Alexis
Sábado 29 de agosto, 2020
Imagina salir con tus amigas porque te sientes decaída, pero al terminar la velada te das de lleno contra todas las notificaciones que te llegan al celular. ¿Y qué dicen? Lo que siempre sospechaste, pero no querías que fuera verdad: a tu ex pareja nunca le importaste una mierda.
No debería sorprenderme, ni dolerme... pero lo hace.
Cuando el taxista me llama, logro salir de mi trance y salgo del auto. La casa de mis padres es el último lugar en el que quiero entrar ahora mismo, y aquí estoy. Con los brazos cruzados y lágrimas en mis ojos, sintiéndome tan pequeña mientras el aire de la ciudad me recorre por todo mi cuerpo.
Lo primero que capto al entrar es a mi madre gritándole a papá. Me dirijo al salón, que es de donde proviene la discusión, pero al llegar visualizo a mamá en el piso.
—¡Eres una puta de mierda! —grita papá.
¿Por qué esto ya ni siquiera provoca algún sentimiento en mí? ¿Será que me sé todo el guion de memoria que a este punto me aburre?
Ayudo a mamá a levantarse y se va a arriba sin mirarnos. Papá, en cambio, se frota la frente en un claro gesto de frustración.
Este hombre enfrente mío es la persona que más amo en el mundo, pero también a la que más aborrezco. ¿Tiene eso sentido?
—¿Cuándo vas a parar? —sollozo, y él me abraza enseguida.
—Lo siento —habla entre dientes, decepcionado de sí mismo, y empieza a acariciarme la cabeza—. Lo siento mucho, cariño.
—Si lo sintieras, te divorciarías de mamá —protesto—. Pero es como si les gustara este ciclo de violencia mutua.
Papá se separa de mí y me observa. Inspecciona cada esquina de mi rostro, buscando el signo de que no estoy bien, porque no lo estoy y se lo quiero hacer notar. Me limpia suavemente las lágrimas que caen de mis ojos y los cierro por inercia.
Me estoy desmoronando de nuevo y ya no hay nadie que pueda ayudarme esta vez.
—Nunca me gustó ese chico —espeta, y trato de que no siga hablando, pero no lo logro—. Y si quieres que arruine su carrera entera, sólo dímelo.
—Así no es como funciona esto, no es lo que quiero —aclaro rápidamente.
—Entonces dime qué hacer para evitar verte mal.
—No toques a mamá —murmuro, y me alejo sin esperar a que me responda.
Su odio es contra Prudence, nunca contra mí u otra cosa. Odia que la mujer que buscó para rehacer su vida, ahora mismo le esté fallando y poniendo el cuerno con cada veinteañero que se le cruce.
¿Odio a mi madre por ello? No. Me desagrada a niveles extremos, pero al final del día es lo que es: la mujer que me dio la vida, y por más que intente, nunca podré odiarla. A ninguno de mis padres, en realidad.
Solamente para apuñalar más la herida, me pongo a mirar detalladamente, otra vez, las primicias de mi ex novio.
Ella estaba en Hawái, siempre lo estuvo.
Agarro la cajita con un colgante que me regaló Raven en mi cumpleaños, hace casi dos semanas, cuando estábamos en el avión. El dije tiene grabado una «A» en la parte de enfrente y en la de atrás un «21». Puedo notar que es de oro auténtico; no sé cuánto le habrá costado ni me interesa. Sostengo con fuerza la cadena y tiro de ella, haciendo que se rompa.
No voy a recaer. No lo pienso hacer. Pero esto es demasiado.
Me duermo con el maquillaje corrido, abrazándome a mí misma y con la cabeza martillándome las sienes.
***
Lo único que me hace abrir los ojos en la mañana es el tono de llamada de mi celular. Party in the U.S.A de Miley Cyrus inunda las paredes de mi habitación, y atiendo rápidamente para que se detenga la música.
—¿Hola? —pregunto con voz rasposa, ya que ni siquiera me fijo en quién llama.
—¿Cómo estás, mi dulce niña?
Me siento en mi cama al reconocer la voz de mi padrino, Marvin Watts, reconocido mayormente por ser uno de los tantos que manejan la prensa de Hollywood.
—Estoy bien, padrino —articulo como puedo mientras bostezo.
—Me alegra oír eso, porque ¿sabes algo? —le pone suspenso a lo que va a decir—. Estoy en Chicago, y quiero que nos reunamos para almorzar.
—¿A qué hora? —acepto su invitación.
Quizás lo mejor sea salir para no pensar en nada en concreto y terminar deprimiéndome por un chico.
Dos horas antes empiezo a aprontarme. Basta con ponerme unos jeans blancos y un jersey color crema, y ya estoy lista.
Al bajar para dirigirme a la salida, me encuentro con mi madre llevándose una valija. Papá la observa apoyado contra la pared mientras se bebe un café. Los dos se dan cuenta de mi presencia, pero nada en sus caras cambia, solamente me dan una pequeña explicación de que se irá unos días de viaje. Como no quiero que empecemos algún tipo de pelea, espero a que mamá salga por la puerta y la sigo. Papá me da un pequeño beso en la frente y cierra la puerta.
—¿Cuántos días? —le pregunto a mi madre antes de que se suba al taxi. Ella suspira y se da la vuelta para mirarme.
—Los necesarios. Cuida de ti, Alex, tu padre estará para lo que necesites.
Me quedo con las palabras en la punta de la lengua, porque cuando quiero decirlas, ella ya se ha ido.
Lo que necesito es a ustedes dos a mi lado.
Llego al restaurante del más prestigioso hotel de toda la ciudad, y en cuanto Marvin me ve, se levanta para darme un abrazo. Sé que necesitaba esto, porque cuando mi padrino se quiere separar, yo me sigo aferrando a él.
Las siguientes dos horas se pasan tan rápido como las tardes de verano. Y todo lo que Marvin me cuenta me deja en un limbo sin salida ni luz.
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Nota: Estoy debatiendo conmigo misma si Alexis merece que le escriba un libro. Hay muchas cosas de ella que no se van a contar tan crudas, sólo van a haber menciones y eso medio que me molesta porque creo que su historia valdría la pena tanto escribirla como leerla. Por ahora lo voy a dejar en suspenso al tema.
Por otro lado... Qué frustrante es tener todos los últimos capítulos clavados en mi mente pero no poder sentarme a redactarlos. Creo de que de alguna forma inconsciente no quiero escribirlos porque eso significa darle fin a todo este proceso de escribir mi primer libro.
Si logro poder organizarme, voy a actualizar mañana también, sino nos leemos cuando tenga algo para publicar.
xoxo <3
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Hasta la última vuelta
RomanceLeighton y Raven ya no se entienden. Lo que para él es su vida entera, para ella es un recordatorio constante de su pérdida. Con la escaza comunicación que los envuelve y los absorbe poco a poco... ¿Podrán salvar algo de su relación?