Parte 3

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Capítulo 3

Nora exhaló y colocó otro cinco en la prueba de una niña cuyo rostro ni siquiera se molestó en recordar. Por una razón que nadie le había dicho, un cinco era lo mínimo que un profesor podía ponerle a un estudiante, así no hubiera hecho ninguna tarea a lo largo del trimestre. El simple hecho de asistir ya ameritaba la mitad de la calificación.

Su cama estaba llena de papeles. Sólo tenía un diez registrado en su lista y le pertenecía a Karla, la cerebrito del grupo. Nora imaginó cómo sería tener un salón lleno de alumnas tan brillantes como ella, todas trabajando a la par sin quejarse ni poner el lugar patas arriba. Tal vez algún día podría presumir de su rendimiento en alguna junta, como lo hacían los demás profesores.

Ciencias era la mataría donde más reprobados había, y eso la hacía quedar mal a ella como profesora.

—Al mal paso darle prisa —se dijo para echarse ánimos.

A veces se sentía sola porque, bueno, los maestros ya de por sí tenían mala fama y eran tachados de flojos. Si Nora no se daba sus propios reconocimientos, ¿quién lo haría? ¿Quién le diría que valía la pena lo mucho que se mataba trabajando con cuarenta y dos estudiantes en una pequeña aula?

Tomó su bolígrafo y siguió calificando sus exámenes.

No pasó mucho tiempo cuando oyó música provenir desde el primer piso de su casa. Eran baladas de desamor que venían acompañadas de la cansina voz de su padre. A Nora le dieron escalofríos por oír la música y supo, sin tener que verlo, que Victor estaba borracho.

—¡Bájale a eso! —Gritó Lourdes, la mamá de Nora—. ¡Intento leer!

—¡Cállate y dame la cena!

La música aumentó de volumen. Nora maldijo para sus adentros. Perdió la concentración enseguida y cerró la puerta con seguro. Volvió a su trabajo, dispuesta a terminar con sus pendientes; pero su mente ya se había ido volando y no logró concentrarse en lo que hacía.

Siempre se ponía así cuando su papá llegaba. Era como si un miedo extraño aflorara dentro de ella y la perspectiva de una pelea le quitaba hasta el sueño. Se preguntó si ella era la única persona que se sentía así.

Incapaz de seguir, recogió los exámenes y los metió en una carpeta. Mañana tendría que volver al trabajo y no sabía cómo decirles a sus estudiantes que no había terminado de calificar.

Bueno, tampoco era como si a ellos les importara mucho.

Fue justo antes de acostarse cuando llamaron a su puerta con fuertes toques que casi le sacaron un grito de miedo. Sintió que se le encogía el corazón y abrió.

—¿Papá?

—Bah, tu mamá me quitó la música. Prende tu computadora, voy a escuchar mis canciones aquí.

—Es que ya me iba a dormir y...

Victor no la dejó terminar. Pasó sin que ella pudiera hacer nada y se sentó delante de la computadora a esperar a que su hija la encendiera. Tenía una lata de cerveza en la mano y le dio un cuantioso trago antes de eructar.

Nora encogió las cejas y gruñó. No le quedó más remedio que obedecer porque, al final de cuentas, esta era la casa de sus padres y no la suya. Encendió la computadora, puso Youtube y le dejó a su papá el teclado. Victor escribió el nombre de la canción que quería y le subió el volumen. Luego se dispuso a cantar como si la vida se le fuera en ello.

Nora escuchó su voz melancólica mezclada con la música triste. Se le quitaron las ganas de estar ahí, así que salió de su cuarto y se marchó a la calle para tomar aire fresco. Al menos ahí, bajo la oscuridad, nadie la vería y podría tomarse el tiempo de relajarse.

[Terminada] Lo que Amo de Ti [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora