Leighton
13 de febrero, 2011
Entreabro mis ojos al sentir unas manos acariciando mi mejilla.
—Despierta, cariño —susurra mamá—. Se les hará tarde para el colegio.
Su larga cabellera color chocolate colocada a un lado de su cabeza la hace ver de una manera angelical por los rayos de sol que logran entrar por la ventana.
—Cinco minutos más, por favor —balbuceo, dejándome caer otra vez en la cama.
—Ya sabes que si por mí fuera, dejaría que duermas todo lo que quieras —dice mientras deja el uniforme del colegio, perfectamente planchado, sobre mi cama.
Soltando un gran bostezo, me levanto y voy al baño a higienizarme.
Cuando termino de vestirme y alisar mi cabello, voy hacia el cuarto de Logan, esperando encontrármelo cambiado, pero está totalmente dormido.
Quito de un tirón su frazada y empiezo a zarandearlo.
Siempre es lo mismo con él.
A veces pienso que la responsable de los dos soy yo, pero ambos sabemos que ninguno lo es. Somos igual de holgazanes, pero logramos camuflar nuestro instinto.
—Basta, Leigh —se queja, volviendo a taparse—. No voy a ir hoy al colegio.
—¿Por qué?
—Tú sabes por qué.
Bueno, sí que lo sé.
Todos en el colegio estarán decorando para el día de San Valentín, que es mañana.
Y desde que nos mudamos de Baltimore a Inglaterra, Logan no se ha adaptado del todo al nuevo estilo de vida. Siendo que sólo lo hicimos por él. Para que logre avanzar en su sueño de ser piloto de carreras. Pero bueno, nunca pensó que tendría que dejar a Winstlyn detrás para poder hacer lo que le gusta.
Y eso le duele, haberla dejado.
Pero, vamos. Tenemos catorce años, podrá estar con ella en otro momento de su vida.
—Mamá y papá se enojarán —insisto, tratando de hacerlo cambiar de opinión—. Pero... supongo que lidiarás con ellos luego.
Antes de que pueda poner el pie fuera de su cuarto, lo escucho gritar que cierre la puerta. Pero obviamente no lo hago.
***
—¡Estás aquí! —chilla Melissa cuando me ve llegar a su puesto lleno de corazones rosados y rojos.
—Créeme que hubiera preferido faltar —declaro con una mueca.
Melissa se había armado un puesto en el que cualquier alumno podría acercarse y dejar alguna nota o algo para la persona que quisieran, y ella se encargaría de entregárselo por ellos.
—¿Y tu hermano? —pregunta, tratando de buscarlo en el bullicio de estudiantes.
—Durmiendo —un gesto de tristeza cruza por el rostro de mi amiga, y enseguida me siento mal por ella. No hay forma de que Logan salga con Melissa mañana, o siquiera de que le regale algo. Él no está interesado de ese modo.
—Qué lástima... Había traído algo para él —me muestra una carta con un chocolate y los agarro para verlos mejor—. No los toques muchos. Se arruinarán.
—Lo sé, Mel —ruedo los ojos.
La carta en sí tiene bordeado una clase de cinta roja, y Melissa se había tomado el trabajo de decorar el centro de la carta con otra carta abierta en la que salen corazones rojos y rosados —qué obsesión con estos colores, Dios santo—. Y el chocolate es uno blanco, que, claramente, Logan tiraría a la basura. Su favorito es el negro con maníes.
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Hasta la última vuelta
RomanceLeighton y Raven ya no se entienden. Lo que para él es su vida entera, para ella es un recordatorio constante de su pérdida. Con la escaza comunicación que los envuelve y los absorbe poco a poco... ¿Podrán salvar algo de su relación?