Capítulo 34

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Leighton

Viernes 14 de agosto, 2020

Me había puesto en modo dramática cuando Raven sugirió volver a hablarme cuando se acabaran estas vacaciones. Es que, por favor, falta más de una semana para que eso ocurra, ¿cómo no me va a tocar el nervio?

Dejé pasar los días para calmarme, y no pensé ni buscarlo porque a pesar de todo tengo un poco —mucho— de amor propio.

Para ser un viernes cualquiera, estoy bastante aburrida en esta clase de cena con Winstlyn y Maeve en uno de los mejores restaurantes de la isla. Por lo que, cuando me llega un mensaje no tardo ni medio segundo en ojear.

Entrometido 1: Tú dime fecha y hora, y hago explotar todo para ti.

Leighton: Tranquilo, grandulón. No es momento todavía.

Sé perfectamente que lo de «explotar todo» es algo que pasará de todos modos sin que le dé la maldita orden. Pero, al menos, se toma la decencia de esperar que le comunique una fecha. Eso lo valoro.

—¿Con quién te mensajeas? —pregunta Maeve, y trata de leer algo de mi celular, pero lo bloqueo enseguida.

—Nadie importante. ¿Encargaron la botella de vino?

—Yo ya dije que tomaré solamente jugo de limón —remarca Wins—. Tuve suficiente con la borrachera del otro día.

—¿Tuviste suficiente? —le susurra Maeve, pero alcanzo a escucharla.

—¿Suficiente con qué? —me entrometo.

—Nada —dicen al unísono.

Okay...

La cena transcurre con total normalidad. Los platos gourmet sobre la mesa se ven tan perfectos que hasta dan lástima tener que comer lo que contienen. Pero como el vino me está haciendo efecto, como sin importarme la presentación.

Nos traen la segunda botella de vino tinto, y a Maeve casi se le cae la copa cuando ve detrás de mí.

—Leigh... —balbucea— será mejor que no te voltees. Por el bien de todos en el restaurante.

Me daría la vuelta sólo para engrandecer mi sonrisa, pero me abstengo.

—¿Está con ella? —pregunto, y agarro mi copa, dándole un sorbo largo.

—Y una pareja adulta —me informa, y sigue con su trabajo de servirse vino.

—¿Dónde se sentaron?

—Por el fondo, en la otra sección del restaurante ya que no los veo.

—Ya vengo —me levanto, tirando la servilleta en la silla.

—Leighton —masculla Winstlyn—. No cometas una locura.

—Tranquila, Wins. No voy a tener sexo aquí, si eso es lo que te preocupa.

Un suspiro de exasperación sale de ella mientras Maeve se ríe.

Me dirijo hacia el baño, tratando de ojear hacia la mesa de Raven, pero no lo veo.

Genial.

Cuando estoy por entrar a los baños unisex, me tropiezo contra alguien.

Alguien.

Mejor llamémoslo por su nombre: Raven.

—¿Qué estás...? —inquiere enseguida, pero le quito la palabra.

—En mi defensa, llegué hace más de una hora aquí. Así que el que me está persiguiendo eres tú.

—Eso quisieras, Gray.

—Oh, cállate.

—Muévete que tengo que volver a mi mesa.

Con la palma de mi mano empujo su pecho hacia dentro del baño mientras niego con la cabeza.

—Ni lo pienses —gruñe.

—No estoy pensando en nada —susurro, y cierro la puerta del baño—. Tienes la mente muy jodida si crees que estoy pensando en algo malo.

Acaricio su mentón, que tiene una ligera barba creciente, pero nada que moleste mientras clavo mis labios allí y bajo lentamente hasta su cuello palpitante.

—¿Se siente bien? —asiente muy a la fuerza, sabiendo que está mal.

Deslizo mi mano por todo su torso y aprieto su entrepierna que podría estar pidiendo clemencia en estos momentos. Un gemido ahogado sale de Raven.

—No necesito que me respondas con un asentimiento cuando la verdadera respuesta está en lo que mis manos aprietan ahora mismo —digo contra sus labios y lo beso. Un beso que pide internamente que pare, pero sus acciones no opinan lo mismo.

Abro la cremallera de sus jeans y saco su polla. La acaricio lentamente mientras palmita en mi mano que apenas puede envolverla por la grandeza de la misma.

Si de su verga hablamos, no habrán quejas de mi parte en ningún momento.

Despegando mis labios de los de Raven, me arrodillo mientras sigo acariciando su polla. Le doy una pequeña lamida a la punta y él cierra los ojos a la vez que su cabeza se deja caer hacia atrás. Sin esperar a que me devuelva la mirada, me meto su grande en mi boca y comienzo a chuparlo sin pudor, haciendo que Raven estrelle su mano contra la pared detrás de mí.

Mi boca se siente tan llena.

Chupo y chupo, sintiendo cómo quiere explotar y acabar en este momento, pero se da su tiempo, porque sé que en el fondo quiere alargar esto lo más que se permita a sí mismo. Me lo meto hasta el fondo de mi garganta, llevándolo a su inminente corrida, sin embargo, cuando está a punto de descargarse en mi boca, me retiro rápidamente, dejándolo sin poder acabar.

—¿Qué haces? —pregunta desorbitado.

—¿Recuerdas lo que te dije ese día en la playa?

Su mirada se torna más confundida sin saber de cuál día exactamente estoy hablando.

—Esto —agarro su erección aún dura—, esto sólo puede cogerme a mí sin un puto plástico alrededor.

Depósito un último pico en su boca y salgo del baño sin esperar a que pueda responder algo.

¿Posesiva? Quizás.

Pero no hay nada mejor que una mujer que sepa hacer valer y respetar sus palabras, y así como lo decreto: Raven es mío.

Ni bien salgo hacia mi mesa, me encuentro brevemente con Alexis. No me paro a hacer contacto visual con ella, pero sé que me nota.

Que la suerte esté contigo, Raven.

Hasta la última vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora