Los primeros rayos de sol empezaron a iluminar el cielo de Encanto, allí en la plaza, dos personas se daban la mano.
—Encantado de conocerle, señor Bruno, me llamo Arturo Vázquez.
Bruno asintió con una sonrisa cuando se fijó en que en la muñeca del chico había una cicatriz. Arturo percibió su mirada y rápidamente apartó la mano y con la manga de la camisa se tapó la cicatriz.
—El placer es mío Arturo, ¿y que haces tan temprano por aquí?
—Ya sabe que la tienda la abro muy temprano.
—¿Qué tienda? —preguntó Bruno sin perder la sonrisa amable.
Arturo miró al hombre mas extrañado que antes, con una sonrisita nerviosa, realmente no sabía si lo decía en serio o si era una broma. ¿Sera por lo que pasó y me culpa por ello?, pensó el chico de piel oscura.
—¿No va Camilo con usted? —dijo cambiando de tema.
Bruno arrugó un poco la nariz.
—No, estará tonteando con Lucas —dijo con tono que denotaba rencor.
—¿Lucas? —preguntó Arturo.
—Su noviecito.
Arturo abrió mucho los ojos con un claro gesto de sorpresa que no paso desapercibido para el mayor.
—¿Cómo?... ¿y usted?
—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Bruno.
—Bueno.... usted y Camilo cuando romp... —Arturo se calló y notó como un escalofrió le recorrió el cuerpo —¿ha sido culpa mía?, ¿por lo del accidente?
—Joven Vázquez, lo siento, pero no entiendo nada... ¿Qué tengo que ver yo con el novio de Camilo y el accidente? —Bruno lo miraba dubitativo —¿Viste lo que pasó? —hizo esa pregunta con reticencia, ninguno de la familia le había contado lo que ha había pasado exactamente, solo sabía que se había caído del tejado.
—S-sí, estábamos Camilo, usted y yo.
—¿Camilo estaba? —Bruno sintió como una punzada en el pecho, su sobrino había estado en el accidente y no le había contado nada, se sintió engañado y decepcionado, aun mas.
—Si... él me salvó, pero luego...
—Para, para, para... vamos a otro sitio y me cuentas todo.
—Pero...
—Por favor.
En la casa Madrigal, unas horas después todos estaban alrededor de la mesa degustando el desayuno, Pepa y Julieta hablaban mientras se bebían sus cafés, lo mismo hacían Agustín y Félix que comentaban el trabajo de ese día, mientras que los demás hablaban entre ellos. En la mesa faltaba Bruno, que había avisado con una nota, que transportó una de sus ratas, que iba a llegar tarde a desayunar.
Camilo miraba su plato aun con cara de sueño, había vuelto a ponerse la ruana verde, no pensaba quitársela hasta que Bruno no volviese a su estado normal. Esa mañana quería volver a intentar hablar con Bruno, pero no lo encontró. En la mesa, se fijó que Lucas, aunque parecía de animo normal, vio que lo que pasó la noche anterior le afectaba, por alguna razón, él podía ver que sus ojos no brillaban como siempre. Aun se sentía culpable.
—Mamá, hoy Lucas va a empezar a trabajar con Mariano y conmigo —dijo Antonio contento.
—Lucas, de verdad, no es necesario, eres nuestro invitado... —comentó Julieta mirando al joven.
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El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)
RomanceHa pasado una semana desde que Bruno sufrió el fatídico accidente. Desde entonces lo ha pasado en cama, inconsciente, tiene varias costillas rotas, al igual que un brazo y las dos piernas, algo fácil de arreglar en cuanto despierte, pero no parece q...