CAPÍTULO 8 - MI ÁNGEL DE LA GUARDA

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Camilo se encontraba frente a la cama de su madre, sobre la última plataforma formada por nubes. Allí se encontraba Bruno que, tras todo el esfuerzo y el shock también acabó desmayado y lo trasladaron a la cama de Pepa.

Camilo era ahora el encargado de vigilarlo hasta que se despertase, lo miraba con cierta preocupación, aunque el hombre no mostraba signos de agotamiento, pero para Camilo, fue duro volver a ver caer a su tío. La ultima vez que pasó algo así, perdió la memoria.

El joven lo miraba, deseaba abrazarlo y besarlo, su necesidad cada vez era mayor, se moría por degustar sus labios, todo esto se le estaba haciendo muy difícil. ¿Acaso tendría que empezar a olvidar él también?, pensó Camilo con cierto terror en el simple hecho de pensar eso. NUNCA.

De pronto, Bruno abrió los ojos lentamente. Camilo se percató y rápidamente se acercó a él.

—Bruno, ¿estás bien? —dijo mientras se sentaba en la cama.

El hombre con los ojos entrecerrados aun miraba a todas partes hasta enfocar a la cara de su sobrino.

—¿Camilo?

—Si, soy yo...estas en la cama, te desmayaste.

Bruno parecía pensativo cuando de golpe se incorporó haciendo que Camilo se tuviese que echar un poco para atrás.

—¿Y Lucas?, ¿está bien?

Como si de un alfiler diminuto se tratase, Camilo sintió ese pequeño pinchazo en el corazón, nada destacable pero lo suficientemente doloroso como para que le molestase.

—Si, está bien, está en tu cama... esta fuera de peligro. La tía Julieta ya le dio comida.

Bruno, aliviado, suspiró y se dejó caer nuevamente en la cama con una sonrisita. Camilo lo miró y debería alegrarse por ver sonreír a Bruno, pero no lo hacía.

—¿Tú estas bien? –preguntó Camilo perdiendo algo de dulzura en su voz.

—Si, creo que sí, sobrino... no me duele nada.

—Me alegro... te he traído de todas formas buñuelo de mi tía Julieta, por si los necesitabas.

Bruno le sonrió, haciendo que Camilo se sonrojase ante esa sutil e inocente muestra de cariño.

—Muchas gracias, estás en todo —dijo alargando la mano y revolviendo los rizos del chico.

La dulzura volvió al chico que, llevándose una mano al cuello y mirando de forma distraída a otra parte respondía al hombre.

—No hay de que, yo por ti haría lo que fuese...

—¿De verdad?

—Si.

—¿Me harías entonces el favor de ir a ver a Lucas y ver cómo está?

Camilo perdió un poco de esa sonrisa, y miró fijamente a Bruno, abrió la boca algo molesto para decir algo, pero en ese momento irrumpió Julieta en la habitación.

—¿Cómo esta el enfermito? —preguntó la mujer.

Camilo al ser interrumpido se calló y se apartó un poco de la cama.

—Bastante bien, Juli.

—Me alegro —decía la mujer mientras entraba y saludaba a Camilo.

—Yo mejor me voy —dijo ahora el joven con una voz algo seca.

Bruno al ver que se iba se dirigió a él.

—¿Me haces el favor entonces?

—Que sí, que si —dijo sin voltearse levantando una de sus manos.

El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora