Teo
En este tiempo me la pase contando días, minutos y segundos. Diez días costo, para que todo lo que teníamos con Isabela se desvaneciera en el aire.
Ya no hay nada que nos una.
No voy a mentir, los primeros cinco días fueron una tortura. Hubo noches en que quise olvidarlo todo, tocar a su puerta y suplicarle dejarme dormir con ella, besarla, abrazarla, hacer el amor y despertarme a su lado. En esos momentos de desesperación, lo que me ayudaba, era decirme a mí mismo, que todo lo que estaba sintiendo, iba a pasar, el tiempo lo cura todo.
Espero que sea así...
El sexto día me levante un poco mejor, me anime a mí mismo a salir a correr, desayunar fuera de ese hotel donde me paso el día entero y quedar con Luka para almorzar.
Hay momentos en los que ella vuelve a mi mente y me hacen extrañarle, cosas que me hacen recordarla, como las alarmas a las mañana, los batidos de fresa que ofrecen en la cocina del hotel, las malas contestaciones de Alex y cuando cruzo por la calle a cualquier chica de baja estatura.
Dicen que es un proceso destructivo querer dejar de querer a la única persona que has querido por años.
Ayer por la noche lo decidí. Le marque a Benjamín y luego de platicar por dos horas, ignorando sus constantes preguntas sobre que sucedió con Isabela, le confirme estar en estos días por allí, renovado y listo para firmar un año más con nuestro actual club.
Tal vez me veo con mucha suerte para olvidarla en un año, pero Isabela, en ese tiempo ya no va a estar aquí. Se va encontrar lejos de todos, haciendo su vida con su nuevo equipo.
A quien engaño, en un año no voy a olvidar ni una de sus pestañas.
El ruido de mi móvil consiguió tener mi atención, le di una ojeada y me dispuse a salir del cuarto de hotel, para encontrarme abajo con Alex y Luka. Para ser unos muy buenos amigos, que me trajeron todo lo que había olvidado en casa de Isabela, son muy malos para recordar que necesitaba lo más importante, el pasaporte.
Y aquí es donde invado el departamento de mi ex reciente novia. Ni Alex y mucho menos Luka van a entender mis indicaciones para ir a buscarle.
Cuando llegue a España, le pedí a Isabela que me lo guarde en alguna parte de la casa. Ella me mostro, una pequeña cajita dentro de su armario, lo iba a dejar ahí junto al suyo. Un buen lugar, lejos de ese gato que al principio me odiaba. Y ahora, lo extraño tanto que más de una noche llore por no tenerlo durmiendo a mi lado.
Eso es una de las cosas más crueles que podría hacerme Isabela, presentarme un gato para que le de todo mi amor y de una noche para otra quitármelo, cuando claramente teníamos ya nuestros códigos con el animal. Las mañanas que salía a correr, el me esperaba muy contento en la puerta para recibir sus regalos y caricias. Y a la tarde, los tres nos recostábamos en el sofá, una mano era para acariciar a Isabela y la otra para el gato. Los dos felices.
Y este es otro pequeño secreto que le oculte a Isabela, del cual jamás va a enterarse, algunas mañanas en donde ella estaba durmiendo y con pocas ganas de despertarse, mi misión fue sacar el gato a la superficie. Dentro de la casa, había escondido una correa de gato o perro, quien sabe. A Moco le gustaban nuestras aventuras mañaneras. Ahí es donde descubrí que es un gato salvaje y no le teme a nada, el salía a calle como si la conociese de toda la vida, sin miedo y pisando fuerte. Amo con la vida a ese gato de mierda.
Los ojos cristalizados de Luka me hicieron mirarle con el ceño fruncido, busque con la cabeza a Alex y este se encontraba indiferente, como siempre.
— ¿Y a este que le sucede? — interrogue.
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Te quiero, dos metros cerca
RomanceSegunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recuerdo de su niñez. Pero por otro lado, Isabela, nunca pudo olvidar de aquel niño que seco sus lágrima...