Arturo y Lucas caminaban por la calle, hacía un momento habían pasado la plaza, el chico de piel oscura llevaba dándole vueltas a varias cosas, pero por una parte no se atrevía a hacer la pregunta, no sabía si quería saber la respuesta.
—¿Qué pasa? —preguntó Lucas la ver al chico pensativo.
—¿Eh...?... na-nada...
—Venga —dijo adelantándose un poco y poniéndose delante de él para cortarle el paso —te conozco desde hace poco, pero me basta y me sirve para saber que algo te preocupa.
Arturo se detuvo y se rascó la cabeza frotándose la nuca.
—¿Recuerdas lo que pasó ayer por la noche?
Lucas ladeó un poco la cabeza.
—¿La cena?
—No, después.
—Después de cenar fuimos a la cama y me dormí enseguida —dijo Lucas algo avergonzado —¿no me digas que me puse a roncar y no te deje dormir?
—No, no... no roncas.
—Uff —que alivio.
Arturo comprobó que, para Lucas, todo lo que paso esa noche no había pasado, cosa que le confundía mas. Lo miró a sus ojos, el ojo verde seguía ahí, no hacia falta ser un lumbreras para saber que había que evitar que ese ojo se volviese rojo.
No tardaron mucho mas en llegar a su casa, allí la señora Vázquez abrió y saludó. Arturo le contó la historia, omitiendo la parte en la que había sido agredido, quería evitarle sufrimiento a su madre, y presentó a Lucas.
—¿Puede quedarse a dormir unos días?
—Oh, por supuesto, todos los amigos de Arturo son bienvenidos —dijo la mujer saludando a Lucas.
—Muchas gracias señora, espero no ser una molestia.
—Para nada.
Arturo acompañó a Lucas a la habitación de invitados y lo ayudó a instalarse.
—Oye... muchas gracias por dejarme dormir aquí... la verdad es que no tengo mas sitio donde ir —confesó Lucas.
—No es ninguna molestia... pero... ¿y tu madre?
Lucas ensombreció un poco la cara.
—Solo tengo a mi hermano.
Arturo no comprendía, había visto no hace mucho a la señora Fernández en la tienda de telas, pero tampoco quería meterse donde no lo llamaban.
—Perdona por preguntar.
—N-n-no es na-nada, no te preocupes —dijo Lucas que al levantar la cabeza se vio como su ojo verde ahora tenia un tono violáceo — so-solo es que-que-que- no quiero hablar ahora de eso —decía le pelinegro mientras se agarraba las mangas de la camisa y miraba furtivamente a todos lados.
—Vale, no te preocupes... te dejo descansar.
En ese momento se vio con claridad como el tono violeta de su ojo volvía al verde.
—Vale, y muchas gracias, igualmente —dijo con una sonrisa cálida.
Arturo se despidió y salió por la puerta cada vez mas confuso, se planteó seriamente aceptar la oferta de Dolores.
Mientras, en la casa Madrigal, todos estaban sentados en la mesa.
—¿Qué pasa?, ¿Qué hacéis todos mirándome? —dijo Alma.
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El Camaleón que no Podía Cambiar de Color (Camilo x Bruno) (Brumilo)
RomantikHa pasado una semana desde que Bruno sufrió el fatídico accidente. Desde entonces lo ha pasado en cama, inconsciente, tiene varias costillas rotas, al igual que un brazo y las dos piernas, algo fácil de arreglar en cuanto despierte, pero no parece q...