Cap:64. Epílogo. Primer aniversario.

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Después de haber pasado un mes, los integrantes de la familia Wyner fueron sentenciados.

Lizzy fue internada en un hospital psiquiátrico ya que su estado mental había colapsado, pasaba gritando que ella era Rouss y que mandarán a llamar a Daniel y a Bratt para que la sacarán de ese lugar.

Había días en las que estaba consiente y no tenía alucinaciones, en esos días se tornaba como una bestia sedienta de sangre con un aura asesina queriendo destruir a Rouss, y más al ver la horrible marca en forma de X en su mejilla que la acompañaba todo los días.

Ella siempre fue vanidosa, siempre cuidada su apariencia, y ahora su rostro estaba dañado por esa perra. ¡Y no solo era eso!.

Janet la había ido a intimidar en busca de venganza, en su último visita, le había hecho otra cicatriz en la mejilla izquierda.

¡Esas malditas!.

Mientras Lizzy gritaba y maldecía, una feliz pareja de esposos escuchaba los latidos del corazón de su pequeño hijo nonato, una gran sonrisa adornaba sus labios.

Los ojos de Rouss se cristalizaron al escuchar los latidos, los cuales eran como música relajante para sus oídos. Nunca se cansaría de escucharlos, no importa cuantas veces lo halla hecho, siempre anhelaría escucharlos más.

Daniel también pensaba lo mismo, suavemente apretó la mano de Rouss dándole un beso en la frente, se sentía muy feliz en ese mismo momento.
Después que la Dra. Sofía les dijera que todo estaba en orden y el bebé estaba creciendo sanamente, Daniel limpió el vientre abultado de ocho meses de su mujer ayudándola acomodarse la blusa para luego sentarse y bajarse de la camilla.

--Esta es la ecografía 4D, como ya les dije, todo está en orden, no tienen porqué preocuparse—informó Sofía entregándole la USB a Rouss.

--Gracias Sofía, nos vemos en la próxima—se despidió Rouss con una sonrisa. La próxima ves que se verían, también vería finalmente a su pequeño hijo y lo tendría en brazos.

Daniel solo le asintió y se marcharon.
--¿Quieres ir algún lugar antes de regresar a la villa?—le preguntó Daniel.

--Vamos a visitar a mi madre—pidió Rouss mirando el infinito cielo azul con nostalgia. Le hubiera encantado que su madre y su abuela estuvieran con ella y vieran lo feliz que era al lado de ese hombre desvergonzado que no se cansaba de intimidarla, y él cuál se había encargado de descongelar su corazón y volverlo hacer latir.

En el camino habían comprado sus flores favoritas, Daniel ayudo a Rouss a bajarse del coche y caminar hasta llegar al lugar donde estaban sus placas.

Quitando las antiguas flores, dejo las nuevas con mucho cuidado, sintiendo a Daniel abrazarla por la cintura y decir las mismas palabras que decía siempre que venían juntos: --Madre, abuela, tengan por seguro que cuidare bien de Rosy y haré todo lo posible para hacerla feliz, por favor bendigan a nuestro hijo--.

Cada que Rouss escuchaba esa declaración, sentía una calidez recorrerle todo su cuerpo e instalarse en su corazón.

Después de estar por unos minutos, se marcharon a un café, ya que Rouss quería comer postre.

Al entrar al café, se toparon con la figura de Bratt que estaba saliendo, ambos hombres se miraron fijamente, la mirada de Daniel era fría como fragmentos de hielo que lo atravesaban.

La mirada de Bratt se posó sobre el vientre de Rouss, haciendo que un brillo fugaz y una sonrisa pasará por sus ojos al imaginar por un momento que él era el responsable de que estuviera en ese estado, pero el cual se extinguió rápidamente al volver a la realidad.

Daniel que vio este suceso sentía que el vinagre se derramaba sin control, queriendo agarrar a ese bastardo y destrozarle la cara con sus propias manos , pero se calmó al sentir un tirón en su manga y ver los hermosos ojos de su esposa dónde solo se relejaba él.
Dedicándole una mirada fría y feroz al bastardo, llevó a su mujer al interior del café para que comiera el postre que quisiera, si lo deseaba, ¡Podía comprar el café para que solo le preparan postre a ella!.

Al regresar a la villa, una visita los estaban esperando.

--¡Pero que hijo tan poco filial tengo!—se quejo la vieja Sra. Bennett al verlo llegar.

--Madre, ¿Por qué estás aquí?—Inquirió Daniel sintiendo un dolor de cabeza.

--¿Te atreves a preguntar qué hago aquí?. Sino vengo, ¿Conocería a mi nuera alguna vez?—gritó enojada dándole una mirada recelosa.

Rouss miró a la mujer mayor frente a ella, la cual se veía muy joven para la edad que tenía, sus rasgos fáciles eran parecidos a los de Daniel.

--Dime hija, ¿Te trata bien?, Porque sino es así, ¡solo dime y le daré una buena lección!—exclamó la mujer al llegar al lado de Rouss y tomarla de las manos.

--Madre, Daniel es muy bueno conmigo no tiene porque preocuparse—respondió Rouss con una pequeña sonrisa.

--Eso es bueno. Anda, tu padre también quiere conocerte, vamos al salón.

Rouss se sorprendió al saber que el viejo maestro también había venido.
Daniel le había dicho que después que el bebé naciera, viajarían a la capital para conocer a sus padres, pero ya no era necesario.

El padre de Daniel se parecía mucho a él, aunque ya era mayor, aún tenía un aura majestuosa a su alrededor.
Después de hablar por un tiempo, Rouss se disculpo marchándose a la habitación para descansar.

Los padres de Daniel la despidieron con una sonrisa y también se fueron a descansar.

….

Todos en la villa estaban felices, el joven amo heredero había nacido y tanto él como la señorita gozaban de buena salud.

Janet le había llevado muchos regalos a su sobrino, de paso aprovechaba y veía a la persona que le estaba empezando a gustar, ¿y quien más Podría ser que Matheus?.

Ese hombre nunca la había dejado sola después del incidente en el hospital, logrando lentamente ir ganándose su corazón.

--Es muy hermoso—musitó suavemente Rouss con un tono lleno de dulzura al mirar a su hijo dormir.

--Mm, al final es mi hijo—respondió arrogantemente Daniel.
Rouss rodo los ojos al escucharlo, ¡Que arrogante era!.

--Sabes esposa, te ves muy bien con nuestro hijo en brazos que me dan ganas de tener otro—Musito con voz baja, magnética y sexi, haciendo que las mejillas de Rouss se tornaran color escarlata.

--¡Bastardo!, no se te ocurra hacer…mm.

¿Qué mejor manera de silenciar a su adorable mujercita que con su boca?.
El depredador se sació de los labios de su tierna presa.

--Iré a tomar una ducha—dijo Daniel con voz ronca soltando a su presa.

Aunque Rouss tenía los ojos nublados, aún podía ver la incomodidad de su esposo entre su entrepierna.
Daniel se fue al baño y regreso después de un tiempo ya calmado.

Los siguientes días fueron muy tranquilos, Rouss había sido visitada por Emma, celinda, Janet, hasta Thiago la había ido a visitar.

Sus suegros no se habían ido, pasaban la mayoría del tiempo con su hijo, Daniel le había dicho que ellos anhelaban tener un nieto, y ahora que lo tenían querían disfrutar con el todo lo que podían.
--¿A dónde me llevas?—inquirió Rouss con curiosidad, sus ojos estaba cubiertos, así que no podía ver nada.

--Ya lo verás, no seas impaciente—respondió Daniel con una pequeña sonrisa enroscada en sus labios ayudando a Rouss a caminar.
--Ya llegamos, puedes quitártela.

Rouss se quitó la venda viendo el hermoso pabellón decorado con luces colgantes tenues, una mesa para dos iluminada con velas, todo el lugar se veía hermoso.

--Celebramos nuestro primer aniversario de casados—dijo Rouss con una sonrisa.

--Mm, y en el cual he sido muy feliz—respondió con una expresión suave.
Aunque ya su aniversario había pasado, no lo habían podido celebrar, pero eso no quería decir que dejaría pasar una fecha tan especial.

Daniel la ayudo a sentarse, empezando a disfrutar del ambiente romántico y la cena. Como siempre, Daniel corto los alimentos para Rouss, colocándole en ocasiones comida en su tazón.

Rouss también hacía lo mismo hasta que terminaron y después de unos minutos las luces se apagaron haciendo que Rouss se asustara pensando en su hijo que le temía a la oscuridad, pero un toque cálido en su mano la hizo calmarse al tiempo que el cielo se iluminaba de fuegos artificiales.

--¿Tu hiciste esto?—inquirió mirando los fuegos artificiales maravillada.
--Mm, si te gustan puedo hacerlo todos los días para ti.

--Gracias por amarme Daniel, gracias por llegar a mi vida—dijo de pronto Rouss mirándolo con sus hermosos ojos cristalizados, podía decirlo sin miedo y reconocerlo que amaba a este hombre que había sido lo mejor que le había y podría haber pasado –te amo—termino de susurrar esa palabra que jamás pensó volver a decir.

Daniel se ahogo en sus hermosos ojos al tiempo que acariciaba suavemente su mejilla.

--Te amo Rosy—le dijo para después unir sus labios en un tierno beso terminando de sellar su nuevo pacto de amor eterno en esta vida y en las siguientes bajo los destellantes fuegos artificiales.

INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora