Isabela
Se comienza a sentir la presión en el aire, pero nadie más que nosotros la sabe. Ellos quieren saber el ganador, los que se coronan como medallistas de oro, nosotros queremos la disputa, su disputa, como ex compañeros de equipo y como los mejores amigos que toda la vida practicaron el mismo deporte, tendiéndose las manos cuando más se necesitaban.
Ellos quieren los ganadores.
Nosotros la disputa.
En estos seis años que conozco a Luka, nunca lo había visto con esa cara, su rostro esta de manera inexplicable, por momentos se lo encuentra completamente serio y por otros, asustado, como si el resultado, sea cual sea, pesara.
A ellos les pesa el resultado que se corone, uno gana y otro pierde, ese sueño por lo que tanto lucharon juntos desde niños.
Teo de igual manera, en pocas ocasiones volteo a sonreírme, los nervios y miedo que tiene se sienten por todo el estadio, más de una vez vi a Benjamín acercarse para hablarle en su oído, tal vez, tratando de que Teo se calme un poco y logre rematar alguna que otra pelota.
Los tres están fallando, ningún quiere arruinar los sueños del contrario, pero lamentablemente, el camino que elegimos se hizo para aplastar a nuestra más grande ídolo y ellos, como amigos, tienen que entenderlo.
— ¿Hace mucho que comenzó?
La voz de Marcos me hizo voltear mi cabeza totalmente sorprendida, para encontrarme con él y sus compañeros de natación tomando asiento a un lado mío, saludándome con sus características sonrisas.
Negué y me dispuse a saludar a cada uno de ellos.
— ¿A qué equipo alientas, Palermo? — pregunto Marcos, acomodándose en su asiento.
— ¡A España Marcos! ¡¿Qué es esa pregunta?! — exclamo uno de sus compañeros.
Antonio, o como le digo, el pequeño que sigue a Marcos por todos lados, sin dejarle ni siquiera alimentarse como corresponde, en todos lados que Marcos este, Antonio aparece y se le pega como una pulga.
Retuve una carcajada cuando Marcos volteo a mirarle con el ceño fruncido, haciendo que su pequeño amigo levantase las manos en señal de paz.
—Es Argentina. — señalo, mirándome.
— ¿Estas de broma? — inquirió Antonio, llamando la atención de sus otros dos compañeros.
Negué entre risas.
—Eso explica demasiado...
— ¡Hey! ¿Qué explica? — inquirí con el ceño fruncido.
—Tu acento español horrible.
Lo fulmine con la mirada. Estoy cien por ciento segura que puedo hablar mejor que él.
—La verdad no ofende Isabelita.
Busque la mirada de Marcos que estaba reteniendo una carcajada. — ¡¿Tú piensas eso?!
—Se te ha pegado alguna que otra palabra Palermo. — sonrió divertido. — Es gracioso.
Puse los ojos en blanco y decidí que lo mejor era ignorar a Marcos y sus cachorritos que le siguen para todos lados, en especial a Antonio, que desde este preciso momento se acaba de convertir en mi enemigo mortal, sacándole el puesto número uno al pesado de Teo y solamente por dejarme en evidencia.
Desde que tengo conciencia estoy rodeada de españoles, mi madrastra, Alex y toda su familia. Estaba clarísimo que alguna que otra cosilla se me iba a pegar con el pasar de los años y ahora, que hace años no piso el suelo de mi propio país, estaba muchísimo más claro que antes.
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...