Parte 12

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Capítulo 12

Sabía que algo le estaba sucediendo, y que era distinto a lo usual. Audrey se moría de ansias por saber qué era lo que tenía a Nora con la mirada pérdida en el vacío, mientras Bonnie trataba de animarla lamiéndole la mano para que tirara la pelota.

La maestra había llegado a la clínica sin previo aviso, y tras un saludo de lo más vacío de felicidad, le pidió a Audrey tiempo a solas. Audrey se lo había concedido, y ahora estaba en su hamaca fingiendo leer.

—Vale —dijo después de un rato—. ¿Qué pasa?

—¿Eh? —Nora se giró hacia ella, sentada sobre el césped—. ¿De qué hablas? Estoy bien.

—Se nota a lo lejos que no. A mí no me engañas.

—No creo que me conozcas lo suficiente como para saber cuándo estoy bien o no.

La respuesta le pareció un poco caustica a Audrey, así que torció el gesto y pensó en que lo mejor sería dejar de preguntar. Al final de cuentas, eran los asuntos de Nora y ella no pintaba vela en ese entierro. Decidió olvidarlo y se concentró en su libro.

—Mi mamá engaña a mi papá —declaró Nora al cabo de unos minutos.

Audrey dejó de leer y se sentó en la hamaca, esperando por si la mujer tenía algo más qué decir. Al ver que Nora seguía dándole la espalda, decidió acercarse y ponerse a su lado. Bonnie se fue con ella y se acurrucó entre sus manos.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque la vi. Estaba en la cama con un fulano. Aprovechó que mi papá había salido y... ¿cómo se le ocurre? Es decir, sé que mi viejo no es el hombre perfecto, pero... no lo sé —suspiró—. No sé cómo tomarme esto.

—Es la vida de tus padres —dijo Audrey—. No digo que no debas sentirte mal, porque es válido que tengas esto en la cabeza —hizo una pausa para aclarar sus ideas—. Entiendo cómo te sientes.

—¿De verdad? —Nora la miró con desconfianza.

—Sí. Mis padres también fueron infieles el uno con el otro. Siguen juntos a pesar de eso. Ya no se aman, así que no les importa lo que el otro hizo o dejó de hacer.

Nora exhaló y acarició la cabeza de Bonnie. A veces costaba creer que sus problemas no eran únicos, y que muchas personas habían sufrido lo mismo que ella.

—Ojalá yo tuviera esa clase de fortaleza para que nada me afectara. Siempre me la paso preocupada por todo: la salud de mi papá, el humor de mi mamá, los estudios de mi hermana, mis alumnos, mi trabajo, el dinero, Bonnie...

Audrey se limitó a escuchar las quejas de la mujer, que si bien no eran para morirse, eran algo que le robaba el sueño y la tranquilidad tan deseada por cualquier persona.

Bonnie se echó para que le frotaran la barriga. Nora rió por el gesto de su mascota y se preguntó si la perrita era capaz de entender lo mal que se sentía por dentro y por eso intentaba animarla. Sus ojos se llenaron de lágrimas que se apresuró a limpiar con el dorso de la mano. Se puso de pie y estiró la espalda entumecida.

—En fin —dijo caminando hacia el pequeño huerto que había hecho con la doctora Burton. Acababan de sembrar semillas de calabaza. Florecerían en unos meses—. ¿Qué recetas se pueden hacer? Mi mamá preparaba calabacitas rellenas con carne molida. A mí nunca me gustaron del todo. Parezco una niña que no quiere comer sus vegetales.

De alguna manera, Audrey sintió impotencia por no poder animar a Nora. Sabía que, de todos modos, no tenía por qué hacerlo. Cada una tenía sus propios asuntos y debía encontrar la mejor manera de superarlos, de adaptarse y crecer aprendiendo de sus errores. La mujer estaba en el límite: problemas financieros, problemas laborales y ahora, problemas familiares.

[Terminada] Lo que Amo de Ti [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora