Capitulo 17: A la distancia

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Isabela

Ellos fueron los primeros en marcharse, luego de unas cuantas horas toco nuestro turno, un vuelo y a casa, volver a lo que se supone que fue mi vida durante estos años sin la presencia de Teo, pero diferente, todo aquello que vi de colores grises tomo su color vivo y alegre.

La bienvenida a mi departamento me la dio Ema, encargada de quedarse cuidando a mí, para nada dependiente, gato. Y como siempre sucede, vuelvo a repetirme de mil maneras no volver a dejar a Moco con ella, pero lastimosamente Ema era la única que se quedaba aquí y mis padres se encontraban a varias horas de distancia para que cuiden a mi pobre angelito.

Ema no es una mala cuidadora, pero Moco luego de unas semanas con ella se comporta de manera extraña, para no decir que se vuelve terrible, araña todo lo que ve, consiguiendo romper todas las cortinas que se interpongan en su camino y así no fuese, el igual va ir a romperlas. No sé qué demonios le hace al gato, pero lo enloquece y lo engorda, volviéndolo delicado.

Hace menos de diez horas que toque nuestro suelo y el, no solamente que no se ha acercado una sola vez a mi puto lado, sino que anda de llorón por comida de la nevera que Ema le dejo preparada.

Si, ella le cocino comida casera al gato...

Conclusiones, a mi queridísima amiga no habría que dejarle a cargo ni animales y mucho menos niños, lo que sería ella con niños a su poder, no quiero ni imaginarlo.

Cuando pensé que iba a tener que aguantar solamente a mi gato llorón, Teo hace su aparición de vuelta a mi vida, dejándome varias notas por toda la maleta y miles de mensajes en mi celular, de nuestros días por separado. Él dice que el orden lo hace todo mejor, lo que pienso, es que es extremadamente exagerado.

No importa que tanto saque de la maleta, las notas siguen cayendo al suelo y me encantaría saber en qué momento logro colocarlas a todas sin que me diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Teo, nunca lo entendería...cuando quiere algo, lo obtiene sea como sea.

Podría ignorarlas, diciéndole, cuando pregunte, que las arroje pensando que eran suciedad, pero como dicen, la curiosidad mato al gato y las tome a todas ellas, llevándolas conmigo hacia el sofá, acomodándome en el para comenzar a leer una por una.

«Recuera la diferencia horaria Isabela, por favor...»

Puse los ojos en blanco al leer la primera, estuvo todo la noche anterior de que nos marchemos recalcándome esa información, como si no supiese que existe una diferencia de horario. Imbécil.

«Pero puedes marcarme cuando gustes, guapa ;)»

Es un tonto.

«Si quieres tener sexo virtual, me marcas a la hora que desees»

No es tonto, es un imbécil.

«Ya te extraño mocosa»

Una sonrisa se dibujó en mi rostro. También lo extraño, después de estar tan cerca, volvimos a estar demasiado alejados. Entiendo que sean por unos días, pero aun así, se siente mal.

«Y no Isabela, no voy a creerte cuando me digas que tiraste las notas pensando que era basura, tonta»

Cinco años. Sigue conociéndome como si no hubiesen pasado esos malditos cinco años, me pregunto qué tan predecible soy a sus ojos, que todo lo que haga, él lo deduce por adelantado, cada gesto o movimiento, Teo lo sabe.

Le sonreí a la pared como tonta, pensando que también lo sé, le conozco y entiendo cada gesto como si no hubiese pasando un día de nuestra horrible separación.

Te quiero, dos metros cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora