3 años después...
Sam.
— Felicidades a nuestros graduados — culmina el rector de la NYU, todos nos levantamos de nuestros lugares gritando y arrojando nuestros sombreros de graduación.
Por fin me he graduado de la universidad.
Por fin cumplí mi sueño de ser psicóloga.
Lily se arroja a mis brazos estrechándose contra mi cuerpo.
—¡Lo logramos, Sam! ¡Lo logramos! — canturrea emocionada.
— ¡Lo hicimos, Lily! — respondo igual de emocionada que ella, me separo para ver sus lindos ojos verdes llenos de emoción — Serás una gran doctora.
— Y tu una gran psicóloga — responde, bajo la mirada y coloco mi mano en su pequeño vientre abultado.
— También serás una gran mamá — respondo, sí, Lily está embarazada de cuatro meses, fue una gran sorpresa para todos cuando nos dieron la noticia, pero estábamos muy felices por ellos.
— Será la niña más amaba por todos sus tíos — responde conmovida — Y quiero que tú estés con ella si algún día nosotros, le faltamos — levanto la mirada atónita y mi sonrisa se pierde.
— ¿Quieres que...yo sea su madrina?
— Claro que queremos que sea su madrina — responde Fer llegando a su lado para besar la mano de su prometida — no pensamos en otra persona que no fueras tú.
— Yo... — los ojos se me llenan de lágrimas — no sé qué decir...
—¡Di que sí, Sam! — dice Lily.
— ¡Claro que sí! — respondo rodeando a ambos con mis brazos por los hombros — Claro que acepto ser la madrina, joder, no puedo creer que tendré una ahijada — me separo y limpio mis lágrimas con cuidado de no arruinar mi maquillaje.
Estas increíbles personas se merecen todo mi apoyo como ellos lo han sido todos estos años conmigo, me sostuvieron como dos pilares fuertes cuando regresé a Nueva York y les conté había perdido a mi bebé.
Después de que Lando saliera por la puerta del hospital esa tarde, no lo volví a ver nunca más que en la televisión, nunca mandó un mensaje, nunca me busco, cumplió su promesa de dejarme sanar sola.
Han sido años duros en los que tuve que luchar contra la depresión qué me azotó, al tener un apego mutuo con esa persona, dejarla ir fue muy difícil, pero gracias a los increíbles amigos que tengo, que no me dejaron sola en ningún momento, salí adelante.
— Felicidades, muñeca — susurra una voz ronca sobre mi oído, me sobresalto un poco y giro para encarar a la persona que ha hecho que mi corazón vuelva a acelerarse por su cercanía, extiende la mano y me entrega un hermoso ramo de flores azules, mi color favorito.
— Me asustaste, idiota — respondo golpeando su hombro y regalándole una sonrisa — gracias — toma mi mentón con delicadeza y planta un beso corto sobre mis labios.
— Estoy muy orgulloso de ti y lo que has logrado.
— Gracias, por ser un apoyo para mí en este tiempo — respondo rodeando su cuello con uno de mis brazos y plantándole un beso otra vez — Gracias por sacarme una sonrisa cuando más lo necesitaba — inclino mi frente para tocar la suya.
— Lo hice porque te quiero, Sam — Marcus sonríe y se separa para besar mi coronilla.
Las cosas dieron un giro muy grande, de pensar que nunca más dejaría entrar a alguien en mi vida, Marcus Armstrong lideo mucho tiempo con mi rechazo para logar que le diera una nueva oportunidad al amor.
Durante un tiempo no quise saber de ninguna relación amorosa, Marcus llego a Nueva York un tiempo después para visitar a su hermano y quedarse aquí para buscar un departamento donde vivir ya que había dejado a la Formula dos a un lado y le dio la bienvenida a la Indy Car.
Nuestra relación no fue la mejor cuando nos conocimos, pero con el paso del tiempo, logro sacarme una sonrisa y tomarle cariño, estuvo conmigo en los momentos en los que ya no podía más y sobre todo, llenando esos huecos que dejo él en su ausencia.
— Al que no parece gustarle mucho la idea es a tu papá — susurra, volteo en dirección a donde mi papá nos observa, su semblante es frio, nunca le dije la verdadera razón por la qué terminé mi relación, tampoco supo que iba a tener un bebé, sabía que no perdonaría a Lando nunca por que de algo sé es que ama a Lando.
— No eres tú solo — niego con la cabeza — no confía en los pilotos...
— Valla rachita que llevo en mi espalda — suelto una sonrisa — Iré con mi hermano ¿Vale? Después seremos tú y yo el resto de la noche.
— Claro que si — sonrió para darle un beso de despedida — Saluda a Dereck.
— Lo haré — responde, me dedica una sonrisa antes de alejarse, sonrío al verlo ir por su hermano, Derek pudo ser un grano en el culo, pero al pasar de los años, nos hicimos amigos y ahora, cuñados.
Voy a donde mi familia se encuentra, abrazo a mis papás y luego a mi hermano y Mich quienes están muy orgullosos por mí, mi prima me sorprende rodeándome con los brazos por detrás y gritando entusiasmada, sonrío cuando volteo y veo junto a Eva, Emily, Cristal, Javier, Jorge, Marcos y John con ella.
— Felicidades, Sam — dice, sonrío rodeándolo con mis brazos.
— Gracias, Abi — beso su mejilla.
— ¡Felicidades, pelinegra! — dicen mis amigos mexicanos abrazándome en grupo.
— Es bueno verlos a todos chicos.
— Muchas felicidades, Sam — dice la voz ronca de John, volteo en su dirección y sonrió.
— Gracias por haber venido, John.
— Gracias a ti, por invitarme — suspira — No quiero arruinar el momento, pero sabes que él también estaría orgulloso de todo esto.
Mi sonrisa decae un poco pero rápidamente me compongo tratando de que no se note mi nostalgia solo de mencionarlo.
— El pasado queda atrás, John y prefiero que así este.
— ¿Por qué no vamos a comer mejor? Las graduaciones me dan hambre — Dice Abi interrumpiendo la incomodidad tomando el brazo de su novio.
— Si buena idea — le siguen mis amigos.
— Adelántense, los alcanzo en un momento — digo dándoles una sonrisa.
— No tardes — dice mi prima.
Los veo alejarse y alcanzar a mi familia, el hermoso cielo nos brinda un color azul, esta despejado, hay miles de estudiantes con togas de color morado por todos lados.
Mi etapa aquí a terminado y sigue el siente capítulo, suspiro pesado viendo a mis compañeros tomarse fotos, una sensación extraña recorre todo mi cuerpo haciendo que mi corazón se acelere, la sensación de ser observada por alguien me hace estremecer.
Volteo a todos lados buscado esa mirada penetrante que me hizo poner los pelos de punta, pero no la encuentro, miro el árbol detrás de mí, unos minutos como esperando a que salga él con un traje negro y me mire orgulloso como siempre lo ha hecho, niego con la cabeza sacando esa idea absurda de la cabeza porque sé que eso no pasará.
Nuestro tiempo se terminó, no todas las historias tienen un final feliz, por qué aprender a soltar también es aprender a amarse a uno mismo, por qué saber perdonar también es seguir adelante y dejar el pasado atrás.
Lo nuestro fue un amor que llego a rompernos y hacernos daño, nos llevó a alejarnos por nuestro bien.
Nos llevó a vivir un amor a distancia en distintos caminos.
Nos llevó a ser dos desconocidos nada más.
The Fin...
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Amor a Distancia (Libro 1)
Teen FictionSamantha Melgara es una chica mexicana apasionada por el deporte de la Fórmula 1, junto a su hermano han crecido viendo los autos correr. Su mayor sueño es ir a un gran premio de la ciudad de México y eso pronto se hará realidad, no obstante ella no...