Nuestro último partido.
— ¿Vas a ir a casa de Alex cariño?
Antes de tomar el balón de vóley voltee para mirar a mi madre y asentir con mucha felicidad. Mi hora preferida del día, ir a obligar a Alex a pasar tiempo conmigo y mi balón.
—Creo que hoy es mejor que te quedes en casa Teo.
— ¿Por qué? ¡Alex es mi amigo!
Mamá se acercó a mi lado, trazando una sonrisa en todo su rostro, coloco una de sus manos en mi cabello y lo despeino.
—Hoy tiene una visita muy impórtate...
— ¡Yo soy la visita importante! — chille, arrugando los labios.
—Teo...— insistió. — Hoy Alex va a conocer a la pequeña hija de Dante, ¿lo recuerdas?
¿Dante...? Entrecerré los ojos, tratando que así, la información viaje más rápido a mi cerebro. Y no hay ningún Dante en mi cabeza.
Mamá al darse cuenta, puso los ojos en blanco y se agacha hasta mi altura.
— ¿Tu solo recuerdas donde dejas ese balón, no? — asentí y ella largo una pequeña risa. — El novio de Eva tiene una niña pequeña.
Lo pillo.
Negué con la cabeza.
— ¿Y que tiene con que no me dejes ir a verlo? — pregunte frunciendo el ceño. — Si tú no me dejas ir, Alex va a pensar que no lo quiero y va a comenzar a ser más amigo de esa cría. ¡No quiero!
—Teo...
Y este es el momento de correr lejos de la casa. Mamá está a un comentario de perder la paciencia conmigo. No quiero más de telenovelas por la tarde como castigo por desobedecerle. Tampoco quiero que me quite mi hora preferida del día.
A veces tomo malas decisiones. Una es esta. Me escape de la casa y salí corriendo con el balón entre mis manos hacia la casa de Alex, que para suerte de todos, se encontraba en frente de la mía.
Me apresure a tocar la puerta antes que mi madre logre alcanzarme y cuando vi que la que atendió era Eva me escondí entre sus piernas, evitando el ceño fruncido de mi madre llegar a nuestro lado.
— ¡Teo, ven aquí!
— ¡Eva, mamá no quiere que vea a Alex! — lloriquee. — ¡Alex es mi amigo y no quiero que me cambie!
La risa tranquilizadora de la amiga de mi mamá se hizo presente en el medio de la guerra. Eva bajo su cabeza para mirarme y acariciar una de mis mejillas con sus manos.
¿Por qué mamá no da paz como Eva?
—Déjalo Julia. — hablo con una sonrisa. — Alex e Isa se llevaron muy bien, están en el jardín jugando.
Alex jugando con Isa...
Mis ojos se cristalizaron y rápidamente seque cualquier evidencia de lágrimas. Mi amigo está jugando con otra persona, está claro... ¡Va a olvidarme si no hago algo rápido!
No deje que mi madre responda si me lo permitía, que corrí hacia el jardín de la casa de mi amigo, buscándolo con la mirada y lo encontré, no muy lejos, jugando muy feliz con una niña a su lado. Ignorando la presencia de esa cría fui directo a Alex para arrojarme en su espalda.
— ¡Alex!
Esa niña no va a robarme a mi mejor amigo.
— ¡Teo! — exclamo, muy contento. — ¡¿Adivina?!
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...