Capitulo 28: Sin ella

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Teo

Mi plan de estar desaparecidos por unos días, hasta que mi cabeza decida que quiere hacer, fue interrumpido. Claro, mis planes nunca salen como quisiese. Alex y Luka se enteraron, tal vez sea, que Alex es hermano de Isabela y Luka su maldito mejor amigo. Ellos me marcaron hasta el cansancio por veinticuatro horas, mi idea era seguir ignorándoles hasta que Alex me amenazo con decirle a mi madre que ando desaparecido.

Juegan con el dolor ajeno.

Ni dos días en paz me dejaron. Acabo de sufrir la ruptura mas dolorosa del mundo y mi deseo, era estar por una semana solo, sin que nadie joda mis pelotas.

Alex y Luka no fueron los únicos en marcarme. Isabela lo hizo, varias veces y dejo miles de mensajes en mi móvil, hasta que hice algo que termino por destruirme que fue bloquearlas de todos lados. No me encuentro con ganas de hablarlo y mucho menos mirarle. Ella lo dijo y tiene que hacerse cargo de sus palabras, llevarlas puestas. No me ama, listo. Logro romper todo en mi y es con algo que debo vivir hasta que eso deje de dolerme como el mismísimo infierno.

Ella decidió ocultarlo todo, tacharme de enemigo y no hablar a tiempo conmigo. Si el dia, que se enteró, hubiese entrado a la casa contándome lo que habia sucedido, todo iba a ser jodidamente diferente. Ese acto, me iba a dejar en claro que si me quiere en su vida.

No me quiere allí.

Isabela insistió en hablar, ¿de que podríamos hablar? Ella ya lo tiene todo decidió ahora, dejando en evidencia que no me quiere de la misma manera. No hay más que hablar. Todo termino.

En estos dos días se sintió como un mal sueño, como si en algún momento de la noche, iba a despertarme con la suerte de tenerla a mi lado descansado, aferrada a mi abdomen. No es un mal sueño, es la cruda realidad.

Todos nuestros recuerdos, de estos dos meses, parecen mentiras y algo, que la brisa veraniega puede llevarse rápidamente.

Esos tres días de incertidumbre, me los malgaste dando vueltas en la cama, sin poder pegar un ojo. Y ella, no muy lejos, probándose con un equipo sin confiar en mí.

A lo mejor debería volver a Argentina y hacer como si nunca estuvimos. Borrar este recuerdo y a ella de mi vida. Ahora me encuentro aquí, a solas, conmigo mismo y una habitación de hotel puestas para arriba, con pañuelos, envolturas de chocolates por todo el camino.

Todos esos planes que había echo con ella, debo olvidarlos, ponerlos en una cajita con llave y jamás volver abrirlos.

Aun no sé qué decisión voy a tomar, pero se, que quedarme aquí no es una opción.

Estaba tan cegado por la felicidad que me generaba tener nuevamente a Isabela en mi vida, que no vi, los millones de kilómetros que había entre nosotros. O que tal vez, poco a poco, comenzaban a hacerse presente.

Y ahora, todo lo que fuimos se convierto en polvo. Ella rompió todo en mi con esa confesión. Algo dentro de mi, siempre lo sospecho, era muy bueno para ser cierto. Isabela siempre fue única y diferente a cualquier chica que he conocido, era muy buena para estar enamorada de mi.

Me enamore perdidamente, desde el segundo que la vi en el colegio. Una niña feroz, impulsiva y con poco tacto para relacionarse, convirtiéndose en una de las mujeres mas bellas que mis ojos pudieron ver, siguiendo con su carácter impulsivo, más tranquilo que cuando era una jovencita. Ya no pierde tanto los nervios como en el pasado. Pero olvide la última parte, que con los años, su poco tacto sigue creciendo.

La verdad es que me había imaginado toda una vida junto a ella, despertándome a su lado, cocinándole hasta los últimos días de mi vida para que no se muera de hambre o para preservar su salud y la de nuestros posibles hijos. En mi cabeza estaba todo el cuento perfecto. Mudarme aquí, conseguir una casa con jardín para el gato. Practicar juntos. Hacer todo lo que una pareja hace cuando se aman con locura.

Te quiero, dos metros cercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora