Teo
Cinco minutos para sentirme como si estuviera en casa.
La soledad inundo la sala del departamento en donde vivo, con uno de mis compañeros y mi primer amigo de equipo donde juego actualmente.
Hoy es el día de darle la noticia a ellos, lo que tanto esperaron que vuelva a suceder, no va a pasar y tal vez, sí que pase, pero no justamente en unas semanas.
Estoy seguro, que cuando lo confiese, Alex se va a tomar el primer avión para venir y golpearme, a lo mejor me lo merezco por ocultarle esta información por tanto tiempo, para ser más específico, por escondérselo por tres años y medio.
Sé que es mucho tiempo de omitir esta información, pero necesitaba comprobarlo con mis propios ojos y ver que ella, si tomo una decisión alejada a mí.
Debo admitir, que las miradas de negación de mis padres me habían dado la respuesta hace tiempo, pero cabía la posibilidad de volver a verla y si eso, significaba mudarme nuevamente, no me importaba.
Era un crio inmaduro de diecinueve años, lleno de sueños y esperezas, completamente solo en otro continente que pensó, que el amor podría vencer cualquier obstáculo.
Hasta que me mude... y ella, no estaba aquí.
Así es como termine, mudándome hace tres años y medio a Argentina, pensando que su propio país iba ser su primera opción. Todavía recuerdo las noches que ella me platicaba lo que extrañaba su país y lo que me hubiera gustado a mí, vivir aquí.
Isabela tenía razón, como siempre, quede enamorado de Argentina y creo que también fue, porque me recordaba a ella y era como tenerla cerca, sus costumbres, sus comidas y la forma de vivir, todo me recordaba a Isabela.
Desde que toque este país, lo supe, no había forma de volver a Brasil y mucho menos a España, encontré mi lugar en el mundo y ese era, donde ella había nacido.
Al principio mis motivos fueron Isabela, hasta que conocí a mi equipo y mis nuevas amistades, su intensidad y ganas de llevarse el mundo por delante, me compraron y es el motivo más grande, por el cual decidí quedarme aquí y jugar para ellos.
Lo que si me gustaría, es volverme a cruzarme aunque sea una vez con Isabela, para gritarle en la cara que ahora si entiendo todos esos insultos y palabras raras que usaba contra mí.
Me dejo como un idiota los primeros meses, pensando que esas palabras tenían ese significado lindo que decía, hasta que mi gran amigo, Benjamín, con el cual vivo, me sentó en el sofá de nuestro departamento y me aclaro que quien me explico los significados, estaba completamente burlándose de mí y la verdad, que no me extraño para nada enterarme de eso. Isabela tenía lo suyo, como saber fastidiarme estando o no, presente.
Pero no creo volver a verla, pasaron cinco años que no sé nada de ella y tal vez, está bien así y ella, a lo mejor conoció alguien en este tiempo con el que pudo tener más cosas en común y entablar una relación. Lo nuestro, fue un amor de niños soñadores, alimentado por padres que creían en el vivieron felices para siempre.
El ruido de la video llamada, interrumpió por completo mis pensamientos, lo cual agradezco ya que hace tiempo dejo de ser lindo para mí, recordar a Isabela y nuestros días en España, eso quedo en el pasado y ahora, esta es mi vida, con nuevas personas a mi alrededor.
— ¿Sabes que eres un pesado?
La voz de Alex del otro lado del móvil se hizo presente y sé que por más que se haga el molesto, no podría vivir un día sin mis llamadas matutinas.
—También te extraño amigo. — respondí poniendo los ojos en blanco.
— ¿Cuándo es mi día libre de ustedes? — pregunto Isaac y en su cara, se notaba su malhumor.
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...