ni él mismo sabía que estaba haciendo o lo que había estado a punto de hacer.
—Mami, me he tropezado y me he caído y el tío Bruno me ha sujetado y casi le doy un cabezazo —se excusó el chico mientras fingía vergüenza.
La nube de la cabeza de la mujer empezó a desaparecer y su expresión se suavizó un poco.
—Corazón, ten mas cuidado —dijo la mujer acercándose a ellos.
—Si, mami...
Los tres se dirigieron a la casa Madrigal en silencio, Camilo aún se estaba calmando del momento, había estado a punto de volver a besar a Bruno, no pensó en las consecuencias, solo quería sentir sus labios. Bruno por su parte no sabía que pensar, ¿de verdad ha pasado lo que él creía?, ¿había estado a punto de besar a su sobrino?, pensaba el hombre que le daba vueltas al cabeza, de vez en cuando miraba a Camilo furtivamente.
Al llegar, Casita los saludó moviendo unas ventanas y Bruno sin decir nada subió a su habitación a paso rápido ante la atenta mirada de Camilo que iba a ir tras de él cuando su madre le llamó.
—Corazón, ven un momento.
Camilo detuvo su marcha para subir las escaleras para dirigirse a la concina, donde lo esperaba Pepa.
—¿Si, mami?
—Tu papá me ha avisado antes que si podías ir a llevarle esto —dio dándole un paquete envuelto en un pañuelo.
—Claro, ¿Dónde está?
—Esta con Luisa y tu tío Agustín ayudando con la reforma de una casa en la zona este.
—Vale, voy ahora.
—Ten cuidado —le aconsejó Pepa mientras le chico salía de la cocina.
Camilo pasó por el patio interior y antes de salir miró arriba, hacia la puerta de Bruno, sin duda tenía que hablar con él sobre lo que había pasado antes de que el hombre empezase a darle muchas vueltas. Pero lo haría al volver de su encargo.
Salió de la casa y volvió al pueblo, esta vez a paso mas rápido, no tardó en llegar a la plaza, a diferencia de esa mañana, el puesto de Julieta estaba menos poblado, solo había una persona que, fijándose bien, Camilo pudo ver que era Lucas. Se acercó.
—Hola, ¿te has hecho daño? —preguntó el chico la ver al pelinegro allí.
—No, solo estaba ayudando a tu tía a cerrar el puesto.
Camilo miró y no vio a su tía. Lucas se fijó.
—Ha ido a buscar a tu tío Agustín.
—Oh, yo también voy donde él —decía Camilo rascándose la cabeza.
—Si quieres cierro esto y te acompaño —se ofreció Lucas sonriente.
—Vale, espero.
Lucas no tardó nada en cerrarlo todo y muy cortésmente le comunicó a Camilo que podían empezar el viaje. El camino los llevó a caminar un largo rato.
—Oye, Camilo, que ágil es tu tío, ¿no? —decía Lucas —me ha sorprendido esta mañana.
—Si, yo tampoco me lo explico a veces, es muy rápido y ágil.
—Para la edad que tiene...
—Tampoco es tan mayor... solo tiene cincuenta y uno.
—Treinta menos que yo en unos días —dijo Lucas medio sonriendo.
ESTÁS LEYENDO
El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)
RomanceHa pasado una semana desde que Bruno sufrió el fatídico accidente. Desde entonces lo ha pasado en cama, inconsciente, tiene varias costillas rotas, al igual que un brazo y las dos piernas, algo fácil de arreglar en cuanto despierte, pero no parece q...