Parte 11

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Hola! capítulo de hoy 


Capítulo 11

—Entonces —dijo Audrey mientras regaba las plantas—, ¿Así que tú hermana se comporta cómo una rebelde de quince años?

Nora resopló y usó los pies para mecerse sobre la hamaca. La semana pasada, Audrey había colocado una hamaca entre dos árboles del patio y solía acostarse por las noches para mirar las estrellas si el cielo se lo permitía.

—Así es. Le pagamos la escuela de medicina y compramos lo que le piden. ¿Por qué actuar como una malagradecida? Mis papás la confrontaron anoche por llegar tarde, y ella simplemente los tiró a locos.

Audrey dirigió el chorro de agua de la manguera hacia las rosas que estaban junto al muro de su patio. En unas semanas florecerían y le darían mucho color al lugar.

—Ay, no lo sé, linda. Tal vez... tal vez es su forma de expresar que ya toma sus propias decisiones y por eso se la pasa de fiesta en fiesta. No quiere sentirse como una niña.

Nora pensó en que la doctora podría estar en lo cierto. Emma había tenido una infancia fría y emocionalmente distante con sus papás. No les tenía el mismo cariño a ninguno de los dos. Era como si los odiara no muy en el fondo, o como si se avergonzara de su situación financiera.

Suspiró otra vez y se acomodó en la hamaca. Observó a Audrey, que estaba de espaldas a ella con la manguera en la mano y un lindo sombrero sobre la cabeza. Los rayos del atardecer se reflejaban sobre su melena ondulante y el agua le había salpicado en las piernas. Era una imagen ciertamente encantadora que, de alguna manera, hizo que Nora se sintiera tranquila estando en su presencia.

Bonnie perseguía y les ladraba a las mariposas azules. Intentaba perseguirlas y saltaba con ellas. Después se revolcaba sobre el césped y emprendía una veloz carrera de un lado a otro.

—¿Sabes? —Rió Nora desde la hamaca—. Me gustaría que te quedaras con ella. No se la confiaría a nadie más que a ti.

—No digas eso —Audrey la miró con una sonrisa natural—, la perrita es nuestra. Ya no pienso en regalarla. Me hace feliz tenerla aquí.

—Yo tampoco quiero darla en adopción.

Audrey volvió a sus plantas. Nora, que ya no resistía en deseos de acercarse, bajó de la hamaca y caminó descalza sobre el césped mojado. Le puso a Audrey una mano en la espalda baja y tomó ella la manguera.

—Yo riego. Ve a acostarte. Diste muchas consultas hoy.

—¿Y qué me dices de ti? No te pagaron.

—Sobreviviré con atún y agua. Ya me las apañaré. Me queda algo de mis ahorros del último pago.

—¿Segura?

—Si —forzó una risa—. Todavía no tengo que salir a pedir caridad. Anda, déjame ayudarte.

La doctora le dio la manguera y, antes de irse, sujetó a Nora de la cintura y le habló con voz tranquila.

—Oye, está bien que, de vez en cuando, expreses la frustración que sientes. No te tragues las cosas así nada más.

—Estoy bien, Audrey. Sólo sigo tu consejo: afronto mis problemas con la mejor actitud. Además, el dinero va y viene. No me hice maestra para hacerme millonaria.

—Admiro lo valiente que eres —confesó Audrey, dándole un beso en la frente como si Nora fuera una niña—. Que queden bien regaditas las plantas.

—Claro que sí —Nora le apuntó a la mujer con el chorro de agua y le mojó el rostro. Audrey no hizo más que cerrar los ojos y sonreír arrugando la nariz.

[Terminada] Lo que Amo de Ti [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora