Raven
Miércoles 9 de diciembre, 2020
Ya nada es razonable en mi vida, y eso lo tengo muy en claro desde el día en el que Leighton Crawford formó parte de ella. Por eso es que estoy dejando ir todo el dolor que ella me causó. Necesito un nuevo comienzo, pero también la necesito a esa mujer para que eso funcione.
Hudson se encuentra histérico a mi lado luego de pedir varios favores para que le prestaran el jet privado de la empresa de su padre. No pude conseguir ningún vuelo hacia Baltimore y, con todo el pudor de lado, me contacté con mi amigo. Tuve que ponerlo en un contexto breve para que entendiera la prisa del asunto, por más que no le conté la razón en concreto de la "separación", accedió a ayudarme.
—Te lo juro por mi madre y mi hermana, Raven, que si se llegan a pelear una vez más, no cuentes conmigo para otra locura como esta —deja en claro Hudson, y yo asiento.
—No te puedo prometer no más peleas —reconozco—. Pero te aseguro que no habrán más separaciones.
—Eso espero —murmura por lo bajo, y llama a la azafata para que le traiga comida.
***
Jueves 10 de diciembre, 2020
Llegamos al departamento de Leighton, y visualizo en la acera de la calle el BMW que le regalaron sus padres para los dulces dieciséis. Nunca fue capaz de cambiarlo, por los recuerdos que trae consigo ese vehículo y, para ser honesto, qué suerte que no lo hizo. Se ve demasiado sexy cuando lo conduce.
Me adentro con rapidez en el edificio y saludo al recepcionista que ya me conoce de memoria. Llego al ascensor y oprimo el botón para que se abran las puertas, pero no lo hacen. Por lo que oprimo reiteradas veces más y nada.
—El ascensor tiene problemas, señor —explica el recepcionista—. Estará bajando en unos ocho minutos.
—¡¿Ocho minutos?! —pregunto, perplejo. Por más que sean minutos, esos también contarán en el tiempo que dejé pasar para la esperada reconciliación. Así que voy a la opción dolorosa: subir seis pisos de escaleras.
—No pienso subir todo eso —dice Hudson. Lo miro mal y empiezo a subir las malditas escaleras.
Una vez en la puerta de la mujer que amo, doy fuertes toques mientras intento retomar el aire. Cuando la abren, no es la persona que espero.
—¿Maeve? —suelto, confundido.
—¿Raven? —dice ella mientras levanta sus cejas aún más confusa.
—¿Qué haces aquí?
—Vivo aquí... —responde lo que sería lo obvio, pero ella no vive con Gray.
Sacudo la cabeza y voy a lo concreto.
—¿Dónde está ella?
—¿Ella quién?
—Maeve —gruño—. Por favor.
—¿Ella quién, Raven? —vuelve a preguntar para sacarme de quicio.
—Mi mujer —pronuncio irritado, y ella se ríe.
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Hasta la última vuelta
RomanceLeighton y Raven ya no se entienden. Lo que para él es su vida entera, para ella es un recordatorio constante de su pérdida. Con la escaza comunicación que los envuelve y los absorbe poco a poco... ¿Podrán salvar algo de su relación?