Capítulo 12

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Raven

Domingo 29 de marzo, 2020

Tres vueltas, y el Gran Premio de Singapur será mío.

—¿Qué tal voy? —pregunto por la radio.

—Genial, Raven. Sigue así, sigue.

En la mitad de la carrera había tenido unos inconvenientes con Atticus, hasta que él tuvo fallos que le hicieron reducir la velocidad, y eso me dio lugar para lograr posicionarme como líder en lo que va de la carrera.

—Raven, ¿me copias?

—Sí.

—Daunt se encuentra a un segundo por detrás de ti. Ten cuidado que se están acercando a la zona de DRS.

—Eso no es un problema —un bufido se alcanza a escuchar. Sé que soné engreído, pero es la verdad, Daunt no tiene chances de pasarme.

Pasamos la línea que da entrada a la última vuelta de la carrera. Y, en ese instante, escucho un estruendo y veo cómo la mayoría de aficionados se levantan rápido mientras se agarran la cabeza.

—¿Quién chocó? —pregunto rápidamente.

—Saxby. No parece de gran problema, con suerte tendremos solamente un auto de seguridad. Tú sigue, quedan quinientos metros.

Y tal como me indica mi equipo, sigo. Daunt da una gran pelea, pero no le es suficiente, porque el que termina pasando primero la bandera a cuadros, soy yo.

***

—Muy buena carrera, hermano —me felicita Hudson y me da un pequeño abrazo.

—Intensa, diría yo —replico con voz jadeante.

Una vez en el podio, me entregan el trofeo y lo alzo con una gran sonrisa. Luego lo dejo a un lado para agitar el champán y bañarlos a los otros dos que están en el podio junto conmigo.

Tengo que darme un buen baño más tarde.

Estoy yendo a buscar mis cosas para irme al hotel, cuando justo aparece Alexis.

—¡Raven! —me llama mientras se acerca. Está vestida con un vestido de color terracota, largo y suelto con un tajo en su pierna izquierda «justo como le gustan a Leighton»—. Esa carrera fue increíble.

—Lo fue —digo a la vez que sonrío—. ¿Dónde estuviste?

—En el paddock de arriba de los boxes. No tengo palabras para describir la sensación del momento —su sonrisa se expande, dejando ver una emoción genuina.

Los ojos de Alexis brillan bajo la noche de Marina Bay. Ese tipo de color que cualquiera diría que son grises, pero en realidad son celestes. Creo que eso fue lo que me llamó la atención de ella hace dos días. Aunque también fue que me hicieron acordar a los de alguien más.

—Alexis —un señor, que reconocería en cualquier lugar, la llama.

—Papá... —la voz de Alexis decae en un tono de incomodidad.

No hay forma, de ninguna manera, que Ezra Grimaldi sea su padre. El extraordinario basquetbolista campeón de la NBA, con cinco títulos ganados a gran corta edad. Es una leyenda este hombre, y lo tengo ante mis ojos.

—Lo que hiciste allí fue alucinante, hijo —destaca Ezra, y si mi mandíbula no se encuentra en el piso ya, entonces me he muerto.

—Lo que hice en ese circuito no se compara ni en una vida con lo que usted ha logrado, señor —mi voz nerviosa no pasa desapercibida.

Hablamos sobre sus títulos, las jugadas icónicas que había hecho hace más de quince años y yo quería saber cómo.

Es que no puedo creerlo.

Alexis se ha quedado a un costado cohibida totalmente de la conversación que yo tengo con su padre. Ezra también lo nota, así que se retira, y no sin antes de darme un abrazo y halagar una vez más la carrera que había hecho.

Me encuentro en el maldito cielo.

Alexis rechista una vez que su padre se aleja, y entonces habla:

—Si hubiera sabido que eras un fanático de mi padre, créeme, no lo hubiera obligado a subirse a un avión conmigo.

—¿Por qué? —pregunto en un tono de sorpresa.

—Porque mi padre es él, tiene su nombre. Lo conocen como la gran leyenda que es, mientras que a mí solamente por ser su hija —murmura, con un dote de tristeza—. Como sea, espero poder verte en otro Gran Premio, Raven —se acerca a mí para depositar un suave y lento beso en mi mejilla.

—Yo también lo espero —contesto sinceramente.

Me regala una última sonrisa de boca cerrada mientras se da la vuelta.

¿Está mal querer saber más de ella, aunque sólo la había conocido hace unos días?

Considero que si yo mismo me lo permito, puedo llegar a querer a alguien más que no sea Leighton.

Hasta la última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora