Capítulo 13
Audrey detuvo el coche delante de la casa de Nora, y durante unos segundos tuvo la tentación de echar reversa y volver a la hamaca para seguir comiéndosela a besos. Le había encantado la sensualidad en los movimientos de su boca, la manera en la que ella le había dado permiso de acariciarla por debajo del vestido. La mujer no había salido corriendo, sino que había profundizado ese vínculo que empezaba a unirlas con fuerza.
—En fin —Nora suspiró y se quitó el cinturón de seguridad—, gracias por el aventón. Compartir un rato contigo fue lo mejor de esta semana de porquería.
—Eh, mira —sonrió Audrey—, empiezas a expresar tus emociones. Está bien si dices que fue una semana de mierda. Mañana será mejor... o peor.
—Supongo —volvió a resoplar y se humedeció los labios—, hay cosas que no podemos controlar ¿no? tú misma lo dijiste.
—Lo dije, pero depende de ti el interiorizarlas y aceptarlas. Por mucho que te lo digas, sino lo comprendes, son palabras muertas.
—¿Nuestras charlas siempre serán así?
—¿Así cómo? —Preguntó, acomodándose sobre la silla. Tenía miedo de que Nora le dijera que hablaba demasiado o que decía puras estupideces. En ocasiones Audrey pensaba que tenía más madera de psicóloga que de veterinaria.
—Ya sabes... —Nora hizo ricitos con su cabello—, yo compartiendo cómo me fue y tú brindándome tu punto de vista.
—Si quieres. También puedo quedarme calladita y escucharte.
—No. Me gusta tener a alguien que entienda. Mi papá sólo me dice que no les dé importancia a mis problemas, y mis compañeros de trabajo se han rendido y viven estas dificultades como si fuera parte su rutina. Siento que nadie le toma la seriedad a lo que sucede con los maestros y las dificultades por las que pasamos. No me gusta quejarme, pero...
—Renuncia —dijo de repente.
—¿Qué?
—Renuncia. Si las cosas no te agradan, renuncia. Claro que no te estoy diciendo que lo hagas mañana, ni que te rindas como una perdedora; pero si no ves cambios provechosos a futuro, hay un montón de cosas que una mujer tan dedicada y responsable como tú podría hacer.
Nora no reprochó aquella sugerencia porque ella misma había pensado en hacerlo. Sin embargo, la idea era una recién nacida y no le prestaba mucha atención. Sí, había días en los que se le antojaba no ir a trabajar, quedarse en casa a mirar series o encontrar algún empleo por el que le pegaran cada semana.
—Como sea, sólo quiero entrar a casa, meterme a la bañera, ponerme el pijama y dormir.
—Oye —Audrey se inclinó hacia ella—, sobre lo que pasó entre nosotras...
—¿Qué pasa? —Nora también se inclinó con una media sonrisa—. Sucedió y ya. Creo que es de esas cosas que si las hablamos, se volverán incómodas.
—Sólo quisiera dejar algo en claro— Sabía que darle un beso a una mujer como ella no era cosa de juego. No se trataba de una Morgan anhelante de sexo ni de una Amira que se pasara los problemas sentimentales por el culo. Nora era distinta, más sensible, más disciplinada, y por eso Audrey quería enseñarle que lo que había sucedido no era consecuencia de la casualidad ni de un juego de niñas—. Me encantó besarte y creo que es más que obvio que me van las mujeres. Así que... sólo quería que supieras que no pretendía jugar contigo.
—Ay, Audrey —Nora se conmovió por su sinceridad. Sujetó con cariño las mejillas de la doctora Burton y la besó varias veces en la boca—. A mí también me gustó como no tienes idea.
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[Terminada] Lo que Amo de Ti [Historia Lésbica]
RomanceNora es una dedicada maestra de ciencias que siempre trata de verle el lado positivo a las cosas, a pesar de las muchas dificultades que hay en su vida y su trabajo. Cierto día, se encuentra a una perrita de la calle y decide llevarla al consultori...