Capitulo:47. Aquí estoy.

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Mientras Matheus sacaba sus dotes a relucir al manejar haciendo maniobras y cruzándose los semáforos en rojo, aún no era suficiente para un depredador que  se encontraba desesperado, lleno de frialdad y de ira.

--¡Detén el coche!—gritó repentinamente Daniel.

Matheus obedeció deteniendo el coche para ver a su jefe abandonar este a la velocidad de luz.

Matheus también se bajó consternado al ver la actitud de su jefe, solo para ver su alta e imponente figura oscura llena de frialdad subirse en una motocicleta, lo cual tenía años que no hacía, viendo su recta espalda al marcharse dejando una opresión en el aire.

--¡Maldición!, ¡detente!, ¡esa es mi moto!—gritaba el dueño de la motocicleta lleno de ira y desesperó.

--Señor, es una emergencia, le pido disculpas en nombre de mi jefe— vociferó Matheus al tiempo que colocaba en sus manos un fajo de dolores.

El hombre abrió los ojos como platos, su mandíbula estaba que llegaba al piso debido a la sorpresa, ¡jamás en sus años de vida había visto tanto dinero!.

--¡S-si necesita algo más puede decirme!—gritó él hombre apretando el fajo de dinero en su mano al ver a Matheus subirse al coche y marcharse.

El hombre miraba el dinero sin poder creerlo, su día había sido un desastre, y para añadir le acababan de robar la moto, sentía que podía caer de rodillas y llorar de la desesperación. ¡Pero quien diría que ese robo le cambio la vida!, solo con tres billetes podía volver a comprar una moto mejor y le quedaba para vivir cómodamente el resto de su vida, ¿Qué bendición inesperada fue esta?.

Mientras el hombre lloraba de felicidad agradeciendo que le robaran la moto, él ladrón de esta iba sin restricción llegando a la ubicación donde estaba su mujer.

Sin apoyar la moto en tierra, Daniel salto con sus largas piernas de esta haciendo que la moto callera con un ruido sordo y algunas partes se partieran, pero eso no le importaba una mierda, su única preocupación era encontrar a su mujer.

Al escuchar unas voces, caminó para encontrarse con un grupo de hombres fuertes que también acababan de llegar.

--Presidente—saludo el líder respetuosamente sintiéndose avergonzado al haber llegado casi al mismo tiempo que su jefe.

Daniel miró al grupo de hombres más fuertes y corpulentos que él con una mirada severa y fría. Pero no quería perder el tiempo con ellos, luego se encargaría de castigarlos por su incompetencia.

Con pasos apresurados y llenos de frialdad siguió caminando hasta llegar a la ubicación que indicaba que estaba su esposa, quedando impactado al verla.
Rouss estaba de pie con un picó de botella en cada mano llenas de color escarlata hasta sus antebrazos, sus ojos estaban nublados y desorientado, tenía la camisa rasgada exponiendo parte de su lencería y de su hermosa piel, su pantalón estaba rasgado desde la parte de abajo hasta la rodilla.

Sus hermosos ojos desorientados se movían a donde escuchara un ruido, su rostro estaba rojo y su labio ensangrentado hacia una mueca de dolor de vez en cuando.

--¡Te atreves acercarte y no me contendré!—gritaba apuntando a los hombres, los cuales tenían pequeños cortes en sus manos al intentar acercarse a ella.

El fuego de la irá y la venganza recorría cada una de sus venas mientras era mezclado con un dolor insoportable al verla en ese estado.

Llevado por la ira y el odio, le proporcionó una fuerte patada a uno de los agresores que habían sido neutralizados por sus hombres haciéndolo volar unos metros y estrellarse contra un árbol haciendo que gritara de dolor.



Aunque Rouss estuviera drogada y débil, jamás dejaría que alguien que no fuera su esposo la tocará, además, aunque su cuerpo era delgado, ella sabía como defenderse, no por nada había aprendido defensa personal, así como también los enfrentamientos que tuvo con Cristian para ayudarla a combatir más fácilmente a sus oponentes, ese idiota le había insistido que aprendiera más cosas para que pudiera defenderse en una situación como en la que actualmente estaba, debía agradecerle cuando lo volviera a ver.

Cuando Matheus llegó unos minutos después, los agresores ya estaban siendo suprimidos por los guardaespaldas, y Daniel estaba persuadiendo a Rouss para que soltara los picos de botella.

--Rosy—llamó suavemente.

--¡No te acerques o juro que te mato!—gritó alertada apuntando a la dirección donde escuchó el sonido. Su mente estaba nublada, así que no reconoció la voz de Daniel.

Su cuerpo se sentía exhausto, su mente no estaba totalmente clara, pero la alerta de supervivencia y la adrenalina que corría por su cuerpo la mantenían consiente permitiéndole defenderse de todo lo que consideraba una amenaza para ella.

--Rosy, soy Daniel, nunca te haría daño—volvió a persuadir suavemente acercándose a ella.

Rouss le seguía apuntando con la botella, sus ojos nublados y desorientados miraban a Daniel fijamente queriendo ver con claridad.

--¿Daniel?—preguntó con un brillo en sus ojos nublados.

--Si, aquí estoy Rosy, vine por ti—le respondió a unos dos pasos de distancia para llegar a ella.

--¿Estás aquí?. ¿Viniste por mi?—musito con voz temblorosa.

--Mm, aquí estoy—le dijo sujetando sus manos y quitándole los picos de botellas para posteriormente atraerla a sus cálidos brazos y cubrirla con su chaqueta.

Rouss se apoyó en el cálido pecho de su hombre oliendo su olor tan varonil y familiar que se impregnó en todo su cuerpo relajándolo y enviándole una oleada de calor.

--Daniel—susurró restregando su cara en su amplió pecho con voz temblorosa, sus hombros empezaron a temblar mientras las gruesas lágrimas se desbordaban de sus ojos empapando la camisa de su hombre.

--Aquí estoy—le dijo con voz suave acariciando sus cabellos dejando un beso en su frente.

Al haber percibido las fuertes feromonas de su hombre, sentirse segura en sus fuertes brazos y escuchar su varonil voz llena de amor y calidez, no pudo seguir conteniéndose dejando salir todo su miedo y dolor.

--E-estaba tan asustada…—murmuró en un hilo de voz, haciendo que el corazón de Daniel se sintiera como si estuviera siendo pinchado por miles de alfileres al mismo tiempo, generándole un dolor insoportable, y como si no fuera suficiente ese dolor, también estaba siendo aplastado por una gran roca.

Aclarando su voz, le susurró: --aquí estoy, estas a salvo—le dijo abrazándola más fuerte.

--Vallamos a casa…¡ay!—exclamó de dolor al lastimarse el tobillo que seguramente estaría muy lastimado con todo el esfuerzo que había hecho.

Daniel entró en pánico al escucharla exclamar de dolor -- ¿Qué pasa?, ¿dónde te duele?—inquirió preocupado al tiempo que la levantaba en sus fuertes brazos.

Rouss se apoyó en su pecho, mientras llevaba su mano ensangrentada a la suave mejilla de su esposo.

--Me lastime el tobillo en la huida—dijo con una pequeña sonrisa para aplacar la ira que percibía en su hombre.

Daniel la miró fijamente, esa sonrisa aunque era hermosa no lo calmaba para nada. –Encárgate de ellos y averigua lo que paso en esa cena—demandó Daniel al pasar junto a Matheus llevando su mujer al coche.

Al estar cómodos en el coche, Daniel había llamado a Joseph para disponer de sus servicios, quedando en encontrarse en la villa.

--Daniel— susurró coquetamente Rouss oliendo su cuello.

Daniel apretó los dientes al sentir un fuego que empezaba a surgir debido a su esposa.

--Quédate quieta—le dijo en respuesta con voz ronca.

--Esposo—volvió a llamar mordiendo su clavícula.

--Se obediente—mascullo Daniel con los dientes apretados tratando de resistir a las provocaciones de su atrevida mujercita.

Rouss frunció los labios en descontento al no obtener una reacción favorable.
--Esposito, esta esposa te necesita, ayúdame— pidió coquetamente acariciando su fornido pecho y mirándolo con ojos llenos de lujuria.

¿Cómo podría el depredador rechazar a su presa?.

Llevado por el deseo y la lujuria, como un hombre que había estado sediento en un desierto por varios días y había encontrado un oasis, bebió de los dulces labios de su presa sin restricción hasta saciarse.

Rouss jadeaba entre el beso sintiendo su cuerpo arder pidiendo por más, sus traviesas manos se colaron dentro de la camisa de su hombre tocando la caliente suave y tersa piel de su pecho.

Mientras estos dos buscaban saciarse del otro, Matheus se encontraba dándole instrucciones a los guardaespaldas.

--Esas sucias manos tocaron algo que no debían, y esos asquerosos ojos codiciaban algo prohibido, no merecen seguir usándolos. Encargarse de ellos—ordenó fríamente con un brillo oscuro atreves de sus lentes.

Al escuchar la orden, los fornidos hombres arrastraron a los desafortunados hombres que no sabían lo que les esperaba a una camioneta completamente negra e insonorizada.
Después de ver que habían desaparecido, Matheus hizo una llamada ordenando investigar lo sucedido y tener el informe en una hora, después de dar la última orden, se fue al coche sin saber las travesuras que sus jefes estaban haciendo.

Lo bueno era que la ventanilla estaba cerrada y todos los coches de su jefe eran insonorizados, aunque el depredador y su presa no fueron más allá de los besos y caricias.

Daniel tenía miedo de lastimar a su mujer, primero quería que Joseph le tratara las heridas.

INESPERADO AMOR DEL CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora