Isabela
Él estaba en lo cierto, — en realidad, en la mayoría. — Pero que el gato ya no me soporta, es la principal. Desde que Teo se marchó, Moco no se ha acercado a mí, las veces que quise hacerlo por mi cuenta, me tiro sus garras. Que el gato me deteste de esa manera, deja en claro que lo arruine todo.
Maldigo el momento que atendí mi estúpido teléfono y también maldigo ser tan curiosa. Cuando ese asistente me hablo, sobre un puesto para mí, en un gran equipo, debí decir que no, que ya estaba interesada en pasarme a otro club. Y todo esto, no hubiese pasado. Teo, ahora mismo, iba a estar recostado a mi lado junto a Moco.
Pero no fue así. Le atendí, le pide información ya que me intereso, quería saber que había otros equipos que me querían. Todo se vino abajo cuando me contaron que eran de Estados Unidos.
Teo estaba siendo fichado para un equipo de España, y se supone, que habíamos elegido este país.
Mi gran error, seguir escuchando las propuestas que tenían para mi y pensar en la vaga idea de mudarme, de conocer otros clubes, de hacer lo que tenía planeado el día que Teo y Alex interfirieron en mi vida de ese modo en aquel aeropuerto.
Y lo peor, es que los deje hacerlo. Si hubiese sido más fuerte, plantarme y elegir que Teo no me opaque el momento, todo iba a ser más fácil y ese resentimiento que le siento, no estuviera hoy aquí, haciéndose presente de nuevo.
Algo entre nosotros no estaba bien, los secretos y mentiras que guardábamos, se habían convertido en una bomba y su tiempo, comenzó a moverse en el momento que nos encontramos en Paris. Una cuenta regresiva, para que todo lo bello que teníamos, explote y se convierta en ese polvo que viaja por el aire.
Mi plan nunca fue ocultarle esa noticia, pero no sabía cómo afrontarlo. El miedo a que Teo se moleste, cruzaba por mi cabeza y tal vez, quise encerrarme en ello, si no abría la boca, nuestra relación no iba a estar amenazada. Íbamos a estar bien.
Eso creí...
Sin embargo, la vida se sigue interponiendo, cada vez que estamos de maravilla, el futuro y sus grandes oportunidades, tocan la puerta de alguno.
Ahora, esta era mi oportunidad de salir adelante.
La idea de irme de España no llego hasta esa llamada, esa maldita llamada con esas propuestas tan jugosas. Todo lo que siempre quise escuchar respecto a mi carrera, estaban en esa llamada. Las dudas que antes viajaban en mi cabeza se esparcieron, dejando nuevas con mi presente actual. ¿Quedarme? ¿Irme? ¿Qué debería hacer?
Es muy difícil decidirlo, pero quería hacerlo yo, hacer lo que es mejor para mí, centrarme en mi carrera y futuro.
Siempre quise buscar el lugar a donde podría pertenecer, mi lugar en el mundo y creí que Teo, más que nadie, iba a entenderlo. El, lo obtuvo con Argentina.
Y ahora, se había presentado una de esas oportunidades que no se dan dos veces en la vida. Uno de esos equipos bueno me quería a mí. Año tras año, luchando, cayendo y volviendo a ponerme de pie, para que este momento llegase. Lo único que necesitaba de su parte era un abrazo, consuelo y ánimo. Lo necesitaba más que a nada.
Eso no paso.
Y no es su culpa.
Teo no sabe que pasaron estos años conmigo y el vóley. No le conté en ninguno de esos momentos que él me dio, para que hablara sobre mi vida sin él.
Nuestro mundo, el que habíamos construido en mi departamento, con risas, besos, abrazos, con Moco a nuestro lado, todo ello, se vino abajo y se pintó de gris. La confianza entre nosotros se volvió inexistente y no voy a negar, que gran parte, es por mi culpa.
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...