CAP 23. Australia

2.2K 117 4
                                    

Sam

Han sido horas interminables de vuelo, si pensaba que Londres estaba retirado esto es dos veces más lejos, pero han valido la pena cada minuto, he aterrizado por fin en Australia, Lando me ha dicho que no podrá venir por mí al aeropuerto pero mandaría a John a recogerme y me da tanta alegría verlo de nuevo ya que somos como familia.

Lo veo esperándome en la salida, tiene su playera de McLaren puesta y sus característicos lentes negros.

—Así que tú eres mi chófer asignado — trato de sonar sarcástica al acercarme a él.

— De entrenador a chófer no me puedo quejar —me da un abrazo— gusto en verte Sam, vamos, si no te llevo pronto Lando no dejará de mandarme mensajes preguntando por ti — toma mi maleta y caminamos hacia el auto.

—¿Cómo está Abi, Sam? — pregunta emocionada.

—Muy bien, aunque esta triste por no poder venir aquí, te extraña mucho — me encojo de hombros.

—Prometo qué la próxima carrera vendrá conmigo— sonríe.

—Lo sé, está loca por verte de nuevo —sonrió igualmente.

— Esto de tener una novia del otro lado del mundo me está matando — dice el británico.

—Ni lo digas — niego divertida con la cabeza —¿Cómo lo vez esta temporada, John? — preguntó para cambiar el tema.

— Bastante motivado diría yo, espero que tenga su primer podio pronto— dice quitando la mirada del camino por un momento centrándose en mí.

— Espero estar ahí cuando eso pase — sonrío.

— Mientras celebren en un lugar privado donde nadie más lo vea, estaré bien — suelta una carcajada cuando lo dice.

— ¡John por Dios! — le doy un golpe en el hombro.

— O vamos Sam somos familia ahora — dice riendo.

No dudo que Lando le allá contado de nuestra aventura con el del correo, se los resumo un poco, mientras nos tocábamos en su casa nos pilló un señor, estábamos en el jardín del patio trasero, él detrás de mí, mientras estimulaba mi clítoris y me besaba el cuello yo no dejaba de soltar gemidos demasiados ruidosos, mientras Lando tenía su mano dentro de mis bragas un señor ya de avanzada edad apareció en nuestro campo de visión sobresaltándonos y alejándonos de golpe, nunca en mi vida me había sentido tan avergonzada.

Saque su mano dentro de mis piernas con rapidez y me voltee escondiendo mi cara en su pecho, estaba tan avergonzada por lo que presencio que no tenía cara para verlo, el señor no sabía que hacer, así que sólo nos dio los buenos días y se fue sin más, seguramente llegó ahí por los constantes ruido que provenían de mi boca, desde ese entonces nunca más lo volvimos hacer afuera a menos que fuera de noche o en el yacusi.

—Vamos John no me obligaras a decir lo que tú y mi prima hacen — contrataco.

—No sé de qué hablas — responde relajado.

—¿De cuantas pulgas es tu pantalla nueva? — preguntó, aprieta sus dedos sobre el volante y no puedo evitar soltar una carcajada del mismo modo que él.

—Bien, no volveremos a tocar ningún tema —dice.

—Estoy de acuerdo — contesto, llegamos al hotel y mi corazón comienza a acelerarse siempre que estoy a punto de verlo.

— Tu habitación es el 204, está en el séptimo piso, Lando subirá cuando terminé sus asuntos, procuren descansar por favor— sigue bromeando.

—John— lo reprendo — gracias — me despido y me propongo a buscar mi habitación.

Amor a Distancia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora