Isabela
El sudor de mis manos comenzó junto con los latidos rápidos de mi corazón. Esto es algo que debo hacer.
Era algo que debía hacer desde el segundo que le vi nuevamente. La historia de nosotros es diferente, a pesar de los años, seguimos conectados por nuestros collares o por el vóley. Debí ser más inteligente y no pensar que verlo no iba a generar nada en mí, cuando Teo es el único que hace latir mi corazón con tanta fuerza y desesperación.
No puedo dejar pasar estos tres días. La llegada de Teo aquí, va darle esa confirmación que debería salir de mi boca y aunque me cueste tomar esta decisión, el más que nadie debe saberlo por todo lo que compartimos este año.
Temerosa me acerque a la mesita de noche donde mi celular estaba apoyado y lo tome, ignorando esas continuas notificaciones que hace días están tratando de molestar mi paz interior y teclee rápidamente ese mensaje. Marcos no se hizo esperar, a los segundos tenía en la pantalla su respuesta a mi invitación de pasarse por mi casa.
Marcos: En media hora estoy Palermo.
Él nunca fue un chico de extenderse en los mensajes de texto, eso me hizo entender demasiado a las personas cuando se quejaban de la manera cortante que tenia de responder. Marcos, como en muchas cosas, se parece a mí. No se va por las ramas, te contesta lo que necesitas saber y por lo que preguntaste, eso siempre me agrado de él.
Nunca pidió de más, fue paciente y entendió mis ganas de no ponerle título a lo que teníamos. Al principio quería un amigo, alguien parecido en mí y que me entendiese a la perfección cuando pedía estar sola. No era por sentirme triste o algo por el estilo, siempre me gustó la idea de aislarme por varios días, sin nadie merodeando por mis lados e ignorando toda llamada o notificación que salte en mi celular.
En esos días, lo único que me gusta hacer, es quedarme recostada en el sofá, con mis ojos pegados a la televisión y acariciando a Moco.
Marcos lo entendió sin problemas, a él le apetecía hacer lo mismo, desconectarse del mundo exterior y disfrutar la soledad de su departamento.
Antes de encontrar nuevamente a Teo, la idea de enamorarme de Marcos se hacía recurrente en mi cabeza, ya que algo pasaba entre nosotros y cada día se hacía más evidente la comodidad que sentía a su lado y las ganas de verle a cada rato, haciendo de nuestros departamentos un mundo completamente de nosotros, en donde no había que cumplir con ninguna exigencia y en donde no teníamos que fingir querer platicarle a alguien.
El ruido de mi celular me saco repentinamente de mis pensamientos y al tomarlo para desbloquearlo, me encontré con una notificación diferente, una foto de Teo y varios mensajes debajo de la imagen.
La foto era de la espalda de Teo con una herida en la altura de la escapula y sus mensajes se trataban de millones de emoticones llorando. Antes que pudiese preguntarle qué demonios le había sucedido, el intenso mando un audio que no dude en reproducir de inmediato.
Conociéndole esto no va ser de lo más serio y triste que tenga que escuchar el día de hoy.
— ¡Tres días mocosa! ¡Y así me tratan!
Lo único que agradezco de conocerle a la perfección, es saber que un audio de Teo nunca comienza hablando serenamente y por eso, es mejor dejar el celular lejos de mis oídos.
—Deja de llorar...— la voz burlona de Benjamín se hizo presente.
—El imbécil se le ocurrió esconderse en la ducha y asustarme, me hizo golpearme con la punta del mueble Isabela. — sollozo. — Diles que vas a venir exclusivamente a golpearle.
ESTÁS LEYENDO
Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...