Parte 9

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Capítulo 9

Nora volvió a casa con la idea de que el día no podía empeorar, pero se equivocaba. Había un coche estacionado junto a la reja y ella recordó que le pertenecía a su tío Albert, hermano de Victor. Era un hombre arrogante que no se dejaba ver por el resto de la familia, pues siempre estaba trabajando y yéndose de viaje. No era precisamente millonario, pero al menos él no debía la factura del internet.

Nora observó durante unos instantes la encerada carrocería del Mazda modelo 2022 y se preguntó cuánto ganaría su tío para estar cambiando de transporte cada año. La última vez lo había visto conducir un Toyota Camry con tanta tecnología que parecía una nave espacial y no un coche.

Bueno, tal vez él tuviera un buen auto, pero Nora tenía una bicicleta en el garaje.

¿Su tío tenía una bicicleta? No.

Entró a casa y oyó la voz de su papá que discutía con su hermano en la cocina. Nora se asomó para escuchar. Albert y Victor reñían temas de dinero. Al parecer, su padre le había pedido una cantidad a su hermano y no se la había pagado.

—¡Mira como vives! —Exclamó Albert—. Tú casa es una porquería y ni siquiera está limpia.

—¡Lourdes está recién operada! ¡No la voy a poner a trapear!

—¿Y no tienes hijas?

—Emma está estudiando y Nora trabaja.

—¡Pues hazlo tú! Te la pasas tomando y tomando —replicó Albert con las manos en la cintura. Se giró un momento y vio a Nora, pero no le hizo caso.

Nora, a su vez, contempló a su tío y se avergonzó de ella misma y de su papá. Albert tenía un puesto en una empresa de comunicaciones. Ganaba buen dinero y siempre vestía pantalones elegantes y camisas costosas que delataban su estatus. Una sola de esas prendas ya valía más que todo un cajón de calcetines.

Por el contrario, Victor estaba en los huesos, sin camisa y con un bigote mostacho que lo hacía parecer un indigente. Nora vio que se le marcaban las costillas y que su pecho no era más que una cubierta delicada de piel morena que escondía su frío corazón. Desde hacía meses tosía sin preocuparse por acudir al médico, y Nora ya estaba cansada de insistir.

—Como sea —dijo Albert—. Necesito el dinero.

—¿Lo necesitas?

—Bueno, no. Me sobra el dinero, pero es un préstamo que te di y me dijiste que lo devolverías. La familia y el dinero no se llevan y lo sabes. No te di ese dinero porque me cayeras bien o porque fueras mi hermano.

—¿Y por qué me lo diste?

—Para recuperar intereses —explicó como si fuera lo más natural del mundo—. Nada es gratis.

—¡Tendrás tu dinero! —Prometió Victor y le dio un trago a su lata de Sprite—. Ya, vete. Anda a cogerte a tu amante.

—Si le dices algo a mi esposa sobre mi amante, te voy a tirar los dientes.

Victor se burló de su hermano con una carcajada y se mantuvo tranquilo, sentado en el comedor. Albert entendió que no podría sacarle un centavo, así que se dio la vuelta dispuesto a marcharse. Pasó al lado de Nora sin siquiera saludarla y salió aporreando la puerta.

—Mentecato —dijo Victor—. Ah, ya llegaste.

—¿Qué onda con ese loco?

—Es un cabrón. Ya se le olvidó que fui yo quien tuvo que trabajar de albañil para pagarle su universidad. Sin mí, ahora sería recolector de botellas.

[Terminada] Lo que Amo de Ti [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora