El viento agitaba las ramas y arbustos del bosque, apenas se oían ruidos de animales cuando Bruno y Camilo atravesaron el pequeño camino que llevaba a su lugar especial, el lago donde habían pasado infinidad de cosas entre ellos.
Al llegar allí les sorprendió, aunque no era la primera vez que lo veían, como la luz de la luna que entraba por el claro reflejaba con el agua y creaba unos brillos flotantes que parecían mágicos. Dados de la mano, llegaron a la orilla y tomaron asiento. Desde fuera parecían una pareja de adolescentes, sonrojados, con risitas tontorronas y evitando mirarse directamente.
—Muchas gracias por venir —dijo Bruno rompiendo el hielo.
—Por ti haría lo que hiciese falta —respondía Camilo que notaba crecer su timidez.
Bruno río y se pasó la mano por el pelo, estaba nervioso, durante toda la tarde lo había estado pensando y finalmente lo iba a hacer; después de todo lo que ha pasado, y aunque ya lo tenía muy presente, estar alejado de Camilo no había sido fácil y sabía que el chico no lo soportaría si pasase, pero tenia un plan, un plan que hiciese que el día que él faltase, su niño pudiese ser feliz o al menos intentarlo.
—¿En que piensas? —preguntó el chico que lo miraba.
—En que me siento muy afortunado de tenerte en mi vida —soltó Bruno de pronto y lo agarró de las manos —¿sabes que te quiero mucho no?
Camilo sintió que sus oídos se derretían por esas palabras, sentía ese amor, pero no puedo evitar extrañarse de lo dramático que estaba siendo ese hombre.
—Si lo sé, y yo también te quiero mucho, mucho mas que a mi propia vida —Camilo hizo una pausa —y a lo mejor me he dado cuenta tarde, pero es así, sin ti no soy nada. Al verte ahí, sin saber quien era yo, sin saber lo mucho que te quiero me hizo ser consciente de muchas cosas...
—Milo...
—Déjame acabar, por favor...
Camilo tomó aire.
—He sido muy estúpido durante mucho tiempo, te he hecho daño, te he engañado, he sido lo peor de lo peor... y posiblemente no me merezca que tú me quieras, pero... al no tenerte conmigo sentí que mi vida se apagaba.
—Pero ahora me tienes aquí, y no pienso irme de nuevo —dijo Bruno acercándose mas a él y acariciando su mejilla.
—Lo sé, pero... ¿y si no puedes cumplirlo?
Bruno lo miró a los ojos.
—¿Y si al final te acabo perdiendo?... ¿Qué será de mí?
—Milo, escúchame, a lo mejor te suena mal, pero nunca pongas el origen de tu felicidad en una persona. No es justo ni para ti ni para mí.
—Lo se... pero, ¿Qué puedo hacer?...
—No tienes que hacer nada, simplemente, no pongas tu felicidad en mí, haz que yo forme parte de tú felicidad.
—¿Y eso como se hace?
Las pulsaciones de Bruno comenzaron a subir, se notó nervioso, ni en sus sueños pudo imaginar que la situación fuese tan precisa.
—Pues veras... —Bruno echó mano a su bolsillo, y sacó algo, Camilo vio como su mano temblaba, el hombre extendió el puño para ponerlo frente a él y abrió poco a poco los dedos —puedo formar parte de tu felicidad si hacemos algo que nos una, que no nos una solo físicamente, si no espiritualmente.
Camilo miró la mano extendida de Bruno, en su mano, descansaba un artilugio de hierro, redondo, un anillo.
El chico abrió los ojos a mas no poder notando como su reparación se aceleraba y su pecho comenzaba a bombear a gran velocidad, levantó la mirada de la mano a los ojos temblorosos del mayor, se sentía algo confuso y alterado, no llegaba a creer lo que veía ante sus ojos.
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El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)
RomanceHa pasado una semana desde que Bruno sufrió el fatídico accidente. Desde entonces lo ha pasado en cama, inconsciente, tiene varias costillas rotas, al igual que un brazo y las dos piernas, algo fácil de arreglar en cuanto despierte, pero no parece q...