Capitulo 7: Todo o nada

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Isabela

Después de cinco años, la gente cambia, evoluciona, retrocede, vuelve nuevamente a progresar y así, un ciclo. El ciclo de la vida, son cambios que uno hace con los baches que le van apareciendo en su camino y el cómo logra resolver esas adversidades.

Todo este tiempo, alejada de esas personas tan especiales en mi vida, me enseñaron a sentirme bien conmigo misma y ayudarme en esos momentos, en los cuales la soledad me abatía por completo. Porque supongo que eso era crecer, socorrerte cuando el mundo se te viene abajo y te encuentras perdido, en solitario y lejos, de algunos posibles rescatista.

Eso fue lo que tanto estuve buscando, el sentirme completa en soledad, en entender la diferencia de querer estar solo y que te dejen solo. Fueron años en sanar esa parte de mi, en perdonar y entender que las personas, a veces, creen que es mejor alejarse que quedarse y que la cobardía, es una gran salida. No lo es. Mis padres, lo entendieron y a tiempo, mejorando su relación conmigo.

Pero la segunda, elegir estar sola y convivir conmigo, mirándome al espejo, entendiéndome y conociéndome, fue la tarea más difícil, ya que los primeros años quería estar con cualquier persona que no sea yo misma, enterrada en esos pensamientos oscuros que a veces nadaban en la profundidad de mi mente, haciéndome sentir una niña pequeña en este gran mundo.

El tiempo me dio la posibilidad de entender eso, pero lo que todavía no llegue a comprender y que se, que me queda un largo camino, es en esa búsqueda de ese lugar. Un lugar que me haga sentir viva y sobre todo, completa, como si no quisiese más que eso que estoy buscando y que aún no lo sé.

Lo que si sabía, es que en el momento que me reencontrase nuevamente con Teo, iba ser un Teo dos punto cero, nuevo e irreconocible ante mis ojos. Encontrándome con un hombre desconocido para mí, maduro y con otra perspectiva de vida, dejando atrás ese niño caprichoso que alguna vez fue, pero sin perder su gota de encanto, algo que a él lo caracteriza a la perfección.

Como dije, esa era mi ilusa idea, encontrar otra personalidad diferente a la que ya conocía, una versión totalmente más mejorada de lo que ya era.

Pero como todo, cuando se trata de Teo, estaba completamente errada.

— ¡Puedes parar, dame dos segundos te dije! — grite totalmente molesta.

Mis ganas de volver a mis cinco años sin Teo, regresaron luego de dos horas junto a él y sus constantes picoteos con una de sus manos en mi mejilla, queriendo, como lo hacía hace unos años, llamar mi atención. Ya que algo que también lo define a la perfección, es lo engreído y dramático que puede llegar a ser.

Pero también, este tiempo, aprendí que cuando se trata de Sara, es mejor que ni se me ocurriese ignorar uno de sus mensajes de textos, ella es capaz de buscarme por todo el puto país, para lograr sacarme de mis casillas con sus contantes preguntas a los gritos de porque soy tan cruel y la ignoro, por eso mismo, prefiero un poco más las molestias de Teo que a Sara en su papel de fastidiosa.

—Dile a ese crio que espere, que acabas de reencontrarte con el amor de tu vida. — chillo, tironeando de mi brazo.

Celos y drama.

Algo que definitivamente había extrañado de Teo, después de tanto tiempo, es que sigue siendo ese adolescente enojón de hace unos años, escondido por completo detrás de un adulto de gran espalda y más musculoso que la última vez.

Y si, estaba más que claro que no iba a encontrarme con un Teo de dieciocho años, ahora él tiene veintitrés y su físico sí que demuestra lo bien que creció estos años, no solo esta unos centímetros más alto, también está mucho más bueno que antes.

Te quiero, dos metros cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora