Isabela
Ultimo partido. Ultimo verano. Una decisión.
Llego ese día, donde marcho a ese lugar que tanto me costó encontrar y la verdad, si me soy sincera, todavía no sé si es el lugar que realmente quiero ir, pero Francia es el único lugar que logro convencerme para encontrar, tal vez, mi lugar en el mundo que ahora mismo se debe encontrar quien sabe dónde.
Este último año, no empezó como me hubiera gustado, me costó salir de la tristeza que me dejo la despedida de Teo, pero a medida que los meses comenzaron a pasar logre enfocarme en mí, que era lo que quería desde un principio y pude sacar adelante mi vida emocional y al equipo de vóley del colegio que me habían dejado a cargo.
Tal vez no fui una buena capitana, pero sé que les deje el sentimiento de lucha y perseverancia, que todo lo que se propongan se puede lograr si trabajan juntas para derrotar a cualquier rival.
En menos de una hora, mi hermano vuelve a nuestra ciudad a llevarme al aeropuerto, junto con Lola ya que ambos, decidieron mudarse juntos a la capital. Hace varios meses no vemos a Alex ni a Luka, sus equipos los tienen continuamente entrenando y entre partidos. Demostrándoles que esto dejo de ser algo de niños y se transformó en su responsabilidad.
Ya no son esos chicos aficionados por el vóley, que cada vez que veían un partido en la televisión lo dejaban, ahora a ellos se le borro esa sonrisa y esa pasión que antes tenían, no dudo en su amor por lo que hacen, pero como dije, dejo de ser un sueño, ahora es la vida real y cotidiana.
Y ahora se convierte en mi nueva realidad.
De todas mis compañeras de equipo en el colegio, fui la última en tomar la decisión de donde quería ir a jugar, conté con varias opciones para elegir el lugar donde quería jugar y seguir formándome.
Podría quedarme en España o volver a Argentina, pero algo me dice que debo marcharme de este país lleno de recuerdos y de mi país, que ahora nadie me espera ahí y ya dejo de ser mi lugar seguro.
Con ayuda de mi padre, termine por bajar las últimas maletas de mi habitación hacia la sala, donde me esperaban Eva y Julia escondiendo sus ojos cristalizados en una gran sonrisa de felicidad.
Después de varios meses, comencé a volver a visitar a Julia y a su familia, para mí, al principio era muy difícil pisar la casa de Teo. Su casa era recordar todo constantemente, sentir su olor y estar junto a las personas que el mas quiere, no podía soportar ese recordatorio de que él, ya no estaba a mi lado.
— ¿Emocionado? — curioseo Eva con una gran sonrisa.
—Si...Creo, no lo sé.
— ¿Que sucede cariño?
—Es que España...— largue un gran suspiro de frustración. — Nada, estoy bien y contenta, no se preocupen.
Lo que descubrí de ellas dos, este año, es la complicidad que llevan y sus miradas de no creo una puta palabra de lo que dices. Lo saben, todos a estas alturas, tenía esa pequeña esperanza de que alguien, en realidad el, me revele su destino y tal vez, reencontrarme con esos ojos que tanta falta me hicieron este último año.
Pero es una promesa, la hicimos y debemos cumplirla, se que nuestros familiares están haciendo un esfuerzo grande en no meterse en nuestras vidas. Ellos entienden que cada uno debe seguir su sueño y si la vida lo decide, volver a encontrarnos.
Es difícil, porque paso un año de que no sé nada de él y lo extraño tanto como esa primera noche que no pase a su lado, quedándome toda la noche llorando, recostada con su suéter y todo lo que me quedo de él, a mi lado. Todos esos recuerdos, que ahora se encuentran empacados en mis maletas porque no importa donde vaya, quiero llevarlo y sentirlo a mi lado, junto a esa cadenita que no me saco para nada y la cual leo todas las noches para animar un poco mi humor.
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...